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Contra la impunidad del feminicidio en Ciudad Juárez




Lo mejor era huir. Forzar una maleta difícil de cerrar, tomar en brazos a su hija y partir hacia el norte. Marisela fue maestra en la misma escuela por más de 20 años, y vivió más de 30 en el mismo barrio de la ciudad donde nació: Ciudad Juárez, la frontera entre México y Estados Unidos. Un día, salió a trabajar, y en la puerta del aula encontró un cartel colgado: “¡Vete, si no, te mataremos a ti y a toda tu familia!”. No es necesaria la firma, son los traficantes de droga de Ciudad Juárez.  Fuente: www.diagonalperiodico.net 

Los Montoneros


Montoneros fue una organización guerrillera argentina que se identificaba con la izquierda peronista que desarrolló la lucha armada entre 1970 y 1979, aunque su período de máximo poder se extendió hasta 1976.
Sus objetivos iniciales fueron la desestabilización del gobierno de facto autodenominado "Revolución Argentina" (Onganía, Levingston, Lanusse / 1966 - 1973) y el retorno al poder del generalJuan Domingo Perón; posteriormente, una vez que asumió la presidencia Héctor José Cámpora sus acciones de violencia se dirigían a la instauración en la Argentina de un sistema político que denominaban "Socialismo Nacional", al que consideraban como la evolución histórica natural del peronismo. Fue declarada "ilegal" por el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón el 8 de septiembre de 1975, casi un año después de la decisión de la organización de volver a la clandestinidad, adoptada el 6 de septiembre de 1974.
Si bien durante sus primeros años recibieron el apoyo de Juan D. Perón y de buena parte del Movimiento Peronista, a partir del 1 de mayo de 1974 sus acciones provocaron el rechazo de su líder y de los sectores sindicales y políticos del peronismo ortodoxo, llevándolos a un gradual aislamiento al que siguió su retorno a la clandestinidad y posterior desarticulamiento por ladictadura militar que derrocó a la viuda de Perón, el 24 de marzo de 1976.

Orígenes, ideología y fundadores

Las raíces tempranas del movimiento se pueden encontrar en la década de 1960, en la confluencia de militantes del movimiento nacionalista estudiantil de ultraderecha Tacuara, la Agrupación de Estudios Sociales de Santa Fe, y el integrismo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Desde dichas vertientes se perfilaron grupos que se afianzarían junto a la militancia católica de jóvenes de clases medias y altas, cuyo órgano de prensa aglutinante era la revista nacionalista "Azul y Blanco" dirigida por Marcelo Sánchez Sorondo y Ricardo Curutchet y cuyo secretario de redacción desde 1966, fue Juan Manuel Abal Medina. Luego, estos jóvenes tuvieron un punto de encuentro en la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio, y a partir de allí se conforma el Comando Camilo Torres que, junto al grupo conducido por José Sabino Navarro, pueden considerarse las células iníciales de Montoneros.
Hacia fines de la década de 1960 fueron alineándose con el peronismo revolucionario, de neto perfil populista y anti-imperialista, en tanto que su ideología se estructuraba con una poco clara mezcla de la doctrina peronista, con elementos del marxismo latinoamericano revolucionario provenientes del Che Guevara y de Fidel Castro, recibiendo fuertes influencias católicas desde elMovimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Varios fundadores de lo que luego se transformaría en una organización armada se conocieron cuando eran seguidores del sacerdote tercermundista Carlos Mugica.
Autodefinidos en sus comienzos como una vanguardia armada nacionalista, católica y peronista, y utilizando consignas como "Perón o muerte", Montoneros se asumió como organización político militar en la provincia de Buenos Aires, y fue encabezada por Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus, José Sabino Navarro, Emilio Maza, Carlos Capuano Martínez, Norma Arrostito, Mario Firmenich, entre otros.
El nombre Montoneros resaltaba la continuidad histórica con los caudillos del interior argentino en el siglo XIX y las "montoneras" originales, del "Chacho" Peñaloza y Felipe Varela, y establecía así una línea política nacionalista, antiimperialista y federal que la hacían partir de José de San Martín y las guerras de la independencia, pasar por los caudillos y Juan Manuel de Rosas y desembocar en Perón. Inclusive, en las primeras épocas de la organización guerrillera, varios de sus comandos operativos (Unidades de Combate) adoptaron circunstancialmente el nombre de esos caudillos para firmar sus "partes de guerra". Esta práctica se abandonó cuando sus militantes comenzaron a caer en combate y los comandos firmaban entonces con los nombres de los compañeros muertos.
Otros dirigentes notorios fueron Julio Roqué, Dardo Cabo, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Horacio Mendizábal, Raúl Yaguer, Roberto Perdía, Fernando Vaca Narvaja, Rodolfo Galimberti,José Pablo Ventura, algunos de ellos provenientes de la organización Descamisados y otros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias o «FAR», una organización armada nacida de la fractura del PC argentino, la cual trocó su ideología marxista-leninista original por una más próxima al peronismo combativo, hecho que condujo a su fusión con Montoneros el 12 de octubre de 1973.
El 7 de septiembre de 1970, en William Morris (provincia de Buenos Aires), fueron muertos en un enfrentamiento Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Desde entonces, la militancia que adscribe al sector de izquierda peronista conmemora esa fecha como el "Día del Montonero".

Su primera acción pública

La organización armada Montoneros se presentó ante la sociedad el 1 de junio de 1970 mediante un comunicado referido al secuestro y asesinato del general y expresidente Pedro Eugenio Aramburu, quien fuera la cabeza de la Revolución Libertadora que en 1955 había derrocado al gobierno constitucional de Perón. Sobre esa acción dijo Mario Eduardo Firmenich:
"El ajusticiamiento de Aramburu era un viejo sueño nuestro…La ejecución de Aramburu debía significar precisamente la aparición pública de la organización.”1
El padre Carlos Mugica dijo entonces: Quienes secuestraron a Aramburu no fueron los guerrilleros de Taco Ralo. Es un castigo por los fusilamientos de 1956 y si digo algo más me va a pasar un camión por encima. El secuestro se había realizado el 29 de mayo (Día del Ejército Argentino), cuando militantes de un autodenominado «Comando General Juan José Valle de la Organización Montoneros» vestidos como oficiales del Ejército lo sacaron de su departamento haciéndole creer que le brindarían custodia. Aramburu fue llevado por la fuerza a la estancia La Celma de la localidad de Timote en la provincia de Buenos Aires, y en un «juicio revolucionario» en el que no tuvo posibilidad de defensa, es acusado por «traición a la patria», por los fusilamientos de civiles en los basurales de José León Suárez, por el del general Juan José Valle y otros militares, y por la desaparición del cadáver de Evita. Posteriormente, Aramburu fue asesinado por Fernando Abal Medina en el sótano de la mencionada chacra.
La sentencia que se dictó a raíz de la muerte de Aramburu condenó a varios de los autores por el delito de homicidio, pero las penas no llegaron a cumplirse pues fueron amnistiados al llegar Héctor José Cámpora a la presidencia.
Los estudiosos de los movimientos armados de la época establecen su punto fundacional en este secuestro, pero en la práctica, Montoneros ya existía como una organización política desde hacía ya varios meses, aunque muy minoritaria y casi secreta.

La toma de la Calera

El 1 de julio de 1970, a las 7.30, los Montoneros realizaron un operativo en la localidad cordobesa de La Calera. Tomaron la comisaría, se asaltó el Banco de la Provincia de Córdoba, se tomó la central telefónica y se inutilizaron sus equipos y se dejó en la esquina del banco una caja –un supuesto explosivo– que en realidad contenía un grabador con la marcha peronista. Luego de la retirada, diversos errores de planificación y ejecución provocaron la detención de varios militantes, algunos de ellos fundadores de la organización. Fueron heridos Ignacio Vélez y Luis Lozada y detenidos José Breganti, Felipe Defrancesco, Cristina Liprandi, José Fierro, Juan Conte Grand, Juan Sorati Martínez y Heber Albornoz en tanto murió en el enfrentamiento el llamado Comandante Emilio Maza.

Inserción en el peronismo 

A partir de allí y en sus primeros años de accionar, los Montoneros iniciaron un proceso de rápida captación de cuadros en el peronismo (que podía comprobarse con la participación de decenas de miles de simpatizantes y adherentes en las manifestaciones populares), y un gran crecimiento de militantes y adeptos que se integraban a sus agrupaciones de superficie (Juventud Peronista de las Regionales, Juventud Trabajadora Peronista y Juventud Universitaria Peronista, que titularizaba los Centros de Estudiantes en casi todas las facultades del país), y procuraron influir políticamente en el levantamiento de la proscripción del peronismo y la convocatoria a elecciones, en las que impusieron la consigna: "Luche y Vuelve".

