Solemnidad celebrada el primero de Noviembre. Esta instituida en honor a todos los Santos, conocidos y desconocidos, y, según Urbano IV, para compensar cualquier falta a las fiestas de los santos durante el año por parte de los fieles.
En los primeros días del Cristianismo se acostumbró a solemnizar el aniversario de la muerte de un mártir por Cristo en el lugar del martirio. En el Siglo IV, las diócesis vecinas comenzaron a intercambiar fiestas, se pasaban las reliquias, las repartían, y se unían a una fiesta en común, como esta demostrado en la invitación de San Basilio de Caesarea (397) a los obispos de la provincia de Pontus. Frecuentemente los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En la persecución de Docletiano el numero de mártires llego a ser tan grande que no se podía separar un día para asignársele. Pero la Iglesia, sintiendo que cada mártir debería ser venerado, señalo un día en común para todos. La primera muestra de ello se remonta a Antioquia en el Domingo antes de Pentecostés. También se menciona lo de un día en común en un sermón de San Efrén el Sirio (373), y en la 74ta. Homilía de San Juan Crisóstomo (407). Al principio solo los mártires y San Juan Bautista eran honrados por un día especial. Otros santos se fueran asignando gradualmente, y se incrementó cuando el proceso regular de canonización fue establecido; aún, a principios del 411 había en el Calendario Caldean una “Commemoratio Confessorum” para el viernes de los Orientales. En Occidente Bonifacio IV, 13 Mayo, 609, o 610, consagro el Panteón en Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario. Gregorio III (731-741) consagro una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los Santos y arregló el aniversario para el 1 de Noviembre. La basílica de los Apóstoles que ya existía en Roma, ahora su dedicación seria recordada anualmente el 1 de Mayo. Gregorio IV (827-844) extendió la celebración del 1 de Noviembre a toda la Iglesia. La vigilia parece haber sido llevada a cabo antes que la misma fiesta. Y la octava fue adicionada por Sixto IV (1471-84).
Introito. -Regocijémonos todos en el Señor, al celebrar esta fiesta en honor de todos los Santos; de cuya solemnidad se alegran los Ángeles , y alaban juntos al Hijo de Dios. -(Ps. 32) Regocijaos, ¡oh justos!, en el Señor; a los rectos de corazón les está bien el alabarle. V. Gloria Patri.
ORACIÓN
¡Oh Dios omnipotente y eterno!, que nos concedéis venerar en una sola festividad los merecimientos de todos los Santos: os suplicamos derraméis sobre nosotros, por los ruegos de tantos intercesores, la deseada abundancia de vuestras misericordias. Por nuestro Señor Jesucristo.