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Los cambios culturales y el software social


Las redes sociales se caracterizan por adaptar de forma no exclusiva la navegabilidad de la Red a los contenidos vinculados a la lista de contactos sociales declarados previamente. Su extensión a los dispositivos de comunicación móviles ha hecho del individuo conectado el centro de todo el sistema. Algunas de las consecuencias de este fenómeno son el consumo líquido o instantáneo de contenidos breves y desechables como forma habitual de aprendizaje y acción, la supersocialización o la atención a crecientes flujos de requerimientos sociales redundantes que requieren intervención del usuario y el aumento del potencial de movilización de comunidades instantáneas en tiempos de crisis. Por último, el concepto de privacidad necesita ser repensado.

La expresión «redes sociales» ha pasado en poco tiempo a formar parte del lenguaje cotidiano en todos los idiomas escritos del Planeta en su acepción de social networking sites, social software o social applications. Esto es así por la inmensa presión comercial ejercida por empresas y medios de comunicación en todo el mundo, una presión paralela al desarrollo de tecnologías de comunicación móviles centradas en el consumidor individual. 

La razón de esta monumental inversión es muy sencilla: mediante esta tecnología «social» es posible aumentar el consumo de productos, contenidos y servicios (incluidos los propios de la comunicación). Ni más ni menos. La retórica del «2.0», que ensalza la participación decisiva de los otrora pasivos receptores, la horizontalidad de las comunicaciones y la emergencia de una llamada «inteligencia colectiva», contribuye a legitimar este nuevo avance del «capitalismo informacional» que diría Castells: la mercantilización de (al menos parte de) las relaciones sociales. Las consecuencias culturales son innegables.

Veamos cómo hemos llegado hasta aquí y qué nos depara el futuro próximo. 

El estudio de las «redes sociales», esto es, de los patrones de interacción entre personas o entidades tiene más de medio siglo de existencia. Psicólogos, antropólogos, matemáticos, sociólogos, entre otros, recogieron sistemáticamente relaciones sociales e intentaron incorporarlas en sus modelos analíticos para tratar de comprender y explicar mejor diversos problemas de investigación, como por ejemplo la difusión de ideas o conductas, la movilización colectiva o el apoyo social, entre otros muchos. De todas estas contribuciones cabe destacar una que ha sido clave para entender el desarrollo de estas plataformas y tecnologías: los estudios de Milgram y sus colaboradores sobre «Un Mundo Pequeño». 

En 1967, Stanley Milgram se preguntaba cómo era posible encontrar tan frecuentemente conocidos en común entre personas desconocidas. Para ello partió de los estudios realizados en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) por Pool y Kochen, los cuales habían intentado estimar el tamaño medio de las redes personales, el cual evaluaron en unas 500 personas. Así y todo –se preguntaba Milgram–en un país de 200 millones de habitantes como Estados Unidos, ¿qué probabilidades reales había de que se produjese ese fenómeno? Con 680 dólares que le proporcionó la Universidad de Harvard inició un 
Los recursos cognitivos disponibles para la socialización son limitados y se reparten entre las interacciones, de forma que a más tamaño de la Red le corresponde menos valor emocional disponible para cada contacto
experimento que ha pasado a ser universalmente famoso: hacer llegar un mensaje a un destinatario del cual solamente se conocen algunos datos a través exclusivamente de conocidos. Para ello eligió dos localidades alejadas en un primer estudio exploratorio, Kansas y Cambridge (USA). En un segundo estudio más ambicioso repitió el experimento en Boston y Nebraska. En este reclutó voluntarios con anuncios en prensa y les pidió que hiciesen llegar una carta a un desconocido corredor de bolsa de Boston a través de sus cadenas de contactos. Es interesante señalar que 217 de las 296 personas de partida enviaron el documento y que 64 consiguieron su objetivo (un sorprendente 29%). Las cadenas de contactos que lograron llegar al destinatario tenían una longitud media de 5,2 pasos. Por tanto, entre dos personas tomadas al azar era posible encontrar una cadena de contactos que las uniese con esa longitud media. De ahí la famosa expresión «6 grados de separación» (bueno, 5,2 de hecho). Sucesivos estudios confirmaron este hallazgo. Así pues, quedaba empíricamente demostrado el aforismo de «el mundo es un pañuelo».