Asesinato de políticos

El 18 de marzo de 1972, tres hombres y una mujer que dijeron pertenecer a Montoneros ingresaron a la casa del dirigente político Roberto Mario Uzal, de la junta Promotora Provincial del partido Nueva Fuerza, e intentaron secuestrarlo. Uzal se resistió y en el tiroteo resultó herido, falleció dos días más tarde, el 20 de marzo. Los guerrilleros se retiraron luego de pintar la casa con consignas. 
Arturo Mor Roig dirigente de la Unión Cívica Radical que había sido Ministro del Interior durante la presidencia de facto de Lanusse y que se había retirado de la política, fue asesinado por Montoneros  el 15 de julio de 1974 mientras almorzaba en un restaurante de San Justo. También fueron asesinados por los guerrilleros el jefe de la Policía Federal Alberto Villar y su esposa.

La relación con Perón 

Entre sus variados contactos con las agrupaciones de superficie, Montoneros integra a JAEN (Juventud Argentina para la Emancipación Nacional) a su estructura de masas. Los dirigentes de dicha agrupación eran Rodolfo Galimberti yErnesto Jauretche. Se decidió además que Galimberti viajara hacia España con una carta de Montoneros, dirigida al general Perón en donde le explican las causas y motivos por los que secuestraron y dieron muerte al expresidente Pedro Eugenio Aramburu, como también sus intenciones de continuar actuando como el brazo armado del movimiento peronista. Desde su exilio en Madrid, Perón los alentó en su proceder guerrillero, pues el accionar y la lealtad incondicional de esta organización le posibilitaba presionar y desestabilizar a los gobiernos de facto de la llamada Revolución Argentina que gobernaba por entonces en el país.
En dicha línea estratégica, a la distancia Perón los denominó «formaciones especiales», dando a entender que la existencia de los Montoneros y las otras organizaciones armadas del peronismo eran una circunstancia temporal y táctica, que se justificaba en la medida de la existencia de una dictadura militar. No obstante, les prodigó elogios tales como «juventud maravillosa», e inclusive en una carta, refiriéndose a la ejecución del Aramburu, les escribió «encomio todo lo actuado». Según consta en numerosos testimonios y declaraciones públicas de la época, los Montoneros –erróneamente– consideraron que tenían el aval de Perón para constituirse en la vanguardia revolucionaria funcional a los planes del viejo caudillo para la construcción de una Patria Socialista.
El 11 de marzo de 1973, en las elecciones generales, el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), que nucleaba al Partido Justicialista, al Partido Conservador Popular, al Partido Socialista Unificado y a otras fuerzas menores, ganó por abrumadora mayoría llevando como candidato a presidente al Dr. Héctor José Cámpora. Perón retornó definitivamente a la Argentina, y a partir de esos días modificó sustancialmente su relación con las corrientes de izquierda de su propio partido, prefiriendo apoyar y respaldarse en el ala histórica más conservadora del amplio espectro de sus colaboradores y simpatizantes de derecha, marcando por lo tanto una creciente distancia discursiva hacia Montoneros, y quitándole gradualmente espacio y protagonismo político dentro del movimiento que él lideraba.

La masacre de Ezeiza

El 20 de junio de 1973, durante la oportunidad tan esperada por sus partidarios del regreso de Perón a su país luego de 18 años de exilio, ocurrieron los hechos conocidos como masacre de Ezeiza, en esa localidad cercana al aeropuerto internacional donde estaba programado que arribaría la aeronave, constituyendo el dramático anticipo de lo que sobrevendría en los siguientes años del escenario político argentino.
Para recibir a Perón concurrió al lugar un número de personas que fue estimado desde un millón y medio hasta seis millones de personas, en tanto que una versión del periodista Hugo Gambini afirma que un avión de reconocimiento de la Fuerza Aérea que tomó fotografías de la multitud y luego hizo el cálculo en una hoja milimetrada habría demostrado que se trataba solamente de doscientas mil personas, la mayor concentración en el país hasta el momento, y en medio de ella las columnas de Montoneros junto a otras agrupaciones de izquierda representaban un importante despliegue de movilización. Por expresas directivas de Perón, la seguridad de todo el operativo del regreso se delegó en el coronel (RE) Jorge Osinde, del ala más conservadora de su movimiento político, excluyendo a Esteban Righi (por entonces Ministro del Interior de la Nación), responsable natural de la seguridad del país e ideológicamente cercano a Montoneros.
Varios enfrentamientos —cuyo saldo de muertos y heridos nunca fue determinado exactamente, ni investigado judicialmente— se generaron durante todo el día entre los grupos armados paramilitares a cargo del operativo de seguridad, y militantes de Montoneros que habían concurrido armados, en medio de cientos de miles de concurrentes, algunos con sus familias, quienes no entendían lo que estaba ocurriendo y tampoco recibían información a través de las radios que silenciaban los hechos.
Al caer la tarde, y ante las noticias provenientes de Ezeiza, la aeronave que traía a Perón fue desviada al aeropuerto de Morón. Por la noche aún continuaron las corridas y enfrentamientos armados en Ezeiza, mientras la mayoría de la multitud pugnaba por abandonar el área y ponerse a salvo.

Las contradicciones con el gobierno

Una vez radicado en el país Perón comenzó a apartarse tanto de los cuadros armados de Montoneros como de sus enlaces políticos, los miembros de las Juventudes Peronistas de la Tendencia Revolucionaria.
Montoneros, que ya atravesaba un proceso de contradicciones internas entre la realidad del proyecto de Perón y sus propias expectativas, seguía apoyando públicamente al gobierno pero el 25 de septiembre de 1973 un grupo comando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) asesinó al Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT) José Ignacio Rucci, en el populoso barrio de Flores de Buenos Aires.
Si bien Montoneros no reconoció en ese momento la autoría dado que había sido la FAR -antes de la unificación de ambas organizaciones- la que llevó a cabo ese atentado, fue aceptado años después por varios dirigentes de la organización que ese operativo fue planificado y concretado para "tirarle un muerto a Perón" y demostrarle poder. La emboscada a Rucci ocurrió sólo dos días después de las elecciones que consagraron a Perón por tercera vez presidente constitucional de Argentina, y provocó una conmoción política. Aparentemente el objetivo del asesinato fue mostrar sus fuerzas y sus límites desafiando al propio Perón, y reclamar con ello la cuota de poder que se les negaba dentro del gobierno. El sindicalismo ortodoxo, la CGT y el resto del peronismo interpretaron este atentado como una abierta declaración de guerra. Montoneros se fusionó definitivamente con la FAR al mes siguiente, en octubre de 1973 por lo que, como en el caso de Vandor, Montoneros por motivos políticos se hizo cargo de operativos militares cometidos con anterioridad por miembros de otras organizaciones.

La "Triple A" (AAA)

Afloró entonces el pleno protagonismo político de José López Rega, ex cabo de la Policía Federal Argentina, secretario privado de Perón y conocido también como Lopecito, tal como lo llamaba familiarmente Perón, Daniel por sus allegados y El Brujo por sus enemigos, debido a sus inclinaciones esotéricas, quien fue ascendido a Comisario General por Perón en un solo paso e inmediatamente nombrado Ministro de Bienestar Social del gobierno. Ministro y consejero de confianza del líder, López Rega tuvo un importante rol en la lucha contra Montoneros, a quienes solía referirse como la infiltración marxista. Su poder en el gobierno le permitió crear y apoyar financieramente con fondos ilícitamente desviados desde el ministerio a su cargo a la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina o Triple A.
La Triple A contaba muchas veces con la colaboración operativa y de inteligencia militar para atentar violentamente, no sólo contra los cuadros Montoneros y las juventudes políticas de la Tendencia Revolucionaria, sino también contra cualquier ciudadano sospechoso de poseer una ideología de izquierda.

El Primero de Mayo

El punto de máxima tensión en el proceso de expulsión de Montoneros del movimiento peronista se produjo el 1 de mayo de 1974, en ocasión de los festejos por el Día del Trabajo. Ya en el ocaso de su vida, Perón, en pleno ejercicio de sus facultades como presidente e indignado por los cánticos ofensivos que entonaban las columnas montoneras contra su esposa y vicepresidente María Estela Martínez de Perón, contra López Rega y acusando a su gobierno de "estar lleno de gorilas", durante una gran convocatoria en la Plaza de Mayo Perón los llamó estúpidos e imberbes en un encendido y recordado discurso desde el balcón de la Casa de Gobierno. La reacción de los militantes montoneros y sus simpatizantes, provocó algunos enfrentamientos y la inmediata retirada de la Plaza de las columnas que respondían a la organización. Entonces Perón le encomendó al Dr. Juan Manuel Abal Medina que les transmitiese que él quería hablar personalmente con Norma Arrostito y con Fernando Vaca Narvaja. La conducción de Montoneros no autorizó a los dos convocados por Perón, a que se encontraran con él, por lo que la reunión no se realizó. Luego de dicho suceso, la jerarquía montonera decidió el pase a la clandestinidad de la organización. El retorno a la actividad clandestina fue reconocido formalmente por la Conducción Nacional de Montoneros en el mes de septiembre de 1974 mediante una conferencia de prensa secreta ofrecida por Mario Firmenich, Adriana Lesgart (Grupo Evita), José Pablo Ventura (JUP), Enrique Juárez (JTP) y Juan Carlos Dante Gullo (JP). La organización fue declarada ilegal por el gobierno el 8 de septiembre de 1975.
A partir de 1975 se realizaron conversaciones para un acercamiento entre la dirigencia de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), otra organización armada irregular argentina de ideología marxista-leninista y brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Frente a los hechos armados emprendidos por la guerrilla se dio una acción cada vez más violenta de la derecha peronista –sostenida desde el entorno del propio Perón– contra las organizaciones guerrilleras que se acentuó más aún luego de la muerte del anciano líder, al asumir su esposa y vicepresidente María Estela Martínez de Perón la presidencia, y de la que se afirmaba que su opinión y voluntad estaban bajo la influencia de López Rega.

