Si la Misa es una comida, se comprende que el sacerdote se vuelva hacia los fieles. Como por ejemplo hacen los protestantes.
Pero la Misa es un sacrificio, por eso se le llama santa, porque es el santo sacrificio que Nuestro Señor Jesucristo realizó en el Calvario y se vuelve a realizar y se hace presente entre nosotros en la celebración del Santísimo Sacramento del Altar, siendo así la acción que solo puede ofrecer un varón de manos consagradas como sería el sacerdote, un sacrificio se ofrece a Dios y no a los asistentes, aunque los asistentes estén en oración y devoción a lo que se celebra que es un misterio muy grande, respondiendo siempre al sacerdote y uniéndose a él espiritualmente y después recibiendo a Jesús con reverencia y adoración, que es símbolo que lo amamos; a veces que voy a una Misa nueva veo que alguna gente al tomar la comunión con la mano se desprenden algunas partículas y se quedan en la mano de algunos fieles e incluso cae al suelo, eso veo que es una falta de respeto y no tenerle verdadero amor a Jesús sacramentado, e incluso a mi de pequeño me obligaron o más bien me impusieron junto a mis compañeros a recibir a Nuestro Señor en la mano, ahora que falta, así no veo respeto, reverencia y menos adoración, cuando hace 40 años atrás la comunión la recibían los niños arrodillados y con las manos juntas, como símbolo de respeto, urbanidad y buena conducta de cristiano católico; ahora parece que se están repartiendo monedas para que los niños se diviertan, con todo el respeto del mundo, esto es llegar a un límite muy extremo, creo que a muchos obispos y sacerdotes se le ha subido a la cabeza lo de reformar y modernizar.
Pero además de todo esto la Santa Misa es un sacrificio, ¿cuál? se preguntarán algunos, pues nada más y nada menos que el que realizó Nuestro Señor Jesucristo por todos nosotros en el Calvario, que con más razón hay que tenerle reverencia, adoración y respeto como tuvieron los magos en Belén, incluso ofreciendole lo mejor que tenían; oro, incienso y mirra, a un Rey oro, a un Sumo Sacerdote incienso y a una dolorosa Pasión mirra, por tanto con Fe acerquémonos al Rey de la Gloria a ofrecerle lo mejor de nuestras vidas y adoremosle, esta es la razón por la que el sacerdote, encabezando a los fieles, se vuelve hacia Dios, hacia el crucifijo que preside el Altar y la celebración en sí, recordando que Jesús se ofreció en la Cruz por todos nosotros, es una orientación cristocéntrico en la que los fieles junto al sacerdote miran y se orientan al crucifijo y no ocurre lo que sucede en la misa nueva que se dan la cara e incluso a veces hay mala orientación al sacerdote y muchas distracciones, os voy a contar una anecdota que me ocurrió estando yo en el seminario diocesano de mi diócesis, estando yo de acólito ayudando al sacerdote en la misa un compañero que estaba enfrente sentado me puso una cara rara y entonces yo empecé a reir en medio de la misa por la simple razón de que puso una mueca no se la razón ni el por qué, pero así ocurrió; o las risas de algunos sacerdotes que recuerdo también cuando nos miraba el sacerdote y a veces se reía sin prestar mucha atención al altar y al sacrificio, pero es cuestión de abrir los ojos y darse cuenta de que la Santa Misa es un sacrificio y no un circo o un simple recuerdo de la cena del Señor en la que nos sentamos y nos ponemos en pie y nos volvemos a sentar, el hecho de ponerse de rodillas es muy importante y la Misa nueva apenas hay que arrodillar como en la tridentina por ejemplo.
Tres condiciones indispensables son necesarias para que la Misa sea la continuación del Sacrificio de la Cruz:
La Oblación de la víctima; la transustanciación que la hace verdaderamente presente y no simbólicamente; la celebración por un sacerdote que toma el lugar de Cristo, el sacerdote principal. Este sacerdote debe estar consagrado por su Ordenación.
Ahora bien, advertimos que la nueva Misa, que es la nueva norma adoptada después del concilio para la celebración de la Misa, se alinea sobre la concepción protestante, o al menos se le aproxima peligrosamente. Para Lutero la misa puede ser un sacrificio de alabanza, es decir, un acto de alabanza, de acción de gracias; pero no un sacrificio expiatorio, renovación y aplicación del Sacrificio de la Cruz. Para Lutero el sacrificio de la Cruz tuvo lugar hace 20 siglos en un momento determinado de la historia; allí quedó, no puede repetirse; sólo podemos aplicarnos los méritos de ese sacrificio de Cristo por nuestra fe en su muerte y en su resurrección. Por el contrario, la Iglesia cree y afirma que ese sacrificio se renueva y se realiza místicamente sobre nuestros altares en cada misa, de una manera incruenta por la separación del Cuerpo y Sangre de Jesús en el pan y el vino.
Hacer de la Misa una comida memorial, una comida fraternal es un gran error de los protestantes. ¿Qué pasó en el siglo XVI? Precisamente lo que está camino de ocurrir hoy en la Iglesia Católica. Se sustituyó el altar por una mesa, se suprimió el Sacrificio del Altar y se puso de cara a los fieles al "presidente de la asamblea". El escenario de la cena protestante está perfectamente descrito en "Pierres vivantes", el libro de texto compuesto por los Obispos de Francia en los años 80's y que debe ser enseñado obligatoriamente a todos los niños: "los cristianos se juntan para celebrar la Eucaristía. Es la misa... Ellos proclaman la fe de la Iglesia, ofrecen el pan y el vino... El sacerdote que preside dice la gran oración de acción de gracias..."
Pero esa no es la fe de la Iglesia Católica. En la Religión Católica, el sacerdote es quien celebra la Misa, él es quien ofrece el pan y el vino. La noción de "presidente de la asamblea" proviene directamente del protestantismo. El cambio de vocabulario sigue al cambio de mentalidad. Antiguamente se decía: "Monseñor Lustiger celebrará una Misa Pontifical". Actualmente la frase utilizada es: "Lustiger presidirá una concelebración".
La comunión del sacerdote y los fieles es una comunión de la víctima, que se ofrece sobre el altar en sacrificio. Este es sólido, de piedra; si no fuese así, contiene por lo menos el Ara, que es una piedra sacrificial. En él se han incrustrado reliquias de mártires, pues ellos han ofrecido su sangre por el Maestro. Esta comunión de la sangre de Nuestro Señor con la sangre de los mártires nos anima a ofrecer también nuestras vidas a Dios.