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Contra la impunidad del feminicidio en Ciudad Juárez




Lo mejor era huir. Forzar una maleta difícil de cerrar, tomar en brazos a su hija y partir hacia el norte. Marisela fue maestra en la misma escuela por más de 20 años, y vivió más de 30 en el mismo barrio de la ciudad donde nació: Ciudad Juárez, la frontera entre México y Estados Unidos. Un día, salió a trabajar, y en la puerta del aula encontró un cartel colgado: “¡Vete, si no, te mataremos a ti y a toda tu familia!”. No es necesaria la firma, son los traficantes de droga de Ciudad Juárez.  Fuente: www.diagonalperiodico.net 

Alfabetización de las niñas: 20 de noviembre, Día Universal de los Derechos de la Infancia


Con motivo de la celebración del Día Universal de los Derechos de la Infancia, el 20 de noviembre, la ONG de Desarrollo InteRed, recuerda que el acceso de las niñas a la escolarización sigue siendo una asignatura pendiente y agravada por la crisis económica mundial. En el mundo hay 67 millones de menores sin escolarizar, de los cuales, más de 36 millones son niñas. Si no se realizan progresos y la tendencia mundial persiste, se estima que para el 2015 quedarán todavía 56 millones de niñas y niños que no podrán ir a la escuela. La equidad en la escuela es una preocupación mundial dada la alta tasa de analfabetismo en niñas debido a desigualdades entre los sexos por la posición de mujeres y niñas en la sociedad, por vivir en comunidades de zonas rurales apartadas, pertenecer a etnias determinadas, empobrecimiento de la familia, etc. Una educación no sexista y de calidad aumenta los índices de alfabetización y empodera a las personas para desarrollar sus capacidades y competencias, reduce la pobreza, aumentan las oportunidades económicas, la autonomía de las mujeres, fomenta su participación en la vida pública y la conciencia de la propia valía y su dignidad. A pesar de los avances producidos en los últimos años, aún queda mucho camino por recorrer en la eliminación efectiva de desigualdades, la función del profesorado es esencial para crear condiciones de aprendizaje basadas en la igualdad de género para la superación de estereotipos. Una educación no sexista y de calidad aumenta los índices de alfabetización y empodera a las personas para desarrollar sus capacidades y competencias Desde 1992, InteRed trabaja en América Latina, Asia y África por el reconocimiento y disfrute del derecho universal a una educación de calidad y equidad en población infantil, juvenil y adulta. Una educación que incorpora la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el reconocimiento de la dignidad y la diversidad de cada persona. InteRed, en su apuesta por el derecho a la educación para todas las personas, en cualquier contexto educativo, y a lo largo de toda la vida; en su compromiso con la erradicación del analfabetismo y con la finalidad de que los grupos excluidos tengan más y mejores oportunidades, desarrolla durante 4 años, entre otros proyectos de educación y alfabetización, en Bolivia un convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que impulsa una educación inclusiva y gratuita, especialmente para niñas y mujeres indígenas de zonas rurales de 14 municipios del estado boliviano (5 de Cochabamba, 4 de La Paz y 5 de Chuquisaca), con 85 centros de educación formal y 4 centros de educación alternativa. En España, InteRed, tiene en marcha en la actualizad en los centros escolares, la campaña “Actúa con cuidados. Transforma la realidad”, donde una de las iniciativas es “Abraza tu cole” que muestra el compromiso de los centros educativos con el cuidado de las personas y la educación.