Otra cuestión era qué estructuras sociales hacían posible este fenómeno. Duncan Watts retomó el problema en los años 90 y encontró una sencilla explicación: aunque las estructuras sociales son básicamente locales y redundantes, existen unas pocas personas, los hubs o brokers, que conectan esos subgrupos de forma que todo el sistema acaba teniendo un diámetro muy pequeño (esto es, el camino más largo entre dos puntos cualesquiera es muy corto). Estas personas suelen ser de rango social elevado. De hecho, esta característica de un mundo pequeño no solamente es propia de los sistemas sociales sino de todos los sistemas complejos como las redes de ordenadores, los sistemas neuronales, las citas científicas, los sistemas de transporte, ecosistemas y un larguísimo etcétera. De ahí la expresión del físico Barabasi y otros de la «Ciencia de las redes». 

Pues bien, las primeras plataformas de social networking se pusieron en marcha con el objetivo de hacer visible las cadenas de contactos que de otra forma quedaban ocultas y, de esta forma, aprovechar al máximo el potencial de la red social. Dicho y hecho. El primer Social Networking Site (SNS) fue lanzado en 1997 con el sintomático nombre desixdegrees.com. Aunque este sitio tuvo pocos años de vida, a partir de ese momento los SNS fueron ganando terreno y extendiéndose por todo el mundo, especialmente a partir del éxito inu­sitado de Facebook.

Y es que Facebook merece una atención especial. Lanzado en 2004 para estudiantes universitarios, en 2005 se abrió a un público más amplio y desde entonces no ha parado de crecer, teniendo en la actualidad más de 800 millones de usuarios. Facebook se caracteriza por su carácter generalista mientras que otros SNS se especializan profesionalmente (Linkedin, Xing, Visible Path, Academia) o por intereses compartidos. En cualquier caso el elemento clave de esta revolución cultural es la declaración de contactos asociados a un perfil individual como base de la navegabilidad en Internet. Así, esta característica se ha exportado a los sitios centrados en fotografías (Flickr), videos (Youtube), Bookmarks (Delicious), música (Last.FM) o microblogs (Twitter). Los SNS se están implementando en universidades y corporaciones como parte de sus intranets y ya son parte del «nuevo sistema operativo social», siguiendo la expresión del próximo libro de Lee Rainie y Barry Well­man, que caracteriza y caracterizará nuestras vidas en un futuro próximo. Veamos algunas de sus consecuencias. 

Individualización de las tecnologías (y de la cultura)

No hace mucho llamábamos por teléfono a un número o a un lugar. Recuerdo una conferencia de un representante de Telefónica hacia el año 1990 en una escuela de negocios, anunciando que en el futuro los números serían personales. Los asistentes nos miramos con una sonrisa cómplice de incredulidad. Hoy día, si nos enterrasen con ajuar, como en la Prehistoria, sin duda pediríamos que nos enterrasen con nuestroSmartphone. Estos dispositivos hacen de todo, incluso mantener conversaciones orales en tiempo real (llamar por teléfono, vaya). Y lo que es más importante, permiten la conexión con Internet o, lo que es lo mismo, la producción, el consumo y la comunicación de contenidos siguiendo (aunque no exclusivamente) los contactos sociales. 

Las consecuencias culturales son formidables: el individuo aparece como la entidad natural sobre la que gira todo el sistema, la inmediatez del acceso acostumbra a un consumo líquido, de usar y tirar, en tiempo real de contenidos breves y ligeros; se refuerza la oralidad como elemento comunicativo, uno de los elementos de la «supersocialización» que veremos más tarde y se delega en la tecnología la gestión de gran parte de las relaciones sociales. 

