Romero Britto homenajeado en Río de Janeiro


El artista neopop Romero Britto y su obra son el punto central de la celebración del Carnaval de Rio 2012. No es la primera vez que el Carnaval tributa respeto y admiración a un representante de la cultura brasileña que sea considerado como grande, en términos universales. Ya lo había hecho con Roberto Carlos para citar a otro brasileño con brillo propio en el plano mundial o al menos bien arraigado en aquellos países de la región que no hablan portugués.


El caso de Romero Britto tiene una connotación especial: la tendencia estética de este artista plástico se conjuga con lo que es la tradición del carnaval y al tiempo con la cultura de masas contemporánea.

Britto es un exponente que no deja de ser un referente de las artes visuales clásicas y, al tiempo, representa los cambios que en el lenguaje y en el uso de los materiales imponen las tecnologías con la huella del diseño y los estilos de vida propios del consumo. Todo ligado con las implicaciones económicas derivadas -y al tiempo transversales- que inciden en la mentalidad del hombre contemporáneo tanto como lo determinan.



Lean: Una explosión de color y alegría en el Sambódromo

Como ñapa, lean este artículo de un fan de RB sobre la importancia del pintor y escultor brasileño:


Homenaje a Romero Britto

Escribe: Néstor Díaz Videla

A la distancia, la huella que abrió Andy Warhol le da soporte conceptual a las propuestas brillantes de los objetos que lanza Britto y que son al tiempo arte nuevo y decoración. En efecto, el antecedente no tan lejano del pop y sus relaciones con las industrias culturales le dan pie a la propuesta de este todavía joven artista brasileño, que hace propuestas estéticas sin rehuir las lógicas del mercado.

Lo que en Warhol era un lenguaje de sorna e ironía, al tiempo que una aceptación en el sentido de que la omnipresencia del mercado mellaba aún más la idea -aún remanente hacia los años 60- de un arte que aún pretendía estar por fuera de las lógicas económicas propias de la sociedad de masas y consumo. En Britto la evolución lineal y compleja de la desacralización que anunciaron tanto Warhol como antes Benjamin parece ser más compleja y acabada, aunque no concluida.

En efecto, Benjamin desde las reflexiones heterodoxas de la Escuela de Francfurt había señalado que la tecnología y las dinámicas económicas, en lugar de aprisionar e incluso matar al arte lo que en verdad hacen es generar una metamorfosis liberadora y democratizante. La idea apunta a que la reproducción elevada en lo técnico de una Mona Lisa le permite al obrero tener a la obra de Da Vinci en su propia casa.

Eso podía parecer escandaloso hacia los años 30, cuando apareció el ensayo “La Obra de Arte en la época de su Reproductibilidad Técnica”. Incluso en contra de Adorno la tesis de Benjamin apuntaba a que no era presentable tener asco al mercado para ser un legítimo intelectual, creador y artista, o todo eso junto.

BRITTOGARDEN

Ese criterio significaba que no sólo debía desacralizarse la obra de arte sino también el trabajo del realizador de la obra. Arte y mercado en esa línea de pensamiento, no son divergentes y mucho menos enemigos. Más allá de ese criterio que establece posibilidades de comunicación entre dos incomensurables, producción estética y mediación de lógicas de mercado, lo cierto también es que en los objetos que llevan la marca de Romero Britto aparece lo que trae el artista en sus imaginarios desde su “país tropical”, entre ellos el costumbrismo tropical.

Sumado a eso, están los colores transformados en la evocación de la psicodelia de los años 60, cuando el popart tuvo su tiempo y reconocimiento. Sus trabajos, los de Romero Britto, a veces parecen sacados de la carátula de un disco de larga duración y el collage de imágenes que hicieron The Beatles con su creación sobre la historia sugestiva y sugerente del Sargento Pimienta. (aresprensa).

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