La guerra contra las mujeres



“La Guerra contra las Mujeres” es un documental que recoge el testimonio de más de cien mujeres violadas en guerras africanas, latinoamericanas y europeas. Se estrena el próximo 29 de noviembre en Madrid. Tres años de rodaje de La Guerra contra las Mujeres en diez países y más de cien entrevistas en una docena de idiomas para dar voz a las mujeres que sufren violencia sexual en las guerras. Una denuncia de la pasividad del mundo ante el uso del cuerpo de la mujer como campo de batalla. Y un homenaje a estas mujeres que siguen adelante con sus vidas a pesar de todo y que se animan a levantar la voz para que estos terribles hechos no se perpetúen. Se trata del primer documental jamás rodado sobre el empleo del cuerpo de la mujer como botín de guerra. Un tema hasta ahora silenciado, ignorado, lo que impide la reparación a las víctimas y brinda impunidad a los agresores. Las protagonistas del documental cuentan lo que han sufrido sin ocultar sus rostros, mirando a cámara. Mujeres valientes, admirables, que si dan un paso adelante y se animan a recuperar recuerdos tan duros y a romper con el estigma es para tratar de evitar que a otras mujeres les suceda lo mismo. Mujeres como la bosnia Bakira Hasecic, que se dedica a perseguir y llevar ante la justicia a los serbios que violaron en los campos de concentración durante la guerra. Como la congoleña Jane Mukuninwa, que ya se ha sometido a ocho operaciones para tratar de que le reconstruyan el aparato reproductor y así tener hijos. O la ugandesa Rosemary Nyrumbe, que se dedica a rescatar a las jóvenes que fueron esclavas sexuales de la guerrilla del LRA. El rodaje y producción realizado por Hernán Zin, ha sido posible gracias a la colaboración de la Fundación África Directo y la Fundación Cooperación y Ciudadanía de la Junta de Castilla y León. El rodaje comenzó en el 2010 en la República Democrática del Congo, donde más de 300.000 mujeres han sido agredidas sexualmente desde el inicio del conflicto bélico (que dura ya 12 años), obteniendo desgarradoras declaraciones de estas mujeres, víctimas olvidadas e ignoradas que sufren en silencio los horrores y miserias de la guerra, continuando su rodaje en países como Uganda, Sudán, Chad y Somalia. Su génesis fue en junio de 2008, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1820, que condena explícitamente el uso de la violación como arma de guerra y llama a las naciones a proteger a las mujeres en los conflictos armados y a perseguir y juzgar a los responsables de estos crímenes.  Fuente: www.canalsolidario.org 

Mujeres y analfabetismo


En el mundo hay cerca de 500 millones de mujeres en condición de analfabetismo, y el número total de adultos analfabetos puede alcanzar los 710 millones de personas en 2015 si la comunidad internacional no realiza los progresos necesarios para evitarlo. Con motivo de celebrarse este domingo el Día Internacional de la Alfabetización, la ONG Desarrollo InteRed ha querido recordar que esas cifras demuestran que la alfabetización para todas las personas sigue siendo "un objetivo incumplido". Esta ONG ha destacado que el colectivo femenino, que constituye el 70% de la población mundial que está bajo los umbrales de la pobreza, supone el mayor número de personas que no pueden acceder a la lectura y la escritura. De los casi 500 millones, 36 millones son niñas sin escolarizar, según la Unesco. Según datos de la Unesco, en el mundo hay un total de 495.360.000 mujeres en condición de analfabetismo y 36.180.000 niñas sin escolarizar. Las familias pobres, especialmente de zonas rurales, y las actitudes machistas marcan la brecha de la escolarización, según InteRed. Al ritmo actual es "poco probable" que se alcance la meta de lograr una enseñanza primaria universal para 2015 —destaca esta asociación— a pesar de que la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención sobre los Derechos del Niño y los Objetivos de Desarrollo para el Milenio de la ONU proclaman el derecho a la enseñanza primaria, gratuita y obligatoria y la erradicación del analfabetismo para ese año. InteRed trabaja en la actualidad, entre otros proyectos, en Bolivia, cofinanciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en educación básica gratuita, de calidad e inclusiva, especialmente niñas y mujeres indígenas de zonas rurales. Fuente: www.20minutos.es

Cásate y sé sumiza



La editorial Nuevo Inicio, una iniciativa directa del Arzobispado de Granada, ha editado el libro titulado Cásate y sé sumisa, de la autora italiana Costanza Miriano, en el que por 16 euros se enseña la "obediencia leal y generosa, la sumisión". La autora, periodista, casada, madre de una familia numerosa y "sumisa", se cuestiona qué viene después del beso final de los cuentos y películas y recalca, según la editorial, que "ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión". Y, rápidamente, esta iniciativa ha despertado la indignación entre la sociedad civil y organizaciones políticas. El PSOE, IU, CCOO o el Insitituto de la Mujer han algunos de los que primero se han pronunciado. 