El secuestro de los Born

En medio de un clima político y social sumamente enrarecido y conflictivo, el 19 de septiembre de 1974 un comando montonero concreta el secuestro extorsivo que obtuvo el cobro del mayor rescate de la historia argentina ya que la organización recibió sesenta millones de dólares, por la entrega con vida de los hermanos Juan y Jorge Born (Bunge & Born), a los seis y nueve meses respectivamente. Los hermanos Born eran por entonces los principales accionistas del mayor conglomerado productor y exportador cerealero argentino. Durante este hecho Montoneros asesinó a un empresario (de apellido Bosch) y al conductor del vehículo (apellidado Pérez) en que viajaban los secuestrados.
Dirigentes montoneros confirmaron que una parte del dinero fue derivada hacia Cuba con el fin de ponerla transitoriamente a resguardo, en tanto que el pago final de unos 17 millones de dólares fue cobrado y administrado por el banqueroDavid Graiver, quien tenía sus oficinas en la ciudad de Nueva York y falleció en un dudoso accidente de aviación. Las relaciones entre el régimen de Fidel Castro y los Montoneros no siempre eran de mutua afinidad. Por un lado han circulado versiones periodísticas sugiriendo que la fortuna de los Montoneros quedó finalmente incautada y confiscada en Cuba por orden de Castro, pero algunos ex funcionarios cubanos han declarado que todo el dinero proveniente de este mega secuestro les fue entregado a Firmenich, Perdía y Yaguer, algunas veces en forma personal y en efectivo, y otras en graduales y sucesivas remesas al exterior vía complejas triangulaciones financieras a través de bancos deChecoslovaquia y Suiza.
Los mencionados dirigentes montoneros jamás han dado precisiones ni respondido fehacientemente los cuestionamientos en tal sentido, y el destino final de los fondos del rescate se mantiene como un enigma.

La desaparición de Roberto Quieto

El 28 de diciembre de 1975 personas dirigidas por quien se identificó con una credencial como Inspector Rosas, de la Policía Federal, redujeron al dirigente montonero Roberto Quieto con violencia a culatazos en la cabeza, lo arrastraron hasta un auto y partieron velozmente.
La noticia fue difundida por la prensa al mismo tiempo que legisladores radicales denunciaban el hecho en el Congreso. Al gobierno de la presidente María Estela de Perón llegaron reclamos de dirigentes e intelectuales del país y del extranjero pero en ningún momento reconoció la detención de Quieto quien, según algunas fuentes habría sido torturado en la guarnición militar de Campo de Mayo, pero del que nunca se tuvieron noticias ciertas pasando a la categoría dedesaparecido.

El juicio del Tribunal Revolucionario

Una semana después del hecho Montoneros informó internamente que habían caído algunos locales de importancia conocidos por Quieto y que no cabían dudas acerca de su responsabilidad y casi de inmediato decidió cesar todas las acciones y gestiones por su liberación y un poco más adelante le iniciaba juicio revolucionario. Luego Montoneros emitió un comunicado informando que el 14 de febrero de 1976 el Tribunal Revolucionario había encontrado a Roberto Quieto "culpable de los delitos de deserción en operación y delación, y propuesto las penas de degradación y muerte a ser aplicadas en el modo y oportunidad a determinar". 
La detención de uno de los principales dirigentes de Montoneros, que además tenía fuerte llegada a las bases militantes había conmocionado a la militancia, en especial porque las circunstancias en que se había producido mostraban que Quieto había violado palmariamente las reglas de seguridad que, incluso, había establecido la conducción. La noticia de su condena provocó que algunos de ellos replantearan la necesidad de rediscutir el tema de cómo actuar en la tortura en la nueva situación represiva y otros miraron con suspicacia lo que pensaban era un apresuramiento de la Conducción sin explicaciones visibles. Esa condena fue un paso adelante en el camino a la implantación de la pastilla de cianuro.
Quieto proponía fortalecer la oposición civil al gobierno de María Estela de Perón y plantear el adelanto de las elecciones, o sea dar prevalencia a la actividad política y no a la acción militar que iba a favorecer la llegada del golpe pero las propuestas que se impusieron en la última reunión de 1975 del Consejo Superior Montonero, efectuada en octubre se alineaban con la posición que favorecía al golpe. 
José Aricó se refirió a su impresión de Roberto Quieto poco antes de su detención describiéndolo como:
“un dirigente aniquilado, derrotado, sin posibilidad de cambiar una situación en la dirección del movimiento, desconfiando profundamente de lo que ese movimiento estaba diciendo, pero obligado a defender cosas absurdas, como la creencia que una confrontación frontal con el Ejército podía llevarlos a ellos al triunfo. Eso no lo creía Quieto, Quieto era un hombre que estaba derrotado antes y su detención es la consecuencia lógica de ese desplome moral, diría, y político que se produjo en este hombre”

El debate interno sobre la resistencia a la tortura

Muchos años después se siguió debatiendo sobre la mencionada condena. En un reportaje Mario Eduardo Firmenich justificó el juicio a Quieto expresando:
"Evidentemente como todos los desaparecidos Quieto fue sometido a las peores torturas que uno se pueda imaginar. Nosotros no tuvimos nunca más información de él, pero sí tuvimos evidencia de delaciones de él durante la tortura. (...) Nuestra fuerza en su ideología tenía como un elemento significativo, importante del tema del "hombre nuevo". (...) Cómo era posible que aquel que tenía que ser el hombre nuevo pudiera cantar en la tortura. Este fue el problema. Nosotros establecimos a partir de ahí dos cosas: un juicio, una ausencia a Quieto que tenía un valor realmente simbólico. Sabíamos que no tendríamos ningún rastro de él. Era un juicio que en definitiva implicaba establecer jurisprudencia para la conducta ante la represión que se avecinaba. (...) nadie puede garantizar antes de pasar por la tortura que no va a hablar era morir antes de la tortura. Y allí fue que se estableció para los miembros de la conducción la obligatoriedad de la pastilla de cianuro, para no entregarse vivo. (...) [luego] se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la delación en la tortura." 
Por su parte, Lila Pastoriza consideró que esa condena es un dato que muestra el reemplazo de la política por el accionar militar, el cerrojo de las opciones binarias –héroes o traidores, valientes o cobardes–, la preeminencia de las lógicas bélicas. La conducción que lo juzgara igualó en el cargo de traición tanto al integrante que se vendía al enemigo como al que era obligado a entregar información mediante la tortura y parece no haber reflexionado sobre el efecto desmoralizador que tenía para muchos militantes la condena en esas circunstancias de un dirigente respetado. 

Fuerza de Monte del Ejército Montonero 

A mediados de 1975, se había iniciado la tarea de reclutamiento y entrenamiento dentro de los Montoneros para formar la «Compañía Montoneros de Monte» que operaría en el noroeste de Tucumán. Se efectuaron reconocimientos y se prepararon 40 depósitos, que serían futuras bases de operaciones. Para minimizar su detección entre la población civil se había formado la unidad principalmente con cuarenta voluntarios solteros oriundos de la provincia. La zona de operaciones prevista fue el noroeste de la Sierra de Medina de Tucumán. En esos tiempos el Ejército estimaba que la guerrilla del PRT-ERP tenía entre 300 y 500 combatientes en Tucumán. 
Durante el 13 de febrero de 1976 mientras los integrantes de la organización Montoneros penetraban por la zona de El Cadillal se produjo un encuentro imprevisto con el Ejército Argentino. Como resultado fueron muertos varios integrantes de la «Fuerza de Monte del Ejército Montonero», entre ellos Juan Carlos Alsogaray, hijo del quien había sido Comandante en Jefe del Ejército Argentino, el teniente general Julio Rodolfo Alsogaray, quien tiempo atrás había sufrido un intento de secuestro fallido en la vía pública a manos de Montoneros, donde militaban sus hijos.
«Me resulta incomprensible la jerga de este genocida condenado a prisión perpetua», contestó Julio Alsogaray, hermano de Juan Carlos, cuando el ex-general Bussi, a través del sistema de teleconferencias le preguntó en junio de 2010 por qué el «Ejército Montonero» fue enviado a los montes tucumanos. Destacó que «A mí no me sorprende que mientan…, son mentirosos por naturaleza», agregó refiriéndose al argumento de los militares quienes sostienen que lo hicieron en defensa de la Patria. 

