Hay mucha confusión con respecto a lo que pasó en aquella jornada. Algunos hablan de que hubo un juramento de obediencia a la Asamblea General Constituyente y Soberana del año 1813 y no a la Bandera de Belgrano; pero ¿qué hay de cierto en esto? Veamos…
El general, luego presidente e historiador Bartolomé Mitre al respecto realiza una crítica escribiendo que “tres contemporáneos, y dos de ellos actores en esta escena, han dado distintos significados a este acto, sin que hasta ahora nadie se haya tomado el trabajo de ilustrar este punto tan dudoso. Según el coronel José Arenales en sus Noticias Históricas sobre el Chaco (pág.67), este juramento fue la solemne declaración de la independencia hecha por el ejército. Según el general Paz en sus Memorias Póstumas (tomo 1, pág. 72), lo que se juró en ese día fue la bandera que se les presentó y añade que así lo entendieron sus compañeros. Según el coronel Lugones en sus Recuerdos Históricos (pág.34) considera que aquel acto fue simplemente la inauguración de la bandera azul y blanca… … para aumentar las dudas -sigue Mitre- que había respecto del significado del juramento en el río Pasaje, el senador de la Confederación Argentina don Marcos Paz, con motivo de una moción que presentó al Congreso, dijo que él, (esta ceremonia), importó nada menos que la declaración de un acto de verdadera independencia, lo que es cierto en cuanto a la bandera; pero que no lo es que ese fuera el objeto principal del acto. Los documentos con que apoyaba su aserto el señor Marcos Paz los publicó en el Nacional Argentino del 2 de Setiembre de 1857, tomándolos de la Gaceta Ministerial de 1813; pero desgraciadamente no se fijó que el documento principal que se publicó en el núm. 48 de la mencionada Gaceta, salió trunco por un error de imprenta, hallándose la rectificación de este error en el núm. 57 de la misma, a petición de Belgrano. La causa de estas contradicciones –dice Mitre- es no haberse publicado hasta ahora el oficio en que el Gobierno prescribía la forma en que debía hacerse el juramento a la Asamblea, y que es de fecha 1° de Febrero de 1813. En él se le decía: que se sujetase a las fórmulas de los juramentos que se acostumbra a tomar a los reclutas, lo mismo que se ordenó con igual fecha a Sarratea, jefe del ejército de la Banda Oriental. Así, pues, lo que se juró en este día, fue la Asamblea General, con la fórmula del juramento de banderas, aprovechando Belgrano esta oportunidad, para enarbolar nuevamente el pabellón celeste y blanco, que había prometido no volver a desplegar sino después de una gran victoria, y en víspera de otra”.
Claro, en realidad el juramento tenía que realizarse a la Asamblea General Constituyente; pero el general Belgrano que en esos días se encontraba vadeando el río Pasaje, siendo autorizado por fin a utilizar la bandera azul celeste y blanca, realizó un doble juramento lleno de júbilo por poder cumplir su ansiado sueño de la bandera de su creación. Ese 13 de febrero de 1813 bautiza por tercera y última vez al histórico río que nació llamándose Salado, para ser rebautizado como Pasaje, por la existencia del paso que existía en el lugar de los hechos que nos ocupan y ahora Juramento. No solo a la Asamblea, sino como muchos apuntan a la que a la postre será nuestra enseña patria. Veamos como fue el acto…
Las tropas de Belgrano cruzaron desde la banda sur a la norte del río Pasaje, entre los días 9, 10 y 11. No fue una tarea fácil a pesar del paso existente, pues recordemos que en febrero aun son fuertes las lluvias en esta región y que el río venía crecido por los aportes de sus afluentes que venían desde el valle Calchaquí y el de Lerma, en la región de las Sierras Subandinas.
El 13 de febrero el ejército formó un gran cuadro en la orilla norte del río. Belgrano pasa revista a sus hombres y luego, en el centro de la formación, con una breve arenga, les comunica las razones del acto. Manda a leer en voz alta la circular del gobierno declarando la supremacía de la Asamblea General y ordenando que todos le jurasen obediencia. Posteriormente se presenta el coronel Eustaquio Díaz Vélez, mayor general del ejército, trayendo al compás de la banda de música, escoltada por una compañía de Granaderos, una bandera azul y blanca. Era la misma bandera que había enarbolado en Rosario en 1811 y que había bendecido en Jujuy en 1812 y que había tenido que arriar por orden del gobierno que dispuso que la guarde para cuando ocurra una gran victoria. La victoria ya había tenido lugar, por lo que esta vez, con la seguridad de que ya no le prohibirían su uso en las batallas, aprovechó la oportunidad para jurar a la Asamblea y a la bandera bicolor al mismo tiempo.
Entonces debemos recordar que si hubo juramento a la Asamblea General Constituyente; pero al mismo tiempo hubo un juramento a la bandera también. ¿Y cómo fue esto? De la siguiente manera…
El general, desenvainando su espada, dirigió a sus hombres formados las siguientes palabras, señalando la bandera: “Este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria”. Acto seguido prestó, en presencia de las tropas el juramento de obediencia a la Soberana Asamblea para luego tomarlo individualmente a los jefes de cuerpo; interrogó nuevamente a las tropas con las fórmulas prescriptas por el gobierno y tres mil voces respondieron a coro: ¡Sí, juro!
La fórmula dispuesta podría haber sido más o menos formulada de la siguiente manera: “Formación 13 de febrero de 1813. ¿Juráis por Dios y los Santos Evangelios, obedecer y respetar fielmente, aún a costa de la propia vida, las órdenes y disposiciones emanadas por la Asamblea General Constituyente reunida en la ciudad de Buenos Aires?”
Seguidamente, colocando su espada en forma perpendicular al asta de la bandera, entonces desfilaron sucesivamente todos los soldados y besaron uno a uno esa cruz militar, sellando con un beso el juramento que acababan de prestar, en las propias palabras de Bartolomé Mitre. Concluido el acto, se grabó en un árbol gigantesco esta inscripción: “Río del Juramento” .
El general, al dar cuenta al gobierno de este solemne acto, informa: “Todos se felicitan por considerarse revestidos con el carácter de hombres libres, y las más ardientes protestas de morir antes de volver a ser esclavos, han sido las expresiones con que han celebrado tan feliz nueva, y que deben afianzar las esperanzas de cimentar muy en breve el gran edificio de nuestra libertad civil”.
Esa misma tarde el ejército siguió su marcha silenciosa a Salta, en busca del triunfo del día 20. Quedaban 26 leguas y el enemigo no lo había sentido todavía.
FUENTE:
MITRE, Bartolomé. “El Juramento de la Bandera. Capítulo XXI. Salta. 1813”. pp.166 a 168 en HISTORIA DE BELGRANO Y DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA. Tomo 2. Ed. Félix Lajouane. Buenos Aires. 1887.