El sindicato CCOO de Granada ha pedido hoy la retirada del libro al considerar "intolerable" que la Iglesia "se lucre" promoviendo la violencia machista. La responsable de Mujer de CCOO de Granada, Maylo Sánchez, mantiene en un comunicado que este libro refuerza los roles y estereotipos sobre las mujeres y los hombres, que sitúan al varón en "una situación de supremacía sobre la mujer".
En su opinión, esta desigualdad en las relaciones de poder son el origen y consecuencia de la violencia machista, "una forma de terrorismo que se ha cobrado cerca del millar de víctimas en la última década", mientras que son muchas las que padecen acoso sexual. Considera que es un discurso "tan arriesgado como peligroso" incidir en la sumisión de las mujeres, dado que históricamente se ha demostrado que esta "lógica de desigualdad" que predica la Iglesiaperjudica seriamente la salud de las mujeres al incitar a la violencia de género.
CCCOO asegura que el libro vulnera la ley de Igualdad y la Constitución
CCOO entiende además que este libro vulnera la ley de Igualdad y la ley Orgánica de Medidas de Prevención contra la violencia de género y la propia Constitución, dado que estas leyes instan a los poderes públicos a remover todos los obstáculos que impidan que las mujeres sigan soportando situaciones de desigualdad y violencia.
Mientras, desde IU han comparado al arzobispo de Granada, Javier Martínez, con el imán de Fuengirola condenado por incitar a la violencia machista. El coordinador general de IULV-CA, Antonio Maíllo, ha anunciado en rueda de prensa que han pedido que la Fiscalía acuse al arzobispo de un delito de apología de violencia de género por publicar el "infame" libro de la italiana Costanza Miriano, que enseña a la mujer "obediencia leal y generosa, la sumisión".
El propio PSOE ha registrado varias preguntas al Gobierno sobre las actuaciones que va a adoptar para evitar que el libro haga apología del machismo.Según ha explicado la portavoz parlamentaria de la Comisión de Igualdad, Carmen Montón, el Gobierno debería intervenir para defender los derechos y la imagen pública de las mujeres, en cumplimiento de la ley de Igualdad. "Hacer apología del machismo o de la misoginia no debería caber en ninguna editorial en España y menos que estuviera patrocinada por la Iglesia", ha lamentado Montón.
"Hacer apología del machismo o de la misoginia no debería caber en ninguna editorial"
Para la diputada socialista, el libro "no contribuye a la lucha contra la violencia de género, sino que echa leña a ese fuego de la violencia machista". El libro es un ataque a la igualdad de oportunidades y de trato y profundiza "en la discriminación y en los estereotipos de género que subyacen por debajo de este tipo de violencia", ha insistido. El libro "ataca los principios básicos de la igualdad", lo que estima que es "suficientemente grave para no quedarse callado", ha insistido, pues "es una vulneración de nuestros derechos, nadie nos puede decir que seamos sumisas o que bajemos la cabeza", ha concluido.
Por su parte, la Asociación Granada Laica ha pedido al Arzobispado que retire su apoyo al libro, al considerarlo "aberrante" e "inconstitucional". El portavoz, Manuel Navarro, ha dicho que el Arzobispado de Granada se ha convertido en "cómplice" de un libro "aberrante" que va en contra de los Derechos Humanos y la igualdad de la mujer.

