El chiste del gringo y el mexicano

El antropólogo James Ferguson, de la Universidad de Stanford, contaba hace algún tiempo un chiste delicioso.

Un turista gringo entra en un bar de Tijuana, en México, y observa con sorpresa la frialdad con la que le tratan los parroquianos del lugar.

En busca de una explicación, se acerca a un mexicano apostado en la barra y le pregunta si no podrían tomar unos tragos juntos.

El mexicano rehúsa diciendo: "Mire, ustedes los gringos vinieron aquí en 1840 y nos quitaron la mitad de nuestro país. Ahora se sientan allí -señalando al otro lado de la frontera- con sus autos, sus piscinas y sus rascacielos, mientras nosotros aquí nos sentamos sobre nuestra pobreza. ¿Por qué debería beber con usted?", le recrimina.

El gringo responde: "¿Me quiere decir que todavía, casi dos siglos después, no pueden perdonarnos por llevarnos la mitad de su país?".

"No", responde el mexicano. "Yo puedo perdonar eso. No es fácil, pero incluso puedo perdonar que ustedes se llevaran la mitad de nuestro país. Pero hay una cosa que no puedo perdonar".

"¿El qué?", pregunta intrigado el gringo. "Lo que no puedo perdonar es que no se llevaran también la otra mitad".
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