El concepto de «individuo» es un lugar común en la cultura occidental y el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, conviene recordar que la historia del Planeta es mucho más amplia que la de la globalización y que en multitud de sistemas culturales los individuos no eran entidades per se, sino que las personas formaban parte de grupos que les conferían parte de sus identidades sociales. Pero esta historia ha desaparecido o está próxima a desaparecer: el individuo conectado (siguiendo de nuevo a Wellman) es el nuevo actor social por excelencia. 


Supersocialización

Los individuos conectados están continuamente atentos a grandes flujos de información, atendiendo a normas de etiqueta cada vez más difíciles de satisfacer (como seguir a quien te sigue, o aceptar a quien te invita, o dejar un comentario ingenioso a alguien que te ha citado en algún espacio) y revisando los mensajes que las compañías emiten automáticamente para avisar de la disponibilidad de comunicaciones. El resultado es la supersocialización: la inversión de cada vez más tiempo en interacciones sociales redundantes. Igualmente, la cultura de la inmediatez lleva a usar la conversación telefónica como mecanismo de coordinación de lo que en otro momento sería simplemente respetar la puntualidad. Esta neooralidad explica el éxito de la telefonía celular en todo el mundo pues se aproxima a un comportamiento natural como es el habla, pero digitalizada, transformada y reconstruida a través de complejas
El éxito de la telefonía celular en todo el mundo se aproxima a un comportamiento natural como es el habla, pero digitalizada, transformada y reconstruida a través de complejas infraestructuras de comunicaciones
infraestructuras de comunicaciones. No es de extrañar que el mercado más importante de los teléfonos celulares sea precisamente el de las personas analfabetas. Ahora bien, lo que antes contenía la carta, o el telegrama, ahora se puede hacer oralmente y en tiempo real. Y con una diferencia muy importante: las cartas y los telegramas no exigen dedicar al menos un 30% del tiempo de la interacción a intercambiar educadamente informaciones sobre la situación de cada uno y los suyos. 

Ahora bien, esta supersocialización no significa que haya cambiado de manera significativa la estructura de las redes personales. Las redes personales tienen dos grandes características relacionadas. La primera es que se configuran con un núcleo de lazos fuertes, entre 5 y 15 aproximadamente, que cambia poco con el tiempo, y una periferia muy variable de lazos débiles, que cambia más rápidamente. La segunda es que la localización geográfica de esos contactos es glocal, es decir, una mayoría viven cerca y un número reducido de los contactos activos puede estar disperso por todo el mundo. Con la supersocialización aumentan rápidamente los lazos débiles pero no la estructura centro-periferia comentada ni la distribución geográfica de los contactos activos. Esto es así por dos razones. La primera es porque los recursos cognitivos disponibles para la socialización son limitados y se reparten entre las interacciones, de forma que a más tamaño de la Red le corresponde menos valor emocional disponible para cada contacto. Dicho de otro modo: disponer de un «millón de amigos» en Facebook implica que cada «amigo» tiene asignado un valor emocional cero (o algo muy próximo a cero). La segunda consiste en el hecho de que los SNS (incluso Twitter) suelen hacer más densa la comunicación entre redes sociales preexistentes (sin cerrarse a nuevos contactos), por lo que el fenómeno de la glocalidad se repite. 

Esto nos lleva a la tercera característica: las posibilidades de movilización. 

Movilización

La desafortunada denominación «Primavera Árabe» (una traslación de la «Primavera de Praga») para referirse a los movimientos revolucionarios experimentados en los estados árabes en el 2011 se asocia a Twitter y a los smartphones: los activistas informaban en tiempo real de los acontecimientos haciendo competencia a la propaganda de cada régimen emitida por los medios de comunicación convencionales. El fenómeno no es nuevo y no se explica solamente por la disponibilidad de telecomunicaciones personales en tiempo real, aunque hay que reconocer que las facilitan: la reducción de la distancia social y de los umbrales de movilización espontánea en momentos de crisis. 