La mujer en Argelia


Por Paula San Pedro, Investigadora Junior, Programa de Acción Humanitaria y Desarrollo, FRIDE (FRIDE, NOV/05):
Papel de la mujer argelina en la historia reciente
En la tradición argelina la mujer ha tenido un papel activo y en primera línea en los diferentes cambios que ha atravesado el país. La historia reciente de Argelia demuestra que ya durante la guerra de la independencia frente a Francia (1954-1962) la mujer se implicó sin reservas a todos los niveles cuando tomó conciencia de su situación de debilidad y vulnerabilidad. Pero la recompensa por su inestimable rol en esta lucha se disipó ante la influencia del movimiento islamista que logró su mayor victoria política con la aprobación del Código de Familia en 1984. Este Código, basado en una interpretación patriarcal de las leyes islámicas, significó la legitimación de las restricciones a las libertades de la mujer que ya existían sin consentimiento legal. La mayor de las privaciones fue perpetuar a la mujer argelina a ser menor de edad dependiente del padre, del marido o del hermano. Además, otorgó plenos derechos al hombre frente a la mujer en caso de divorcio hasta el punto de que mujer e hijos estaban obligados a dejar la casa familiar aunque fuese el marido quien tuviese la tutela de los hijos. Admitía la poligamia y obligaba a la mujer a tener un tutor (wali) para casarse. La mujer casada tenía el deber de obedecer a su marido lo que se traducía, entre otras cosas, en pedirle permiso para trabajar. Así pues, todas estas restricciones a la libertad personal de la mujer ante la ley han servido para reforzar el status de inferioridad de la mujer en la sociedad argelina. Tras su promulgación, el Código suscitó numerosas críticas, especialmente de los movimientos feministas nacionales. Esta oposición se basó en la ambivalencia de la postura del poder político argelino. Por un lado, el gobierno defendía un código que contraviene la legislación dado que la Constitución argelina preconiza el principio de igualdad. Por otra parte, las autoridades reconocían los derechos constitucionales de las mujeres tales como el derecho al voto (1) y el derecho a trabajar sin necesidad de consentimiento.
Pero el Código resultó ser la punta del iceberg de la involución social femenina. A partir de la llegada del partido Frente Islámico de Salvación (FIS) al poder en 1991, la violencia fundamentalista contra la mujer se intensificó. El FIS pretendía hacer cambios rápidos y notorios tras décadas de corrupción del partido único (Frente de Liberación Nacional- FLN) e impuso la discriminación sexista a través de medidas legales y del uso de la fuerza llegando a situaciones de apartheid de género. Decretaron el uso obligatorio del velo (hidjab), la separación de niños y niñas en el colegio, hombres y mujeres en los medios de transporte e incluso en algunas zonas de trabajo. Tras la cancelación de las elecciones y la consecuente ilegalización del partido islámico en 1992, la escalada de violencia fue extrema. El primer objetivo terrorista fueron las mujeres vinculadas a las fuerzas de seguridad, la policía y el gobierno. En 1993, los fundamentalistas empezaron a atacar y torturar a mujeres intelectuales, profesionales y feministas. Hubo numerosos casos de jóvenes secuestradas y llevadas a los campamentos militares donde eran utilizadas como esclavas sexuales (denominado matrimonio mutaa). Las amenazas de muerte a mujeres corrientes que no seguían los dictados de los grupos armados, tales como no llevar velo o no ir maquilladas, eran constantes. A partir de 1994, los ataques comenzaron a ser aún más indiscriminados masacrando pueblos enteros con efectos desproporcionados sobre mujeres y niños.