Estimación de la cantidad de efectivos guerrilleros

En 1983, el gobierno del general Reynaldo Bignone, afirmó que la cifra total de militantes pro guerrilleros en todo el país alcanzaba a 25 000, de los cuales 15 000 serían combatientes armados. Esta última estimación contenida en su llamado «Documento Final» contradijo inteligencia previa que contabilizaba un total de 1300 combatientes del ERP en su pico máximo a mediados de los años 70, y de 300 a 400 combatientes de Montoneros en 1977. Las conclusiones del Documento Final son rechazadas por varios autores, en particular por Prudencio García que sitúa a la capacidad combativa de la guerrilla en 1000 a 1300 combatientes armados permanentes. Otros autores de habla inglesa sostienen que hubo más de 5.000 combatientes en la organización guerrillera Montoneros,  mientras que la Embajada de EEUU para el año 1975 estimaba que dicha cifra era de aproximadamente 2000 para Montoneros y de 400 a 800 combatientes para el ERP. A su vez, Montoneros fue una de las organizaciones más castigadas admitiendo la pérdida de 5000 miembros. 

Relaciones con el ERP

A principios de 1975, Montoneros destacó observadores al frente rural del ERP y creó una Unidad Básica de Combate Logística (UBCL) con la que apoyó a la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, proporcionando armas, medicamentos y refugio a los guerrilleros del ERP en forma regular. En un boletín del Ejército Revolucionario del Pueblo (Argentina), analizando la relación entre ambas organizaciones se reconocía que Hace poco más de seis meses se retomaron las relaciones a nivel dirección de nuestro partido y Montoneros y ha habido positivos avances en las discusiones realizadas. Se abrieron perspectivas amplias para el trabajo unitario e incluso para la formación de un solo partido marxista-leninista y un solo ejército guerrillero en nuestra patria. La denominada Fuerza de Monte del Ejército Montonero operó en el área selvática de Tucumán, donde el ERP ya había sido prácticamente derrotado, pero la experiencia duró pocas semanas. Algunas fuentes estimaban que los efectivos Montoneros que operaban en Tucumán eran de 150 a 200 militantes y 2500 simpatizantes. 
Entre 1974-1979, 656 personas fueron desaparecidas en Tucumán. El 75% de los desaparecidos en Tucumán no fueron guerrilleros, sino trabajadores rurales de la caña y la industria azucarera, peones y obreros de la construcción, según reveló la Comisión Investigadora de las Violaciones a los Derechos Humanos local. Una de las personas que figuran en la lista de desaparecidos en Tucumán es Diana Irene Oesterheld, hija del escritor y guionista Héctor Oesterheld, quien estaba embarazada de seis meses al momento de su desaparición. Frente a los jueces del Tribunal Oral Federal, el testigo Julio César Marini reveló que vio un mes después del secuestro al jefe de la división policial, el comisario Roberto “El Tuerto” Albornoz robando la casa en la que vivían Diana Oestherheld y su esposo Raúl Araldi, quienes desaparecieron durante la ocupación militar de la provincia de Tucumán.  Ambos eran militantes Montoneros y desaparecieron el 7 de agosto de 1976: Raúl fue asesinado en 1977 y Diana fue muerta en Campo de Mayo.

Acciones militares en democracia

La lucha armada iniciada por Montoneros para acceder al poder e implantar el socialismo nacional prosiguió durante la época democrática. Dentro de la estrategia militar de Montoneros, los guerrilleros llevaron a cabo tres ofensivas tácticas entre 1974 y 1976.
La presidenta María Estela Martínez de Perón dictó entonces el primer "decreto de aniquilamiento", que llevó el número 261/75, fechado el 5 de febrero de 1975, por el cual ordenó al Ejército Argentino intervenir y "aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actuaban en la Provincia de Tucumán". A esto se lo denominó Operativo Independencia, y durante el desarrollo del mismo, el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina lucharon en la localidad tucumana de Monteros venciendo a la Compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP, y a los militantes Montoneros enviados a apoyarlos, que buscaban crear un "foco revolucionario" en el monte tucumano. 
La primera ofensiva de Montoneros, de enero a marzo de 1975, produjo ciento cincuenta operativos, entre propaganda, ajusticiamientos y diversos atentados. El 15 de marzo una bomba montonera explotó en la Plaza Colón, al lado del Comando General del Ejército, aparentemente dirigida contra el general Jorge Rafael Videla; murió el camionero Alberto Blas García, y hubo 29 heridos, entre ellos cuatro coroneles. El 23 de abril, tres pelotones de combate de Montoneros asesinaron al comisario inspector Telémaco Ojeda, que integraba el Servicio Antisubversivo de Rosario. "Esta acción es en respuesta al atropello cometido por las fuerzas de seguridad en todos los pueblos del cordón industrial", decía el parte de guerra de Montoneros.
El 22 de agosto de 1975, día del aniversario de la masacre de Trelew, Montoneros hizo estallar en todo el país más de cien bombas, y lo mismo ocurrió los días 15 y 16 de septiembre en recuerdo del golpe militar que derrocó al presidente Perón en 1955. Al mismo tiempo el pelotón montonero Arturo Lewinger hizo estallar al ARA Santísima Trinidad, primer destructor misilístico que había sido construido con ayuda británica. En todo el período del gobierno militar, la Armada Argentina perdió once hombres: seis oficiales y cinco conscriptos. 
El 28 de agosto el pelotón montonero Marcos Osatinsky llevó a cabo la “Operación Gardel” e hizo explotar una bomba de aproximadamente 150 kilogramos en la pista del aeropuerto de San Miguel de Tucumán, cuando despegaba un avión Lockheed Hércules C-130 (matrícula TC-62) de la Fuerza Aérea transportando 114 miembros de fuerzas especiales de la Gendarmería Nacional, con un resultado de seis muertos y 29 heridos. 
El 3 de septiembre en un asalto de Montoneros a un camión del Ejército, en el Camino General Belgrano, murió el sargento ayudante Anselmo Ríos. El 5 de septiembre, Susana María Coll de Casariego fue secuestrada por la Triple A. El 10 de septiembre, fue hallada en Ingeniero Maschwitz. Los paramilitares la ataron a un bloque de cemento y la acribillaron. Su cadáver tenía más de 50 impactos de bala. Al día siguiente, Arturo Ovejero Soria, 25, fue asesinado en Tucumán por el grupo paramilitar "Comando José Rucci". El 15 de septiembre, Montoneros en Córdoba asesinaron al oficial de policía retirado Simeón Alejandro Douglas Paz en tanto el mismo día un grupo paramilitar hace lo mismo con el estudiante de economía Juan Carlos López.
El 5 de octubre de 1975, 60 miembros de Montoneros, realizaron el ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29 en Formosa. Conducidos por el soldado entregador, Luis Roberto Mayol, los Montoneros sabían bien dónde se hallaban las diversas armas. El plan consistía en un ataque para copar el regimiento con la finalidad de robar armamento y lograr un gran impacto psicológico en la Brigada de Infantería de Monte 5. El combate les fue desfavorable, los atacantes huyeron en vehículos hacia el aeropuerto con varios heridos y con sólo 50 fusiles FAL. (de los 200 previstos), dejando 16 muertos propios en el cuartel. Por su parte, los defensores tuvieron 12 muertos (1 oficial, 1 suboficial y 10 soldados conscriptos) y 19 heridos. En el Boeing atendieron a los heridos, se sumó a la fuga un avión Cessna 182, hallado luego en Corrientes; el Boeing fue abandonado en Santa Fe.
El ataque de Montoneros al cuartel militar de Formosa provocó una conmoción tal en todo el país que llevó a que Ítalo Argentino Luder, presidente interino constitucional, dictase otros tres "decretos de aniquilamiento", que llevaron los números 2770/75, 2771/75 y 2772/75, por los cuales el cual el Poder Ejecutivo extendió a todo el país la lucha contra la guerrilla, creando un Consejo de Seguridad Interna, comandado por el propio Presidente e integrado por las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales, ordenándoles aniquilar el accionar subversivo.
El 24 de octubre de 1975, miembros de Montoneros secuestraron al gerente de producción de Mercedes Benz, Herr Franz Metz y pidieron 7 millones de dólares por el rescate del ciudadano alemán. 
El 26 de este mismo mes, cinco agentes de policía en Buenos Aires resultaron muertos dentro de sus vehículos luego de que fueron tiroteados en una emboscada, a metros de la Catedral de San Isidro.30
El 3 de diciembre de 1975, Montoneros asesinó al general de división retirado Jorge Esteban Cáceres Monié, ex Jefe de Policía Federal durante el gobierno de Alejandro Agustín Lanusse. Se llevaron a la esposa, también herida, y la dejaron en una zanja a quince kilómetros, muerta. Ese mismo mes, Montoneros asaltó la fábrica de armamentos Halcón de Banfield. Se llevaron 250 armas nuevas, 150 fusiles calibre 7,65, 100 pistolas ametralladoras de 9 mm.
A principios de 1976, tres pelotones de montoneros tomaron la fábrica Bendix en Munro; adonde habían sido secuestrados dieciséis trabajadores. El 2 de febrero de 1976, 50 guerrilleros montoneros atacaron la Escuela de Policía Juan Vucetich, en La Plata. 
En febrero de 1976, en Tucumán, paracaidistas del Regimiento de Infantería Aerotransportada 14 entraron en combate con 65 guerrilleros de Montoneros. Fueron muertos el cabo Héctor Roberto Lazarte y el soldado conscripto Pedro Burguener y murieron varios integrantes de la “Fuerza de Monte del Ejército Montonero”, entre ellos Juan Carlos Alsogaray, jefe de la unidad e hijo del general Julio Alsogaray.
El 13 de marzo de 1976, en un atentado de Montoneros en Córdoba, murieron los oficiales de policía retirados Mario Guevara y Alberto Belloqui, y un mozo de bar.
En la semana previa al golpe militar los Montoneros mataron a 13 policías como parte de su tercera ofensiva. 

