MIÉRCOLES, 3 DE DICIEMBRE DE 2014
¿No os ha pasado nunca?, ¿no os ha pasado, revisando la prensa, que leéis que se han hecho estudios para evidenciar lo que ya saben todos, hasta la vieja de la Fabada Asturiana? Seguro que sí. Cuando estas historias ocurren en diabetes da hasta repelús.
Hoy leí en infosalus.com que el estudio Refleja2, presentado por la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) y la Red de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud (RedGDPS), ha demostrado que hay que mejorar la comunicación entre los diabéticos tipo 2 y sus médicos. ¿Y hay que hacer un estudio para darse cuenta de que ocurre eso? ¿Durante los pocos minutos que ambos tienen de consulta, qué comunicación queda si hay que perder tiempo tecleando en la Historia Clínica, revisando anotaciones de otros médicos, y revisando la medicación? Y encima, todo esto hablando dos idiomas, el del médico, con sus tecnicismos, y el del pacientes, que es el de la calle, pero el de la calle, calle, no el de los ciudadanos de clase alta, universitarios ellos, y con el mismo dialecto y deje que sus galenos...
No me explico por qué no se utiliza en gestión clínica más sentido común, y menos estudios subvencionados. Además, si quien subvenciona es la misma empresa farmacéutica que ahora azuza a los que dirigen asociaciones de diabéticos a consumir su precioso sensor, en lugar de otros, incluso en lugar de los venideros, da que pensar.
Pero, está visto, los que más usan ese sexto sentido, el común, no van a la Universidad, ni falta que les hace. Ese dinero, el de la investigación susodicha, bien se podía haber invertido en darles más educación en el manejo de su propia enfermedad a esos pacientes, diabéticos tipo 2 mayores, porque por muy viejos que sean, por muy pocos años que les quede de votantes, necesitan saber, además de intuir.
Al final, hay que buscarse las castañas donde sea. Os dejo un ejemplo al que bien podrían haberse fijado antes de sacar estas conclusiones "refleja-das": en El Viso del Alcor, un pueblo cerca de Alcalá de Guadaíra, hay una tienda, Cuidaria. Es mejor que una ortopedia, porque no solo venden cacharros que mejoran la calidad de vida de los pacientes, sean dependientes o vendedores; además regalan un trato cálido, como se trata a la gente en los pueblos. En esta tienda se organizaban talleres para que la gente aprendiera a vivir mejor. y esos talleres los daba un médico que trabajaba en Atención Primaria en Osuna.
Lo hacía porque le gustaba, y porque quería. Me lo pasé genial esos días. Hablé con personas a las que nunca hubiera conocido de no ser por esta tienda. y aprendí mucho. Y como aprndíamos rodeador de cacharritos curiosos, al final acababa uno llevándose algo, que si un pastillero semanal, que si una cuchara para comer en la cama sin chorrearse enterita... Esa sí que es una buena inversión. de pueblo, pero inversión. Como lo de lamerse las propias heridas.
Taller de Diabetes en Cuidaria.
Imagen (c) Cuidaria
Beatriz González Villegas.