Tras más de una década de violencia marcada por un conflicto sangriento generado por el terrorismo islamista y las fuerzas de seguridad, Argelia está iniciando una nueva etapa de transformaciones. Esta situación de relativa paz y estabilidad política, y las constantes reivindicaciones de los grupos feministas han permitido dar una solución legal al controvertido debate que se inició en 1984 entorno a la reforma del Código de Familia. En términos generales la propuesta de enmienda busca la consolidación del principio de igualdad entre el hombre y la mujer, y el restablecimiento del equilibrio en lo que concierne a los derechos y obligaciones de los esposos. En términos concretos se exige la sumisión de la poligamia a la autorización del juez, la unificación de la mayoría legal (19 años) para los dos sexos, la derogación del matrimonio por procuración a través del wali (tutor) y la posibilidad de la esposa de solicitar el divorcio. Dos enmiendas se han considerado especialmente revolucionarias para la sociedad argelina; la posibilidad de que los dos cónyuges incluyan cláusulas específicas en el contrato matrimonial y la introducción de condiciones contractuales para luchar contra la repudiación. Por último, se exige el derecho de guardia a los dos padres, lo que permite a la mujer mantener el domicilio conyugal. En marzo de 2005, se aprobó el anteproyecto de ley que modifica 52 artículos del Código. Pero el significativo avance de estas enmiendas se ha visto empañado al establecer la primacía de la ley coránica sobre la legislación nacional e internacional. Esto implica que el principio de igualdad hombre-mujer, reconocido por la Constitución, quedará como letra muerta. Además, el Gobierno presionado por la oposición fundamentalista se ha visto obligado a continuar con el matrimonio por procuración, a mantener intactos los derechos de herencia y conservar el derecho del hombre a repudiar a la esposa. Parece claro que esta reforma legal no sólo es insuficiente, tal y como consideran las asociaciones feministas (2), sino que además va a permitir continuar con la violación de los derechos humanos de la mujer.
El último acontecimiento de gran relevancia nacional ha sido el referéndum sobre la paz y la reconciliación celebrado a finales de septiembre de 2005 con el que se pretende cerrar la larga etapa de violencia. El presidente Bouteflika en su empeño en dar continuidad al proceso que inició con la Ley de la Concordia Civil en 1999, publicó una Carta en agosto de 2005 en la que se garantizaba el indulto a todos los que participaron en el conflicto a excepción de aquellos que fueron responsables de masacres, violaciones o bombardeos en lugares públicos. Tras una extensa campaña liderada por el mismo Presidente y monopolizada por su partido en la que se silenció a la oposición, los resultados (3) dieron un rotundo y sorprendente apoyo a la amnistía.
A pesar de que esta amnistía parcial podría ser considerada como un paso adelante para alcanzar la paz nacional, las disposiciones de la Carta no permiten borrar las heridas de una terrible guerra ni garantizar el fin de la violencia (4). La Carta niega específicamente la responsabilidad del Estado en las desapariciones, y afirma que se han castigado todos los actos indebidos que han cometido los agentes del Estado. Además, las disposiciones contradicen las obligaciones contraídas por Argelia en virtud del derecho internacional. Para las víctimas y sus familias el mayor temor es que estas disposiciones pueden constituir una negación de la verdad y la justicia al no establecerse ninguna comisión de la verdad y que, por tanto, cualquier persona que participase en el conflicto pueda adherirse a la amnistía sin una previa confesión. Esta falta de compromiso a investigar los graves abusos cometidos durante el conflicto armado suscita una honda preocupación por la posibilidad de que las medidas propuestas perpetúen un clima de impunidad y, en última instancia, alienten nuevos abusos en el país.
Participación de la mujer en el ámbito económico, político y social