El estudio del BIFI de la Universidad de Zaragoza sobre el intercambio de mensajes en el movimiento del 15-M (15m.bifi.es) pone de manifiesto la dinámica que se produce en estos fenómenos. En momentos de crisis los contactos débiles dejan pasar tanta información y credibilidad como lo hacen los contactos fuertes en circunstancias normales, emerge un sentimiento de solidaridad colectiva temporal y aumenta el número de conocidos de cada persona que manifiestan una conducta determinada (como, por ejemplo, acampar en la Puerta del Sol de Madrid) con lo que se precipita, por influencia social, la adopción de esta nueva conducta en cascada. Aunque este fenómeno es bien conocido (de hecho es el fenómeno que se produce en una multitud), el uso de estas tecnologías sociales lo acelera. No es de extrañar que en países tan importantes como China, Twitter no sea operativo y que los Gobiernos se interesen por controlar los mensajes de Blackberry entre otros operadores. 

Y esto nos lleva al tema final: la redefinición del concepto de privacidad.

Privacidad

Los Estados han recogido históricamente información sobre sus pobladores. Aunque el secreto estadístico apareció en España en fecha tan temprana como el siglo XVIII con el Censo de Floridablanca, podemos decir que de forma sistemática los datos recogidos por los estados han acabado en empresas que han usado esta información de forma comercial, ya sea por procesos de privatización, triquiñuelas legales, descuidos, simple robo u otros. Pues bien, con la irrupción de Internet y de las tecnologías sociales podemos decir que el proceso se ha invertido: son las empresas comerciales las que disponen de toda nuestra vida registrada. La posición geográfica en cada momento que emite nuestro celular, el contenido de los mensajes, la hora exacta, los destinatarios con los que estamos conectados, las conversaciones privadas, en fin, todo. Y lo más importante, de forma voluntaria. En estas circunstancias hay autores que sugieren que la única solución es hacerlo todo público, renunciar a la privacidad, como el mecanismo más eficiente para evitar la comercialización de la información personal. Pero quizás lo más importante no es la accesibilidad a la información personal sino las tecnologías que la hacen significativa. Y esas tecnologías hace tiempo que están disponibles. 


Hace falta una nueva cultura de la información que nos permita navegar en este océano para el que sin duda ya no sirven las viejas cartas marinas que nos enseñaron nuestros mayores. Fuente: www.fgcsic.es

UPM y el viejo negocio de cambiar oro por baratijas


Tirando a la baja, para no generar alarma pública, digamos que la planta de Fray Bentos brinda a UPM 413 millones de dólares anuales de ganancia. De todas las plantas que UPM tiene en el mundo, la “nuestra” es la de mayor rentabilidad. Cada trabajador del resto del mundo le genera una ganancia de 27.400 US$ anuales, y cada trabajador en Uruguay le genera 983.000 US$ anuales. UPM contrata 533 trabajadores en nuestro país, de los cuales menos de 180 son uruguayos (porteros, guardianes, limpiadores). Fuente: redfilosoficadeluruguay.wordpress.com 

El holocausto como cultura, Agnes Heller


¿El holocausto como cultura? El título del volumen de ensayos de Inire Kertesz, un escritor húngaro, él mismo un superviviente y, a mi juicio, el mejor cronista de Auscliwitz (incluso entre la respetable pléyade de Levi, Amery y Celan), puede provocar inquietud, incluso consternación. En algunos de nosotros podría provocar presumiblemente la acusación de sacrilegio. Y, sin embargo, los tres ensayos del volumen, filosóficamente inspirados, plantean sin temor la cuestión de si el holocausto creó algún valor, y la contestan, sin reticencia, de forma afirmativa. Los ensayos se dirigen a los lectores incluyéndolos en el círculo de aquellos para los que Auschwitz es o, como dice Kertesz, "ha perfeccionado" el símbolo de la ruptura del contrato (o del pacto). Su mandato es: piensen que este símbolo se ha convertido en un mito, no lo recuerden simplemente. El recuerdo se puede degradar hasta hacerse rutinario, el pensamiento nunca.Quien haya leído los tres ensayos, así como la novela clásica de Kertesz, Privado de destino, como yo lo he hecho, sabe qué es lo que tenemos que pensar: lo que Kertesz denomina "el espíritu de la narrativa". La narrativa, cuyo espíritu evoca aquí el escritor, no es historia, ni una colección de fábulas, ni, finalmente, poesía en general, sino la cadena representativa de esas historias sobre el bien y el mal en cuya escala nos calibramos a nosotros mismos, en la que intentamos integramos, en la que nos esforzamos por grabar nuestros nombres y actos. Kertesz escribe: "Si el holocausto ha creado una cultura a estas alturas -como así ha sido y como lo hace una y otra vez, sin duda alguna-, su literatura genera su propia inspiración del Evangelio y de la tragedia griega, estas dos fuentes de la cultura europea, a fin de que la irredimible realidad dé a luz a la redención: al espíritu, a la catarsis". Y más: "Sea nuestro análisis el que sea, el humo del holocausto arrojó una sombra oscura y alargada sobre Europa... En esta iluminación sulfúrica, el espíritu de la narrativa contó las Palabras, grabadas en una losa de piedra... resucitó de la pasión eterna del sufrimiento humano".