Posición frente al golpe de estado

La conducción de Montoneros sabía en octubre de 1975, como todo el país  que se aproximaba el golpe e incluso tenía gracias a sus informantes detalles y precisiones del mismo, y continuó con sus operaciones que tendían a unificar a las Fuerzas Armadas respecto del proceso represivo. Firmenich dijo sobre ello: "no hicimos nada por impedirlo porque, en suma, también el golpe formaba parte de la lucha interna en el movimiento Peronista". 

Operaciones militares durante la dictadura

Producido el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 por el Proceso de Reorganización Nacional, Montoneros continuó la lucha que había iniciado durante el gobierno constitucional. El 14 de abril de 1976, mataron en una emboscada guerrillera dentro de su vehículo a tres policías de Buenos Aires y también son asesinados ese día por montoneros el ejecutivo de Chrysler Ricardo Jorge Kenny y el capitán de fragata José Guillermo Burgos. El 26 de abril de 1976, un pelotón montonero abate al ex-coronel de ejército Abel Héctor Elías Cavagnaro en la puerta de su casa en Tucumán. El 27 de junio de 1976 un pelotón montonero emboscó a dos vehículos de la policía provincial rosarina ocasionándoles tres muertos y la inutilización de los patrulleros.37 El 2 de julio de 1976 llevó a cabo un atentado colocando una bomba en la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina, que causó la muerte de 23 personas y heridas a otras 66. Durante los primeros meses del gobierno militar murieron más de 70 policías en enfrentamientos con guerrilleros urbanos. El 11 de agosto de 1976, guerrilleros urbanos vestidos como policías interceptan y matan al cabo Jorge Antonio Bulacio con dos balazos en la cabeza y incendiaron con bombas Molotov su camión militar perteneciente al Batallón de Comunicaciones del Comando 141. El 19 de agosto, los Montoneros interceptaron el auto particular del general Omar Carlos Actis a cargo de la organización del Mundial 78 de fútbol, y cuatro guerrilleros lo mataron. El 12 de septiembre Montoneros destruyó un ómnibus policial en Rosario con un coche bomba, matando e hiriendo gravemente a por lo menos 33. En el barrio de Floresta el 29 de septiembre, fuerzas de policía y tropas de ejército mataron a cinco miembros de Montoneros. Murió en el enfrentamiento María Victoria Walsh (nombre de guerra "Hilda" o "la cabezona"), oficial montonera, hija delescritor, periodista y también oficial montonero Rodolfo Walsh. El 2 de octubre, el comandante en jefe del ejército Jorge Rafael Videla escapó ileso de un atentado con una bomba montonera mientras presenciaba un desfile en Campo de Mayo.  Durante el 8 de octubre fueron atacados con bombas las oficinas de las compañías Fiat, Mercedes Benz y Chevrolet. El 10 de octubre de 1976, guerrilleros pertenecientes a Montoneros matan al directivo-gerente de la empresa Renault, Domingo Lozano, quien asistía a misa con su esposa en la ciudad de Córdoba. Durante el 16 de octubre otra bomba detonó en el club de cine del Círculo Militar, que no causó muertos pero hirió a 60 personas. Durante los primeros tres días de noviembre cinco casas de cinco ejecutivos empleados por Laboratorios Lazar fueron atacados con bombas y Carlos Roberto Souto, ejecutivo de Chrysler fue asesinado por miembros de los Montoneros. El 9 de noviembre, un bombero falleció en el atentado dirigido contra el comando policial, en la ciudad de La Plata. El 16 de noviembre de 1976 unos 40 guerrilleros atacaron un puesto policial en Arana, provincia de Buenos Aires. Según datos recogidos por la Victoria Advocate, murieron varios de los atacantes. Finalmente el 16 de diciembre hicieron estallar otra bomba en sala de películas del Ministerio de Defensa, matando a por lo menos 14 personas y resultando heridos 30 oficiales y miembros de familia. 
El 1 de agosto de 1978, una poderosa explosión conmovió el Barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires, causando 3 muertos y 10 heridos. Dos edificios de departamentos afectados, fueron luego demolidos. La operación fue llevada a cabo por el Pelotón de Combate Especial “Eva Perón”, en un intento contra la vida del vicealmirante Armando Lambruschini en el que murió su hija Paula Lambruschini.

Aislamiento y derrota

A partir de finales de 1974 los Montoneros sufrieron un gradual aislamiento de la base popular peronista y del resto de la sociedad argentina, hasta que fueron completamente derrotados por la dictadura militar autodenominada "Proceso de Reorganización Nacional", que derrocó al débil gobierno constitucional de la viuda de Perón, después de casi dos años de gran inestabilidad política, social y económica. En la semana previa al golpe militar los Montoneros perdieron 25 combatientes en diversas operaciones y 63 militantes en atentados de la Triple A51 y asesinaron a 13 policías, como parte de su nueva ofensiva denominada "La Tercera Campaña Militar Nacional Montonera". 
Con el objetivo de "aniquilar a la subversión", este nuevo régimen de facto (cuyos dirigentes y cuadros militares habían sido entrenados en la "Escuela de las Américas" a cargo de los EEUU, y en donde se les enseñaba, entre otras materias, técnicas de acción psicológica, tortura, y control de población) inició una política institucionalizada de lucha armada, secuestro, desaparición forzada y tortura en más de trescientos cuarenta centros clandestinos de detención. Años después los defensores de tal régimen alegarán que éste "continuó la política ordenada por la Presidente Martínez de Perón", a través de tres decretos por los cuales en 1975 ordenaba "aniquilar el accionar subversivo".
En las calles murieron, en enfrentamientos con los grupos de tarea, montoneros reconocidos, como Carlos Caride, Carlos Hobert (miembro fundador de montoneros), Sergio Puiggrós, Miguel Zavala Rodríguez, Rodolfo Walsh o Francisco Urondo.52
Entre mediados y fines de 1976 la Conducción Nacional y los cuadros de más jerarquía de la organización guerrillera huyeron del país, exiliándose en México donde establecieron su "cuartel general", desde el cual continuaron actuando. En enero de 1978 la jerarquía montonera se fue a Cuba, por motivos de seguridad, pues en esos días un comando militar junto a militantes "doblados" intentaron atentar contra Firmenich en suelo mexicano. La operación pudo ser desbaratada gracias a uno de los integrantes del comando, Tulio Valenzuela, quien simulando estar "quebrado" y ser un militante "doblado", al llegar a México se puso en contacto con la conducción montonera y denunció la maniobra.