Desde la independencia, el Gobierno ha realizado una fuerte inversión en el sistema educativo. El resultado ha sido una importante caída de la tasa de analfabetismo y especialmente de las mujeres que ha pasado del 85 por ciento en los años 60 al 40 por ciento en la actualidad. A pesar de ello, esta cifra aún sigue siendo alta sobre todo si se compara con la masculina, que ronda el 20 por ciento. Uno de los factores claves de la evolución positiva ha sido el carácter obligatorio de la educación primaria y el acceso de la mujer a todos los niveles del sistema educativo. Esta política ha tenido un impacto directo sobre la tasa de escolarización femenina que ha alcanzado la paridad en la escuela primaria y representa más del 50 por ciento de los estudiantes universitarios. La discriminación de género está muy arraigada en la sociedad y empaña a otros ámbitos (educación, cultura) más allá de la propia legislación. En consecuencia esta exclusión también opera en el ámbito profesional ya que las mujeres, siguiendo el Código de Familia, han de obtener la autorización de sus maridos para poder desempeñar cualquier actividad profesional (5). A pesar de ello, las mujeres siguen luchando por su reconocimiento y poco a poco han logrado insertarse en el mercado laboral. Esto se refleja en una población activa femenina que crece cuatro veces más rápido que la población activa total con tasas que actualmente rondan el 15 por ciento (6). Esta mano de obra se caracteriza por la juventud de sus integrantes y por su elevado nivel de instrucción. El porcentaje de universitarias asciende ya al 50 por ciento aunque no representan ni el 10 por ciento de los trabajadores en el mercado laboral. Paralelamente, y como consecuencia de los problemas macroeconómicos que han provocado una disminución importante de la creación de empleo a nivel nacional, la tasa de desempleo femenina ha crecido rápidamente desde la independencia siendo actualmente del 32 por ciento (7). Por lo tanto, actualmente, se está destruyendo más empleo del que se crea. Tanto el empleo como el desempleo femenino se concentra en las urbes (tasas del 75 y del 45 por ciento respectivamente) donde las mujeres copan los servicios sociales frente a sectores como la construcción y las obras públicas donde no hay mano de obra femenina. Esta situación se corresponde con la ineficaz y limitada política de empleo femenino, especialmente en el ámbito rural. El derrumbamiento del sector público y el desempleo masivo junto con la llegada de mujeres al mercado laboral ha provocado la expansión del sector informal. A pesar de que no hay datos oficiales, las estadísticas estiman que una de cada tres mujeres trabaja en la actividad informal. La precariedad laboral y la discriminación salarial que caracteriza a este sector impone a las mujeres sórdidas condiciones que a menudo se asemejan a su “encierro” tradicional. La legislación argelina reconoce los derechos políticos de la mujer. A pesar de ello, la mujer está poco representada en los cargos políticos y gubernamentales directivos. De la misma manera, en teoría no hay restricciones a la participación de la mujer argelina en la política, pero aquellas que quieren mejorar su posición dentro de su partido político se enfrentan a la resistencia de los miembros masculinos (8). Sólo hay un ámbito donde la mujer está bien representada; el sistema judicial, en el que el 25 por ciento de los jueces son mujeres. Gracias a ello, se podrán reducir las sentencias sexistas, y se facilitará el acceso de la mujer a los tribunales. En la esfera social, la mujer aun no tiene la información suficiente para ser autónoma en su vida civil y política. Según una encuesta nacional reciente (9), sólo el 9 por ciento de las mujeres entre 9 y 49 años lee el periódico diariamente y sólo el 7 por ciento de las mujeres participa activamente en la vida política. Algunos de los factores que intervienen sobre la participación de la mujer en la vida política incluyen el control ejercido por el miembro masculino de la familia y la falta de información específica sobre la mujer.
Según la Constitución, las mujeres argelinas tienen los mismos derechos sociales y culturales que los hombres, pero en realidad no tienen el mismo acceso ni la posibilidad de ejercerlos. Estas restricciones tienen su raíz en el Código de Familia en el que se estipula el inferior rango de la mujer. En general, las actividades de la mujer se limitan a la esfera doméstica y son escasas las oportunidades que tienen de salir a la calle. Con este panorama, es muy difícil tomar decisiones independientes al hombre, influir en la vida comunitaria o alcanzar el desarrollo personal pleno.
Los extremistas religiosos preconizan que el compartimiento social de la mujer sea una aseveración de la identidad política y religiosa. Esta línea de pensamiento está teniendo un fuerte impacto sobre la autonomía de la mujer, especialmente en las comunidades rurales. Algunos casos testimonian que hay hombres que restringen a sus mujeres salir de casa y les prohíben ser examinadas por médicos hombres. Además, el maltrato doméstico es otra dramática realidad que cada vez se hace patente gracias al cambio de actitud de las mujeres. Pese a las trabas que tienen para acceder a la justicia, las mujeres se atreven a denunciar este tipo de violencia aunque el número de denuncias aún es bajo con respecto a los casos existentes.