De forma extraña y quizá impropia, el espíritu de la narrativa, evocada por Kertesz, me recuerda ahora a la hermosa Helena de Homero. Cuenta Homero que cuando Helena apareció ante el Consejo de los Ancianos troyanos, los viejos dignatarios de ojos fríos la miraron por encima y llegaron a una conclusión inmediata: por tal hermosura, merece la pena emprender una guerra, derramar la sangre de nuestros hijos. Esta escena me viene a la mente porque, igual que la belleza absoluta no se puede retratar directamente, el horror absoluto permanece más allá del alcance del retrato directo. Cualquier pretendida descripción será una falsificación sin valor del original: nos alejará de la comprensión, en lugar de acercarnos a ella. En lugar de decir: Auschwitz fue como el infierno, ahora decimos: el infierno es como Auschwitz. Porque el horror absoluto sólo se puede retratar en su impacto: éste es el cómo y el por qué se eleva a mito. Lo que Kertesz denomina "la cultura del holocausto" es precisamente su impacto.

Al igual que los ancianos de ojos fríos de Troya se volvieron a Helena para decirse a sí mismos: "Merece la pena", los europeos también (y no sólo los europeos) se vuelven ahora a Auschwitz para decirse a sí mismos: "Está prohibido". El holocausto se ha convertido, en su. impacto, en un absoluto mitológico. Ya que el holocausto, afirma Kertesz, es el símbolo de la ruptura absoluta del Contrato, del Pacto, de la Ley, y, como tal, nos devuelve a la Ley original, al Contrato original. Según el entendimiento. del escritor, el espíritu de la narrativa ha creado tres- y sólo tres- símbolos míticos. Estos son: el monte Sinaí, el Gólgota y Auschwitz.

El pueblo judío, que hace casi dos mil años fue expulsado del "espíritu de la historia", ha reinscrito su nombre en la historia en el siglo XX, en virtud de Auschwitz. Fue el pueblo judío el que "hizo a Hitler": sin el holocausto, Hitler hubiera seguido siendo un dictador sin inhibiciones destinado al olvido total, tanto por parte de su pueblo como de la posteridad. Hitler se convirtió en un nuevo Caín, un nuevo Ahasverus, un nuevo Herodes, el hombre del genocidio, el asesino de niños a través de los judíos. Esto nos hace meditar. Aunque las historias de la narrativa mitológica son sobre el bien y el mal, y la cultura creada por ellos es la de la reconfirmación de la Ley y el Pacto, el espíritu de la narrativa, como el dragón de las fábulas, exige sangre inocente para poder recompensar a los malvados con la inmortalidad. Como Job, que peleó con Dios, nosotros también nos inclinamos a llevar a la práctica el espíritu de la narrativa.