Contraofensivas de 1979 y 1980

En 1979, llegaron a Argentina cuatro pelotones de combatientes que efectuaron varios atentados: Dinamitaron el edificio donde vivía Walter Klein, Secretario de Coordinación Económica, pero sobrevivieron él y toda su familia. Al Secretario de Hacienda del gobierno nacional, Dr. Juan Alemán, lo ametrallaron pero salió vivo del atentado. Al empresario Francisco Soldati y su chofer, los montoneros vestidos como policías los asesinaron en la avenida 9 de Julio. Pero el resultado para Montoneros fue catastrófico: muchos guerrilleros fueron descubiertos por los servicios de inteligencia militar, y a otros los delataron sus compañeros quebrados por las torturas y abusos que padecieron. En 1980, la conducción montonera, que estaba refugiada en Cuba, continuó el plan de la contraofensiva, pero un nuevo pelotón fue secuestrado y desaparecido en marzo cuando llegó al país. Varios de ellos, como Tropas Especiales de Infantería (TEI), habían realizado cursos en el Líbano. Fueron casi un centenar de guerrilleros montoneros que regresaron de manera clandestina al país entre 1979 y 1980. Luego de una estadía en La Habana, la dirigencia de los Montoneros se trasladó a Europa. Mientras tanto, los montoneros sobrevivientes de la columna oeste de Gran Buenos Aires formaron el "Batallón Héroes Montoneros", entre ellos figuraban Graciela Estela Alberti55 y Ricardo Soria, quienes fueron secuestrados en Buenos Aires el 17 de marzo de 1980. En México Montoneros constituyó una Brigada Sanitaria 'Adriana Haidar" encabezada por Silvia Berman que cumplió una importante misión durante la guerra contra Somoza en Nicaragua. 
La represión tuvo también coordinación con los militares de Uruguay: en 1977-1978, en el marco de los operativos contra los GAU y otros grupos de extrema izquierda, elementos Montoneros presentes en Uruguay fueron sistemáticamente perseguidos. 
Durante el transcurso del "Proceso", la mayoría de los cuadros activos de la organización Montoneros fueron muertos o secuestrados, quedando a disposición de las Fuerzas Armadas o de seguridad como "detenidos/desaparecidos".
No obstante, algunos miembros de la cúpula dirigente de Montoneros como Firmenich, Perdía y Vaca Narvaja, sobrevivieron. Algunos (tal el caso del propio Firmenich) fueron acusados de haber actuado como agentes de contra inteligencia y entregadores de sus propios compañeros por el fiscal Romero Victorica y se inició una causa basada en rumores, provenientes muchos de ellos de fuentes militares o de servicios de inteligencia, finalizando con la exoneración por falta de pruebas.

Prensa montonera

A lo largo de su existencia, la agrupación Montoneros utilizó especialmente la prensa gráfica, como medio de difusión de sus ideas políticas. Las primeras entrevistas y notas a Montoneros se pueden encontrar en Cristianismo y Revolución.
En 1973 la organización lanzó el semanario El Descamisado, de gran importancia para la época, con la dirección de Dardo Cabo, que publicó 47 números y llegó a tener una tirada de 100.000 ejemplares. En 1974 el semanario fue clausurado y de inmediato lo reemplazaron con otra revista de iguales características, llamada El Peronista para la Liberación Nacional y dirigida por Miguel Lizaso, que apenas sobrevivió 6 números antes de ser clausurada. Poco tiempo después, apareció La Causa Peronista con la dirección de Galimberti y en septiembre de 1974 fue clausurado luego de publicar un reportaje acerca de cómo fue asesinado Aramburu.
El intento más serio por parte de Montoneros, fue el lanzamiento del Diario Noticias, dirigido por Miguel Bonasso y que tuvo un plantel de periodistas considerados en la época de primer nivel, como el poeta y escritor Juan Gelman, Rodolfo Walsh, Francisco Urondo, Horacio Verbitsky, Pablo Giussani, el diputado y periodista uruguayo Zelmar Michelini entre muchos otros. Fue clausurado en 1974 después de 8 meses y 267 números. En 1975, ya en la clandestinidad Montoneros lanzó la revista Evita Montonera, que tuvo 25 números entre 1975 y 1979, dirigida inicialmente por Enrique Walker hasta su secuestro en julio de 1976 y supervisada directamente por la conducción nacional de la organización. Por otra parte, se editaron clandestinamente otras revistas, como Estrella Federal, perteneciente al "Ejército Montonero" o El Montonero. También desde el exilio, se pueden encontrar publicaciones que respondían a esta agrupación, comoEl Descamisado, edición Centroamérica y Noticias de la Resistencia. Existieron otras revistas como Ya! es hora del Pueblo o Militancia Peronista, que si bien no respondían directamente a la organización Montoneros, le eran afines. En 1975, el Partido Auténtico, un partido político fuertemente influenciado por Montoneros, lanzó un periódico quincenal de formato tabloide grande llamado El Auténtico, de muy corta vida, ya que sólo pudieron publicar 8 números. Fue la última publicación legal de Montoneros. Más tarde Rodolfo Walsh, que militaba en el sector de inteligencia de Montoneros como oficial segundo, organizó la agencia clandestina de noticias ANCLA, que tuvo gran relevancia especialmente en los primeros tiempos del "Proceso" militar.

Código de Justicia Revolucionario

Montoneros tenía un Código de Justicia Penal Revolucionario59 aprobado el 4 de octubre de 1975 que era aplicable a todos los integrantes (art. 1°). Entre las penas se incluía la de muerte para ciertas conductas de sus integrantes (art. 21) que debía ser dictada por el Consejo Nacional (art. 28°). El 26 de agosto de 1975, antes de que ese código fuera puesto en vigencia, Fernando Haymal, perteneciente a Montoneros, fue acusado de traición y delación, juzgado por un "tribunal revolucionario" sin sustento legal, condenado y asesinado por la organización el 2 de septiembre de 1975. 

Actualidad

Al retornar la democracia en 1983, la organización Montoneros ya no existía como estructura político militar. Muy pocos de sus militantes orgánicos habían sobrevivido al proceso de represión iniciado por el gobierno de María Estela Martínez de Perón y continuado por la dictadura militar iniciada en 1976. Fue una de las organizaciones guerrilleras con más pérdidas de vidas, con 5000  muertos o desaparecidos según Mario Firmenich. Entre los sobrevivientes, existen aquellos que critican con dureza a la que fuera su conducción nacional, algunos que intentan minimizar o negar su participación en esa época y otros que, aún reconociendo muchos errores graves, reivindican su pertenencia y su práctica en la organización guerrillera enmarcándola en un contexto histórico y geopolítico.

Sin embargo, algunos de los montoneros supervivientes intentaron retener un cierto protagonismo político. En marzo de 1982, Mario Firmenich planteó la formación de un frente que agrupara a todos los sectores argentinos a excepción de la oligarquía con el fin de dar paso a un régimen pluralista. Algunos de los escasos supervivientes de la dirigencia montonera, los que respondían todavía a la conducción de Firmenich y disponían de recursos económicos procedentes de los secuestros efectuados en la década de 1970, intentaron colaborar con un sector del peronismo. Sin embargo, sus intentos de captar el apoyo popular con la participación en dos manifestaciones de carácter unitario en 1984 fracasaron estrepitosamente. La reacción de los argentinos osciló entre el rechazo y la indiferencia, evidenciando que el movimiento político no tenía capacidad alguna de revitalización. 

El "Motín de los Colchones"


"Apaguen ese televisor, carajo!" Diez y veinte de la noche del lunes 13 de marzo de 1978. La imagen sale de un 20 pulgadas blanco y negro, con el volumen al máximo. De otra manera, era imposible que en el penal de Villa Devoto, los 160 presos abarrotados en el Pabellón 7, con capacidad para 60 personas, pudieran escuchar lo que decía el mecánico naval Jake Holman (Steve McQueen) en El cañolero de Yang-Tsé. 
En la película, fetiche que El Mundo del Espectáculo había dado varias veces, Holman era el capo de un buque de guerra yanqui, emblema de la política colonialista norteamericana en China durante los años veinte. Pero más allá de eso, a los presos de Devoto también les interesaba saber si el rubiecito Steve se quedaba con la linda Shirley Eckert (Candice Bergen). Así que, decididamente, ni locos harían caso a la prepoteada del zumbo mandado por el subprefecto Armando Gómez para que desenchufaran el aparato. 
En el medio de la discusión, la avanzada del Servicio Penitenciario Federal lo fue a buscar directamente a Jorge Omar Tolosa, bastante respetado en el grupo, y vocero de muchos de los reclamos del pabellón. Hubo cruces de palabras, algunos gritos (después, en la causa judicial armada por el Penal, la frase preferida de los guardias para justificar la carnicería fue "me insultó a viva voz"), pero por esa noche la cosa terminó ahí. En el mismo momento en que comenzaba otra. El mayor operativo de aniquilamiento que la última dictadura militar programó en una cárcel contra presos comunes.

