EL SACERDOTE ...
- Es Otro Cristo. Respétalo.
- Es representante de Dios. Ten confianza en él.
- Es tu bienhechor. Muéstrate agradecido con él.
- En el confesionario es médico de tu alma. Manifiéstale tus heridas.
- Es guía en tus caminos. Sigue sus consejos.
- Es juez de tus actos. Obedece sus amonestaciones.
- En el altar, él ofrece tus oraciones a Dios. No te olvides de él.
- El reza por ti, por los tuyos y por las almas del purgatorio. Pide a Dios misericordia para ti y para él.
- En su vida diaria, es hombre. No lo condenes.
- Es un hombre. Una palabra de afecto lo alegrará.
- Si tienes que decir sus faltas, dilas a Dios para que lo ilumine y le dé ánimo para corregirlas.
- El tiene una gran responsabilidad. Pide a Dios que lo guíe en la vida y tenga misericordia de él en el trance de su muerte.
Virgen Inmaculada, acoge bajo tu manto
a todas las almas sacerdotales del mundo entero
para que sean lirios purísimos para Jesús.