Kertesz se plantea a sí mismo, y también a nosotros, la cuestión de por qué Auschwitz, y precisamente Auschwitz, se ha convertido en un símbolo mitológico universal y en una parábola moral. La primera razón, dice, es su simplicidad: aquí "el bien y el mal no se mezclaron jamás, ni siquiera por un momento". La segunda razón es su carácter definitivo, y la tercera es que a lo que Auschwitz renunció fue al propio Pacto. El resultado queda más allá de toda duda: "En cualquier caso, la decisión del mito de Auschwitz parece definitiva ahora; la narrativa de Auschwitz ya ha superado la fase de preocupación secreta y olvido temporal, denominada represión por la escuela psicoanalítica".

Yo cuestionaría no el hecho, sino la interpretación de esta amnesia. Permítanme referirme a mí misma, porque mi ejemplo no es excepcional. Nunca olvidé Auschwitz, el lugar del que mi padre, como muchos otros millones, "nunca volvió". Más aún, al igual que muchos otros judíos jóvenes, me avergonzaba de mí misma por culpa de Auschwitz. En esa época no era Auschwitz, sino el levantamiento del Gueto de Varsovia, y queríamos elevarnos al nivel de un mito eterno; no la historia de aquellos que, para citar a mi generación, "se dejaron sacrificar como ganado", sino la de los luchadores que se hicieron con armas y murieron de pie. Pero el espíritu de la narrativa fue más sabio que nosotros. Inclinemos nuestras cabezas ante su sabiduría.

Porque la cuestión no es qué es mejor: si morir sin resistencia o resistir con armas; ni quién es más noble: el luchador de la resistencia o la víctima pasiva. La cuestión es qué se puede convertir en mito y qué en historia. Los héroes del levantamiento del Gueto de Varsovia, como los defensores de la Masada, han ocupado su lugar en el panteón de la historia judía. Pero el mito universal, al que podemos considerar la base firme -la única- de nuestra cultura, no garantiza la admisión de cualquier historia, ni siquiera de cada mitología nacional. Un pueblo al que está dirigido el mito universal ya no se representa a sí mismo únicamente; se ha convertido en el vaso sagrado del espíritu de la narrativa. En lo absoluto, los mitos fundacionales, contamos algo que se está volviendo universal porque sólo pudo ocurrir una vez, porque no. se puede repetir ni copiar. No es un ejemplo, dado que es una parábola. Ésta es la razón por la que Kertesz hace la siguiente lista: el monte Sinaí, el Gólgota, Auschwitz.

¿Pero no es esto una blasfemia simplemente? ¿Puede atribuirse el designio divino (de la reconfirmación indirecta de la Ley) a los actos del hombre (o el diablo)? La pregunta debería responderse de forma negativa. Y así la contesta Kertesz: Auscliwitz aparece en su texto como la renuncia directa a los planes de Dios: al monte Sinaí, al Gólgota. ¿De dónde, pues, su confianza? Porque de lo único que podemos estar seguros es de las obras de Dios: son únicas e irrepetibles. Después de todo, incluso la renuncia absoluta a los actos de Dios se puede repetir en principio, dado que se puede copiar. Lo que una vez ha sido hecho por manos humanas se puede repetir en otro momento. La larga y oscura sombra de Ausocliwitz es hoy el símbolo de prohibido. Pero quién sabe si mañana, no se dirá: "Hagámoslo de nuevo".