POR QUÉ FUE UN GENOCIDIO. Dentro del aparato represivo instaurado por la dictadura tras el golpe de Estado de 1976, Devoto dependía de la Subzona 4, y orgánicamente del tenebroso Batallón de Arsenales 101. La cárcel era una de las preferidas del régimen, al punto que dos plantas completas estaban atestadas de presas políticas que en un momento sobrepasaron las 1000. El sistema obligaba a los penitenciarios a reportar directamente al Ejército, y basaba su funcionamiento en decretos como el 1209 del '76, o el famoso parte de "aniquilamiento de la subversión" de un año antes, que usaba a los edificios carcelarios como depósitos no sólo de responsables de distintos delitos, sino también de secuestrados "blanqueados" que habían tenido la suerte de no terminar como desaparecidos eternos.
A las 8 y media de la mañana del 14 de marzo, un coronel retirado de apellido Toti, más la plana mayor del Penal, ya habían armado el operativo. El SPF mandó 50 guardias para la requisa, que ese día no fue de rutina sino muchísimo más violenta. Los agentes, más efectivos de Gendarmería, entraron al Pabellón a los gritos y molieron a palos a los detenidos, los hicieron desnudar, correr hasta un patio, y volver a entrar en el rectángulo del Séptimo, donde 160 camastros estaban apiñados en una superficie de 35 metros de fondo por ocho metros de ancho. 
El grupo de detenidos, para evitar las patadas y los golpes con las culatas de las ametralladoras, se defendió tirando con lo que tenía a mano: calentadores, vasos de plástico, revistas viejas, alguna pava. Y a la fuerza, empujó a la requisa para afuera del pabellón, cerró las rejas por dentro y tapó la abertura con colchones, improvisando escudos. Uno se prendió fuego, y motivó que el pabellón entero se calcinara a los pocos minutos.
Pero esa no fue la única razón de las 64 muertes, como pretendió vender a los medios el Servicio. Muchos fueron acribillados desde la puerta principal hacia adentro. Y otros cayeron por balazos a la cabeza, mientras trataban de respirar asomados por pequeñas ventanas ubicadas a dos metros de altura, boqueando a causa del gas lacrimógeno y vomitivo disparado desde un balcón superior.
La resistencia fue liderada por varios. Tolosa, claro. Luis María Canosa, uno de los tres presos políticos del grupo, amigo del Indio Solari, y al que el fundador de Los Redondos le dedicara el tema "Toxi Taxi" (Un sueño con Luis María / muerto cuando me decía: / "Cada día veo menos / cada día veo menos, / cada día veo menos, creo, menos mal"). Carlos Pezzola, "El Guampa". Y Horacio, al que Solari también le escribiera Pabellón 7, y cuyo relato sirvió para que Elías Neuman reconstruyera la matanza en su memorable libro Crónica de muertes silenciadas.



MODELO DE CAUSA ARMADA. Por orden de la dictadura, los guardias prohibieron la entrada de los bomberos que llegaron en medio del incendio. En la causa, armada por el SPF a partir de aquella mañana, la autobomba no pudo ingresar al penal, porque en uno de los accesos se le informó que "el problema estaba controlado".
No se buscó la palabra ni de profesionales del Instituto del Quemado, ni de vecinos del barrio (el penal tiene la particularidad de estar sobre la calle, y su contacto con las inmediaciones es directo), ni mucho menos de detenidos en pabellones contiguos, que vieron la represión y olieron el ambiente a carne quemada. Los pocos sobrevivientes que hablaron lo hicieron tirados en una cama del Hospital Alvear, con gendarmes parados en la cabecera, en carácter de "declaración espontánea". Los penitenciarios, en cambio, aportaron a la causa como "declarantes testimoniales", material en base al que se tejió la historia del supuesto motín.
La historia oficial escondió los crímenes desde el principio. El primer parte del Servicio, por ejemplo, sostuvo que el ministro de Justicia, brigadier Julio Gómez, y el juez Guillermo Rivarola, que arrancó con la instrucción de la causa, pudieron comprobar "que los muertos y lesionados lo fueron únicamente como consecuencia de quemaduras y asfixia, no existiendo ninguno con heridas de bala".
Las filas de los atacantes no tuvieron muertos, sólo cinco heridos leves. Uno de ellos, con magulladuras en sus dos manos, se supone que por los golpes dados a los detenidos en el momento en que la guardia asaltó el pabellón.
Rivarola, que se declaró incompetente tres meses después del hecho y derivó la investigación a Jorge Valerga Aráoz como juez instructor, volvió a recibir la carpeta de manos de Valerga, lo que creó un conflicto de competencias. Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió en los años ochenta que no había imputados identificados entre los penitenciarios, y dictaminó el "sobreseimiento provisorio". 
Una de las versiones del Servicio, después que los presos mencionaran el episodio del televisor como desencadenante del odio genocida, fue que horas antes del fuego "se habían presentado en el pabellón para charlar sobre el episodio ocurrido la noche anterior" con Tolosa, a las 2:45 hs del martes 14. Y que de los disparos, ni uno solo provocó las muertes de los detenidos. Dijeron además que los presos "arrojaron aceite hirviendo", y que los gases comenzaron por orden del oficial Sauvage, debido a la supuesta provocación contra la requisa.
Lo sorprendente fue la palabra del SPF para calmar el escándalo en los medios, ubicando a los presos políticos como "más importantes" y a los comunes en una segunda línea. Dos voceros del Servicio enfrentaron a las cámaras dejando claro que "no existían detenidos por razones políticas entre las bajas", dando a entender que un genocidio a presos comunes no era tan grave, después de todo.  
De la esma a yabrán

En el momento del operativo en Devoto, Víctor Hugo Dante Dinamarca era el subjefe de Seguridad Interna del Penal. Fue oficial de Inteligencia del Servicio Penitenciario Federal (SPF) y staff permanente del Centro Clandestino de Detención El Vesubio, donde utilizaba dos alias: Pollo o Chango.
Con la vuelta de la democracia, Dinamarca fue denunciado ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Legajo 3674) por integrar distintos grupos de tareas, organizar secuestros y dirigir seguimientos de militantes y trabajadores. 
El libro Don Alfredo, donde Miguel Bonasso teje vida y muerte de Alfredo Yabrán, detalla el ahínco que ponía Dinamarca para "trasladar detenidos" a distintos campos de concentración, colaborar con los vuelos de la muerte y armar listados de gente que tenía las mazmorras de la Escuela de Mecánica de la Armada como destino final de su existencia.
"Allí torturaban –relata Bonasso– junto a los marinos del grupo de tareas 3-3/2, varios colegas y amigos suyos del SPF, gente 'pesada' y de modales un tanto rudos, pero 'muchachos confiables al fin', que él había reclutado para la seguridad e inteligencia del Grupo Yabrán. Entre ellos se contaban el Paco Roberto Naya, otro 'candado' como Dinamarca; Miguel Ángel Caridad, que figuraba como presidente de la recién creada Bridees, y un marino que se les uniría después en los tiempos de las tres Zapram –las empresas que vigilarían, años más tarde, los depósitos fiscales de Ezeiza–: el capitán de fragata retirado Adolfo Miguel Donda Tigel, alias Palito o Gerónimo, a quien 'los subversivos de los derechos humanos' acusaban de haber asesinado a la diplomática Helena Holmberg. Este último era un profesional que alcanzaría sus niveles más altos dentro del Grupo, cuando se conformaron 'Los tres círculos', el aparato de seguridad e inteligencia que Don Alfredo siempre negó poseer."     

La Violencia Contra las Mujeres: Hoja de Datos



En EE.UU. una mujer es violada cada 6 minutos y cada 15 segundos una es golpeada. En África del Norte cada día 6,000 mujeres sufren la mutilación genital. Este año en China más de 15,000 mujeres serán vendidas como esclavas sexuales. En Bangladesh 200 mujeres serán desfiguradas horriblemente con ácido por esposos o pretendientes. En India, más de 7,000 mujeres serán asesinadas por familiares debido a disputas sobre pagos por matrimonios arreglados. La violencia contra las mujeres tiene raíces en una cultura global discriminatoria que les niega la igualdad de derechos y legitimiza la apropriación de los cuerpos femeninos para la gratificación personal o política. Cada año la violencia hogareña y comunitaria destruye las vidas de millones de mujeres. (Broken Bodies, Shattered Minds: Torture and Ill Treatment of Women, AI, 2001) 

Información de Fondo 

La violencia contra las mujeres nutre a la discriminación y la fortalece. Cuando las mujeres bajo custodia son abusadas, cuando son violadas por fuerzas militares que las consideran "trofeos de guerra", y/o cuando son aterrorizadas por la violencia en el hogar, las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres se manifiestan y fortalecen. 

La violencia contra las mujeres se complica debido a la discriminación racial, étnica, social, o la que experimentan por razones de identidad sexual, de clase o de edad. Esta multiplicidad de formas de discriminación restringe aún más las opciones que ellas podrían tener e incrementa su vulnerabilidad, haciendo más difícil que las mujeres puedan obtener justicia. 

La violencia que las mujeres sufren a manos de aquellos que tratan de controlarlas tiene un espectro muy amplio. El Estado tiene la obligación de prevenir, protegerlas de, y castigar la violencia que ellas sufren sin importar si es causada por actores privados o públicos. El Estado tiene la responsabilidad de mantener los estándares de diligencia debida y tomar los pasos adecuados para cumplir con sus obligaciones de proteger a las personas contra los abusos de derechos humanos. 

