Entrevista a Monseñor Fellay el pasado 16 de febrero, para el diario Le Nouvelliste (Suiza, cantón del Valais), realizada por Vicent Pellegrini, y publicada en DICI.
Monseñor, ¿cuándo volverá usted al Vaticano?
No hay fecha fija. Después de la tormenta que se ha producido lo que necesitamos es que se serenen los ánimos.
En cuanto a las conversaciones que en lo sucesivo está usted dispuesto a entablar con Roma, ¿cree que serán pronto?
Tampoco hay fecha para eso...
pero sí, van a comenzar.
¿Serán éstas unas conversaciones largas?¿Dispone ya de un calendario?
Pueden ser largas si tenemos en cuenta lo que acaba de suceder. Y no por nosotros sino a causa de las reacciones en el conjunto de la Iglesia, especialmente en lo relativo a nuestra posición sobre el Concilio Vaticano II. El Concilio introdujo en sus textos muchos términos ambiguos con el fin de conseguir una mayoría más amplia. Hoy en día lo estamos pagando. Los textos no son claros y por la Iglesia corren multitud de diversas interpretaciones. Si no queremos que la Iglesia se rompa en pedazos es urgente una aclaración sobre todos estos puntos del Concilio que se presentó como pastoral y no dogmático. Juan Pablo II decía ya en 1982 que la herejía se extendía a manos llenas por toda la Iglesia. Nos agrada que Roma hable de esas conversaciones con nosotros como algo necesario, conversaciones para tratar temas de fondo. Pero todo eso exigirá probablemente tiempo.
Sin embargo Benedicto XVI tiene ya una interpretación precisa del Vaticano II.
Con motivo de la audiencia que me concedió el año 2005 me dijo que la única interpretación posible del Vaticano II era la consecuente con el criterio de la Tradición viva. El 22 de diciembre del mismo año condenó claramente la hermenéutica de la ruptura con el pasado de la Iglesia.
Pero todo esto es demasiado vasto y vago. Habrá que precisar.