Aunque es cierto que, dado que Auschwitz es, como acertadamente señaló Castoriadis, producto de la imaginación humana, y como tal algo que se puede recordar a voluntad, y por tanto repetible, es igualmente cierto que Auschwitz, dado que lo recordamos, no puede repetirse. No hay nada paradójico en esta afirmación. Auschwitz, como producto de la "institución de la imaginación social", pudo conseguirse una vez sólo porque se mantuvo como un secreto celosamente guardado. Ni los alemanes sábían-nada (o al menos podían mentirse a sí mismos diciendo que no lo sabían); ni los judíos lo sabían, o al menos podían mentirse a sí mismos diciendo que no tenían ni idea. Mientras el espíritu de la narrativa (la judeo-cristiano-griega; la cultura europea, en una palabra) siga vivo, Auschwitz no podrá repetirse con el consentimiento, y la colaboración universal. Auschwitz, como producto combinado de la imaginación humana y el pensamiento público, es imposible; y como tal no fue. posible entonces, cuando ocurrió. Y dado que ahora tenemos un amplio conocimiento de Auschwitz, y pensamos en él in cesantemente, Auschwitz se hace irrepetible¿ Esto es lo que, Kertesz denomina la "creación valiosa" de Auschwitz. Es cierto que Auschwitz, es irrepetible sólo en tanto que el, espíritu de la narrativa" permanezca vivo. Si muere, recalca Kertesz, nuestra civilización se convertiría en "propensa al accidente, una ameba lisiada, deslizándose impotentemente hacia su extinción". Si, a pesar de todo, Auschwitz "se convirtiera en una moralidad justificable, esto supondría el fin de la vida; todo el mundo lo tiene claro". "El holocausto es algo valioso porque ha llevado, a costa de incontables sufrimientos, al conocimiento insondable; en virtud de esto, es el tesoro descubierto de reservas morales incalculables".

Kertesz analiza brevemente, y desecha rápidamente, una de las ideas de Freud según la cual el antisemitismo alemán se puede explicar como el resentimiento anticristiano subconsciente de las tribus germánicas que habían sido convertidas al cristianismo con gran, retraso. La idea no carece de fundamentos, incluso en forma diferente a la explicación dada por Freud. Nada indica que los alemanes fueran más antisemitas que los franceses, los británicos o los norteamericanos; su conversión retrasada y paganismo subconsciente difícilmente sirven como explicación del holocausto. Pero esto no significa que el holocausto no pueda conectarse -consciente o inconscientemente- con el paganismo.

Franz Rosenzweig analizó, de una forma mucho más convincente que la de Freud, la relación del cristianismo con el judaísmo, y la ambivalencia de esta relación. Por una parte, dice Rosenzweig, el cristiano no podía tolerar la existencia del judío, porque mientras el último judío no hubiera aceptado la verdad de Cristo, un cierto grado de duda interior permanecería unida a esta verdad. Por otra parte, el cristiano necesitaba la existencia, la supervivencia del judío absolutamente, dado que los judíos fueron los únicos testigos directos de que el Redentor habitara en esta tierra. Rozenzweig cree, por tanto, que el cristiano necesita tanto el antisemitismo como a los judíos. Si los judíos perecieran, ya no quedarían testigos de la existencia real del Redentor; la desaparición de los judíos supondría el final de la cristiandad.

Todo esto fue escrito antes del holocausto, y en este punto aparece el holocausto. La Alemania nazi no era simplemente antisemita; se embarcó en una guerra de exterminio contra los judíos. Con este mismo acto, también inició una guerra contra los cristianos. Los dioses paganos, que se alimentaban de la carne de niños sacrificados, no toleraban rivales. El holocausto desafía toda explicación, pero permanece el hecho de que el pagano fanático, Adolf Hitler, fue el autor de la solución final, y el pagano cínico, Reinhard Heydrich, escribió el guión.

¿Qué es un pagano? El escéptico, el agnóstico, el no creyente, no es un pagano; ni siquiera el ateo lo es (a juicio de Kierkegaard, el ateo es el que está más cerca del creyente). El pagano es el que elige uno o varios dioses opuestos al Dios judeo-cristiano, creando así una religión que destruye los valores éticos tradicionales y los sustituye por valores nuevos y formas nuevas de solidaridad. El pagano es el que crea un mito acerca de por qué Caín tuvo que matar a Abel (o por qué fue necesario que lo hiciera). En este sentido, el Gulag también es un mito sobre la ruptura del pacto; así es como aparecerá en la narrativa.

