Es muy probable que la sobre-exposición propagandística del régimen de Hugo Chávez haya tenido algún efecto intimidatorio entre los opositores y entre quienes tienen dudas (los mal llamados “ni-nis”). Chávez y sus acólitos, incluyendo particularmente los militares, han aplicado una regla fundamental de la propaganda que estableciera el nazi Goebbels: apelar al terror por todos los medios. Y no le han faltado medios al autócrata y su combo. El más destacado de ellos fue el desfile militar para celebrar el 4F, la intimidación por las armas, por la violencia institucionalizada y no institucionalizada (recordar La Piedrita). Los otros medios tienen que ver con lo que los venezolanos llamamos el “bozal de arepa”, es decir el miedo a perder alguno de los beneficios que ofrece ó promete el régimen.
Si bien la fórmula del terror puede resultar eficaz para los fines del autócrata, el régimen de Chávez se equivoca al pensar que el miedo es una emoción que sólo se mueve en una dirección. El miedo inhibe, pero también produce otras reacciones. En el terreno de las pasiones vale la imagen de la bipolaridad. Algunos se paralizan ante el terror, pero otros pasan de la inhibición inicial a la “arrechera”, para decirlo en venezolano. La intención de intimidar del régimen va cargando a ciertas personas que, indignadas, buscarán drenar su justificada “arrechera” por la vía del voto.
No todo debe ser pasión pura en la reacción opositora. Hay una razón fundamental que debe acompañar a la “arrechera”; votar el 12 de febrero primero y después el 7 de octubre es el acto fundacional del poder civil en Venezuela. Es, en el sentido más primordial, una revolución para instaurar el poder de los ciudadanos desarmados, que en la multitud del voto decidirán el porvenir de su vida en común. Los realistas (por el sentido de realidad, no por monárquicos) me dirán que ante el poder civil tenemos el poder militar y paramilitar de la autocracia. La lucha se presenta desigual. No les falta razón, pero hay dos observaciones que quiero hacer al respecto.
La primera observación es que la historia está llena de ejemplos de luchas extremadamente desiguales, en las que el poder civil terminó por imponerse por la vía democrática. Los chilenos contra la dictadura de Pinochet, a la que sacaron con un plebiscito. Los polacos que terminaron con la tiranía comunista, y todos los resistentes que en la Europa Oriental lucharon contra las dictaduras pro-soviéticas. Mandela y la mayoría en Sudáfrica contra el apartheid. Martin Luther King y los millones que desfilaron con él para promover los derechos civiles de los afro-americanos. No hay ingenuidad en estos ejemplos, es sólo el reconocimiento de una evidencia clara. El poder los tanques y de la brutalidad tiene sus límites ante la multitud civil activada.
La segunda, es que hay algo de debilidad en el hecho que el “Líder Máximo”, el “Comandante Supremo de los Ejércitos”, tenga que declarar que la Fuerza Armada es “chavista”. Ante lo que podría ser una “evidencia”, por las muestras de adulancia que han dado los militares en estos días, no haría falta declarar que los hombres y mujeres en armas son leales a Chávez. Pero si el mismísimo Chávez tiene que decirlo y repetirlo, es que lo que parece una “evidencia” probablemente no lo sea tanto, ó no lo sea para toda la Fuerza Armada. Dicen los franceses que “qui s’excuse s’accuse”.
Este domingo 12 de febrero tendremos la oportunidad de dar un paso importante para salir de la trampa del miedo. Será sólo un primer gesto de una lucha que se anuncia dura. El régimen arreciará en su campaña de terror. Una buena dosis de sana “arrechera” y una buena carga de razón civilista deben traducirse en multitud para consolidar el poder civil que pondrá fin a un régimen corrupto e incapaz. A votar, pues.
(Los subrayados son míos)
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Si bien la fórmula del terror puede resultar eficaz para los fines del autócrata, el régimen de Chávez se equivoca al pensar que el miedo es una emoción que sólo se mueve en una dirección. El miedo inhibe, pero también produce otras reacciones. En el terreno de las pasiones vale la imagen de la bipolaridad. Algunos se paralizan ante el terror, pero otros pasan de la inhibición inicial a la “arrechera”, para decirlo en venezolano. La intención de intimidar del régimen va cargando a ciertas personas que, indignadas, buscarán drenar su justificada “arrechera” por la vía del voto.
No todo debe ser pasión pura en la reacción opositora. Hay una razón fundamental que debe acompañar a la “arrechera”; votar el 12 de febrero primero y después el 7 de octubre es el acto fundacional del poder civil en Venezuela. Es, en el sentido más primordial, una revolución para instaurar el poder de los ciudadanos desarmados, que en la multitud del voto decidirán el porvenir de su vida en común. Los realistas (por el sentido de realidad, no por monárquicos) me dirán que ante el poder civil tenemos el poder militar y paramilitar de la autocracia. La lucha se presenta desigual. No les falta razón, pero hay dos observaciones que quiero hacer al respecto.
La primera observación es que la historia está llena de ejemplos de luchas extremadamente desiguales, en las que el poder civil terminó por imponerse por la vía democrática. Los chilenos contra la dictadura de Pinochet, a la que sacaron con un plebiscito. Los polacos que terminaron con la tiranía comunista, y todos los resistentes que en la Europa Oriental lucharon contra las dictaduras pro-soviéticas. Mandela y la mayoría en Sudáfrica contra el apartheid. Martin Luther King y los millones que desfilaron con él para promover los derechos civiles de los afro-americanos. No hay ingenuidad en estos ejemplos, es sólo el reconocimiento de una evidencia clara. El poder los tanques y de la brutalidad tiene sus límites ante la multitud civil activada.
La segunda, es que hay algo de debilidad en el hecho que el “Líder Máximo”, el “Comandante Supremo de los Ejércitos”, tenga que declarar que la Fuerza Armada es “chavista”. Ante lo que podría ser una “evidencia”, por las muestras de adulancia que han dado los militares en estos días, no haría falta declarar que los hombres y mujeres en armas son leales a Chávez. Pero si el mismísimo Chávez tiene que decirlo y repetirlo, es que lo que parece una “evidencia” probablemente no lo sea tanto, ó no lo sea para toda la Fuerza Armada. Dicen los franceses que “qui s’excuse s’accuse”.
Este domingo 12 de febrero tendremos la oportunidad de dar un paso importante para salir de la trampa del miedo. Será sólo un primer gesto de una lucha que se anuncia dura. El régimen arreciará en su campaña de terror. Una buena dosis de sana “arrechera” y una buena carga de razón civilista deben traducirse en multitud para consolidar el poder civil que pondrá fin a un régimen corrupto e incapaz. A votar, pues.
(Los subrayados son míos)
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