Los Fundamentos Internacionales sobre los Derechos Humanos de la Mujer 

La Declaración Universal de Derechos Humanos declara que "todos deben disfrutar los derechos y libertades incluídos en esta Declaración, sin distinciones de ningún tipo, tales como raza, color, sexo, lenguaje, religión, origen nacional, opinión política o cualquier otra, status económico, social, de nacimiento u otro tipo." (Artículo 2) 

La Declaración para la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres declara que "la violencia contra las mujeres es cualquier acto de violencia de género que resulta o puede resultar en daños o sufrimientos físicos, sexuales o sicológicos para ellas, y esto incluye amenazas de llevar a cabo dichos actos, coerción, o la privación arbitraria de la libertad, sin importar si suceden en la vida privada o pública." (Artículo 1) También agrega que el Estado tiene la obligación de "usar la diligencia debida para prevenir, investigar -de acuerdo a la legislación nacional- y castigar los actos de violencia contra las mujeres, sin importar si son causados por el Estado o personas privadas." (Artículo 4-c) 

La Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra las Mujeres (CEDAW), define a la discriminación contra las mujeres como cualquier "diferenciación, exclusión o restricción hecha por razones de género que afecta o intenta dañar o neutralizar el reconocimiento, ejercicio o derecho de las mujeres - sin importar su estado marital- y de acuerdo a las bases de igualdad entre los sexos a disfrutar sus derechos o libertades fundamentales en los campos políticos, eocómicos, sociales, culturales o cuaquier otro." (Artículo 1) 
La Violencia Contra las Mujeres : Una Violación a los Derechos Humanos 
La violencia contra las mujeres es rampante en varios rincones del mundo, es una violación de derechos humanos que se manifiesta en diferentes maneras, por ejemplo: 

1) La Violencia contra las Mujeres en Prisión 
El imbalance de poder entre prisioneras y guardias viene de la dependencia total en los guardias y oficiales de correcciones que tiene las prisioneras y la habilidad de los mismos para negarles privilegios, lo que se manifiesta en fuerza física directa y abusos indirectos. Debido a que las prisioneras son ignoradas por el público, poco se hace para resolver los problemas que complican el encarcelamiento, tales como los ultrajes, ataques sexuales, manoseos durante los registros físicos personales y los encadenamientos durante los partos. Con frecuencia las mujeres son forzadas a hacer el sexo a cambio de "favores" tales como más comida o productos higiénicos, o para evitar ser castigadas. Hay poco cuidado médico o sicológico disponible para las prisioneras. Aunque crímenes como los ultrajes son comunes en las prisiones, los perpetradores de la violencia contra las prisioneras son raramente castigados. En 1997, por ejemplo, en todo el sistema federal penitenciario solamente diez empleados fueron disciplinados por cometer abusos de conducta sexual. 

2) Quemaduras con Ácido y Asesinatos de Mujeres a Causa de Matrimonios Arreglados 
En muchos países la subyugación de la mujer al hombre es común en las esféras políticas, civiles, sociales, culturales y económicas. En dichas sociedades la mujer que rechaza a un pretendiente o no se lleva con sus suegros frecuentemente se convierte en víctima de una forma de venganza: los ataques con ácido. Le tiran ácido en la cara o el cuerpo, lo que la puede dejar ciega o con quemaduras fatales de tercer grado. Los gobiernos hacen poco para prohibir las ventas de ácido al público y castigar a los culpables de los ataques y asesinatos contra las mujeres. Las realidades que dominan la violencia existente en los matrimonios forzados ejemplifican lo que puede pasar cuando las mujeres son tratadas como propiedad. Las comprometidas a casarse que no pueden pagar el alto "precio" del matrimonio son castigadas con violencia, y frecuentemente con la muerte a manos de los suegros o sus propios esposos. 

3) Asesinatos de "Honor" 
En algunas sociedades las mujeres son consideradas como la representación del honor familiar. Frecuentemente, cuando se sospecha que tienen o han tenido relaciones extra-maritales, aún en casos de ultraje, las mujeres son sujetas a las formas más crueles de indignidad y violencia por parte de sus padres y/o hermanos. A las mujeres que son violadas y no lo pueden probar explícitamente algunas veces se les acusa de zina (el crimen de tener relaciones sexuales ilegales), o son castigadas (frecuentemente con la muerte por lapidación en público). Dichas leyes representan serios obstáculos que inhiben a las mujeres y les quitan el deseo de buscar la justicia contra sus violadores. Los familiares varones de la víctima, asumiendo que la mujer acusada es culpable, creen que no tienen medios o alternativas para remediar las percibidas violaciones al "honor", excepto matarla. 

4) La Violencia Doméstica 
La violencia contra las mujeres es una pandemia global. Sin excepción, el mayor riesgo de violencia contra la mujer proviene de alguien conocido. La violencia doméstica viola el derecho de la mujer a la integridad física, la libertad, y frecuentemente su mismo derecho a la vida. Cuando el Estado no toma las medidas básicas para proteger a la mujer de la violencia doméstica, o permite que dichos crimenes sean cometidos con impunidad, el Estado no cumple con sus obligaciones de proteger a la mujer de la tortura. 

5) La Mutilación Genital Femenina 
La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos. En los casos más severos a las mujeres o niñas les quitan los genitales y se los suturan juntos, y lo que queda es un pequeño orificio para el coito y la menstruación. La MGF se practica en 28 países africanos bajo pretextos de tradición cultural o higiénicos. Se estima que 135 millones de niñas han sufrido la MGF y sus complicaciones: infecciones (incluyendo el VIH), esterilidad y efectos sicológicos devastadores. Los países que practican la MGF tienen leyes que la hacen ilegal, pero no se implementan y los culpables no son castigados. Por eso, el uso de la MGF sigue creciendo. 

6) Las Violaciones de Derechos Humanos Basadas en la Identidad Sexual Real o Percibida 
La regulación de la sexualidad se basa en el género y se mantiene a través de restricciones impuestas por las normas culturales o las leyes que las fortalecen. La comunidad (la que puede incluir a las instituciones religiosas, la prensa y las redes familiares y culturales) regula la sexualidad de las mujeres y castiga a las que no se conforman. Entre esas mujeres hay lesbianas, aquellas con apariencias "demasiado masculinas," las que tratan de expresar libremente sus derechos y las que confrontan el patriarcado. Las lesbianas, o las que son sospechosas de serlo, son abusadas por el Estado en las prisiones, por la policía y actores privados tales como familiares y otros miembros comunitarios. Hay varios casos documentados de jóvenes lesbianas que han sido golpeadas, ultrajadas, o que han sufrido embarazos y/o matrimonios forzados, o que han sido atacadas por familiares que buscan castigarlas o "corregirles" la identidad sexual. En EE.UU. las mujeres lesbianas sufren temores constantes bien fundados de ser perseguidas por la policía debido a la identidad sexual, además la violencia contra las lesbianas ocurre con impunidad en forma regular. 

7) Asilo por Razones de Género 
La Alta Comisión de la ONU para Refugiados favorece que "las mujeres que temen la persecución o severa discriminación por razones de género debieran ser consideradas, para determinar su status como refugiadas, miembros de un grupo social." (Directrices sobre la Protección de Mujeres Refugiadas) Dicha persecución podría incluir daños limitados por razones de género tales como (pero no limitados a) la MGF, los abortos forzados, la violencia doméstica que el Estado se rehusa a combatir, y los asesinatos de "honor." Sin embargo, las mujeres que buscan asilo político en EE.UU. debido a la violencia de género raramente lo reciben, ya que los adjudicadores de asilo en el país aplican una interpretación restricta sobre la definición internacional del refugiado que tiene razones reales de protección. Las jóvenes lesbianas, en particular, que buscan asilo debido a la persecución que sufren en sus países por razones de identidad sexual frecuente y legitimamente temen hablar sobre su sexualidad con las autoridades. 

8) El Problema de la Impunidad 
Los perpetradores de la violencia contra las mujeres son raramente castigados. Frecuentemente las mujeres que sufren la violencia de género tienen pocas opciones porque las mismas agencias del Estado son culpables de practicas discriminatorias contra las mujeres. Muchas deciden no reportar los casos de violencia a las autoridades porque temen el ostracismo y las burlas de sus comunidades, las que con frecuencia consideran que las mismas víctimas son culpables de los abusos que han sufrido. Cuando las mujeres confrontan a los culpables, con frecuencia lo que logran es la humillación y largos procesos judiciales, y ninguna simpatía por parte de las autoridades o los medios de comunicación. La violencia contra las mujeres es tan prevalente que casi nunca es condenada o censurada. 

La violencia contra las mujeres viola los derechos humanos y no puede ser justificada por razones políticas, religiosas o culturales. La cultura global que discrimina contra las mujeres permite que la violencia ocurra a diario y en la impunidad. AI solicita su ayuda para erradicar la violencia contra las mujeres y ayudarlas a que logren vidas de igualdad y dignidad humana. 

Para más información sobre los derechos humanos de la mujer, visíte el sitio de Internet: http://www.amnestyusa.org/women o contáctenos escribiendo a AIUSA, 322 Eighth Avenue New York, NY 10001, o llamando al teléfono (212) 633-4292. 


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