Y, sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre el holocausto y el Gulag? ¿Qué hace que Auschwitz sea un mito más poderoso? El Gulag es un mito político, la metáfora del mundo totalitario. Como tal, la metáfora del Gulag también abarca al nazismo, con la excepción del holocausto. El exterminio de la familia Stauffenberg (en represalia por el intento de asesinato de Hitler), la tortura de los enemigos políticos, su encarcelamiento y todo lo demás pertenece, en Alemania también, al mito del Gulag. Este mito es poderoso, pero complejo. Aquí hay que desmenuzar e interpretar los símbolos políticos; aquí no basta con saber y pensar. Para volver a Kertesz, aquí están los criminales por una parte y las víctimas inocentes por otra. Los buenos y los malos están separados claramente: Caín mata a Abel, Herodes hace que maten a los recién nacidos de Belén. En tanto en cuanto estemos familiarizados con la historia, ya la hemos comprendido. Si pensamos en ello, inmediatamente entendemos lo que hay que hacer y lo que no, lo que está permitido y lo que está prohibido. En este ejemplo se encierra una pequeña contribución a lo que Kertesz denomina la creatividad cultural del holocáusto.

Agnes Heller es profesora de Sociología de la Nueva Escuela de Investigación Social, en Nueva York. Fuente: El País

La muerte de Hugo Chávez Frías (1954-2013) y algunas breves reflexiones



El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de 58 años de edad, falleció este martes en Caracas casi tres meses después de operarse por cuarta vez de un cáncer el pasado 11 de diciembre en La Habana, informó hoy el vicepresidente, Nicolás Maduro.

"A las 16.25 hora local de hoy 5 de marzo ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías", informó el vicepresidente venezolano en cadena de radio y televisión.

En el transcurso de las últimas semanas, especialmente después de que en diciembre se sabía que no podría regresar, aprendí a no odiarlo, pese al inmeso daño que hizo a mucha gente él y quienes lo rodeaban, y a suponer que no todo lo hizo con intención maligna, recordando aquello de que nadie es totalmente malo ni totalmente bueno.

Nadie sabe realmente lo que la vida le depara. ... Todo esto no es ni bueno ni malo, sino real.” ...

Recordé hoy al amigo William Shakespere:

"No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así."

"El tejido de nuestra vida está hecho con un tejido mixto, bueno y malo."

Dice hoy la Wikipedia:

Hugo Rafael Chávez Frías (Sabaneta, Alberto Arvelo Torrealba, Barinas, 28 de julio de 1954  - Caracas, 5 de marzo de 2013) fue un militar  y político  venezolano, presidente  de la República Bolivariana de Venezuela desde el 2 de febrero de 1999. Ingresó al Ejército Nacional de Venezuela  en 1971 donde desarrolló un interés por la política y fue cofundador en 1982 del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200) en medio de la crisis económica y social que conllevó al llamado Caracazo  en 1989.

En 1992, Chávez, junto con otros militares del MBR200, intenta un golpe de Estado  contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez el cual fracasó y por el cual es encarcelado durante dos años, hasta ser indultado más tarde por el entonces presidente Rafael Caldera.

Chávez se postuló a los comicios presidenciales de 1998 con el apoyo del Movimiento Quinta República (MVR), y tras obtener la victoria se convirtió en el 42º presidente de Venezuela con lo que ha buscado consolidar la llamada Revolución Bolivariana basada en su proyecto socialismo del siglo XXI.

Reflexiones
- Una vez Chávez dijo que él sabía que al morir se iría al infierno. Ojalá que haya tenido tiempo de arrepentirse. No podría decirse eso mismo de algunos de sus seguidores, por ahora.

- En todo caso, muerto Chávez, lo que más importa es la suerte de Venezuela y que los venezolanos podamos entendernos, incluso con los cubanos.

- Pidamos a Jesús -o a algún hombre o mujer que le sirva de instrumento- que tome el control para vencer el odio y conseguir la paz. Pero estemos alerta y asumamos el desafío de superar esta coyuntura que no deja de ser peligrosa.

- También pueden leer en el Blog Blug la nota Biografía no autorizada de Chávez publican en internet.

Miren el video de su última intervención, cuando se iba para no volver nunca más. #Chávez en Twitter
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Tal vez ...


(Visto en el Facebook de la actriz Virginia Urdaneta, junto a la cita de Chavela:).