Jacob Presser decidió relatar el controvertido tema de los judíos colaboracionistas con el régimen nazi. Muchos son los libros que han abordado el dramático tema de los campos de concentración. Algunos han sido relatados desde un punto de vista biográfico-histórico y otros han optado por tomar una forma más literaria, llegando a dar forma a auténticas obras de arte, como son los casos de “Si esto es un hombre” o "La escritura o la vida”. “La noche de los girondinos” se mueve a camino de ambas posibilidades pero sobre todo llama la atención por su osadía de, siendo escrito por un judío, centrarse en la actitud de algunos de los pertenecientes a esa religión frente a la barbarie. Uno de los debates filosóficos y morales más polémicos a raíz de los hechos cometidos por la ideología nazi, es el análisis del comportamiento del ser humano cuando se ve en una situación tan extrema y entra en contradicción el sentimiento universal de justicia con el de la supervivencia, y hasta qué punto esta último sirve como excusa para no tomar partido. Jacob Presser, escribió este libro en 1957 con la intención de hacer una revisión de la memoria colectiva de los judíos-holandeses y el comportamiento de muchos de ellos ante la ocupación alemana. Este historiador debido a su situación personal vivida, colabora con la resistencia desde la clandestinidad mientras que su mujer muere asesinada en un campo de concentración, se ve en la obligación moral de desempolvar muchas de las cosas que sufrió en primera persona y otras de las muchas que ha estudiado para escribir “La noche de los girondinos”. Ya en su momento escribió un libro de poemas dedicado a la memoria de su mujer, “Orpheus”. Ante todo estamos ante una mirada profunda al ser humano, como casi siempre en estos casos también dolorosa, y cómo en momentos de total sufrimiento es capaz de convertirse en un monstruo cruel o en lo contrario, es decir, como dice entre sus páginas, convertirse, de verdad, en un hombre. Pero también tiene mucho de intento por saldar cuentas con aquellos que por preservar su integridad, miraron hacia otro lado, dieron chivatazos o directamente colaboraron en el exterminio de sus iguales. Tanto tiene este libro de mirada necesaria al pasado que el gobierno holandés regaló en su momento de edición miles de copias en la Semana del libro holandés, más tarde le otorgaría el premio Van der Hoogt. Construido a medio camino entre la ficción (de personajes y situaciones concretas que no de la escenificación) y la biografía, no se trata como deja claro el escritor desde un principio de un empeño literario sino de una necesidad por contar lo que allí sucedió. Este hecho se deja notar en que el inicio resulta algo deslavazado e inconexo. Según transcurre algo el relato, no tiene más de 100 páginas, consigue crear la suficiente tensión para interesar al lector por la deriva de los personajes y su historia, gracias también a ser contado a modo de flashback. Jacques Henriques, el protagonista de la novela, simboliza en su periplo vital todas las actitudes que el autor quiere mostrar. Desde la “neutralidad” impartiendo clases en un colegio, hasta su colaboracionismo directo, formando parte de los Servicios de Orden (las SS judías) tras ser reclutado por el hijo de uno de los mandamases del campo de concentración Westerbork, y acabando por su redención a raíz de entablar amistad con una suerte de rabino. No estamos ante un libro que destaque sobremanera por su calidad literaria, cosa que dicho sea de paso no parece ser la intención de su creador. Lo que si posee “La noche de los girondinos” es toda la fuerza nacida de revelar una verdad, trágica y desconocida, que investiga en el alma humana y en los mecanismos que “ayudaron” a mantener uno de los episodios más deleznables de la historia. Aunque centrado en un momento histórico determinado no hay que dejar pasar la reflexión que efectúa para aplicarla a muchos de los acontecimientos que suceden hoy en día a nuestro alrededor.