El derecho de la mujer a la vivienda no está reconocido ni en la práctica ni en los textos legales. Esto ha permitido que desde 1984 se hayan visto casos de mujeres divorciadas con sus hijos vagabundeando al quedarse sin casa. Gracias a la reforma del Código de Familia, la mujer tendrá el mismo derecho que el hombre a mantener su vivienda. Este amparo legal no asegura que vaya a ser puesto en práctica como tampoco se sabe si las viudas y las solteras podrán mantener su vivienda a pesar de que no haya un hombre a la cabeza de familia.
Esta situación de desigualdad amparada en la legalidad ha sido la principal causa del gradual empobrecimiento de la mujer. Desde 1992, miles de mujeres han perdido miembros de su familia a manos de terroristas y han tenido que ponerse a la cabeza de la familia a pesar de que muchas tenían escasa experiencia más allá de sus tareas domésticas. El largo proceso hasta obtener el certificado de defunción ha provocado que muchas mujeres junto a sus familias sobrevivan en una situación muy precaria al no tener derecho a la pensión, a los ahorros familiares ni a la vivienda. Por otra parte, cientos de mujeres han sufrido la marginación social y la pobreza tras haber sido raptadas o violadas por los grupos armados. Las familias han rechazado a estas mujeres viéndose obligadas a vivir en la calle con una ayuda gubernamental muy limitada.
El papel de la cooperación internacional
Bajo esta realidad, la cooperación internacional puede jugar un papel muy importante en el desarrollo de la mujer en Argelia. El hecho de que sea una cooperación joven (10) y con poca experiencia explica porqué hasta ahora su actuación ha sido tímida, caracterizada por actuaciones puntuales pero sin una estrategia definida ni con un objetivo a largo plazo. Además, esta inexperiencia conlleva un desconocimiento generalizado del país, sobre todo de las zonas rurales. Por tanto, el primer paso para asegurar la eficacia de la ayuda internacional es realizar un análisis a nivel nacional en el que se identifique a la población femenina más vulnerable. Para ello hay que contar con la extensa experiencia de las asociaciones de mujeres cuya labor se ha centrado en ámbitos como la educación en valores igualitarios, la formación para aumentar la participación femenina en la esfera política y económica, el apoyo psicológico y la defensa de los derechos de la mujer. Los logros de estas asociaciones a lo largo de la reciente historia argelina han sido múltiples, a pesar de que durante mucho tiempo su trabajo se ha desarrollado bajo las amenazas y los ataques de los grupos violentos.
Los escasos estudios que se han realizado a nivel nacional hasta la fecha indican que las necesidades más apremiantes de las mujeres argelinas se concentran en las zonas rurales donde las bolsas de pobreza son mayores, el acceso a los servicios es muy limitado, las libertades personales están muy deterioradas y sobreviven en una situación de represión fomentada por el fundamentalismo religioso. Más allá del ámbito rural, la ayuda internacional puede incentivar el empleo femenino y su inserción en la economía, favorecer su desarrollo social, y apoyar actividades de formación y sensibilización que contribuyan a un cambio de actitudes en las relaciones de género. En el plano institucional, países como España pueden ofrecer una valiosa aportación en relación a la inclusión de la Ley de Violencia de Género en su Constitución y dar una respuesta legal a este fenómeno que está alcanzando graves proporciones. En términos generales, estos programas deben ser multidimensionales dado que la discriminación sexual está fuertemente arraigada en la sociedad y luchar contra ella supone incluir aspectos sociales, culturales y educativos además de legislativos.
Así pues, la cooperación internacional tiene la oportunidad de ser un actor clave en el desarrollo de la mujer argelina y ser el punto de inflexión hacia una nueva etapa que abra sus posibilidades. Pero ello sólo será posible si las agencias de desarrollo trabajan de forma coordinada y se cuenta con el apoyo del Gobierno argelino. Hasta la fecha, la Administración sólo se ha mostrado abierta a la ayuda internacional en su discurso ya que en términos prácticos siguen habiendo numerosos obstáculos que no permiten a la cooperación internacional trabajar con flexibilidad y eficacia.
Invertir en el desarrollo de la mujer tiene un efecto dinamizador sobre el resto de la población dado que la mayor parte de las responsabilidades dentro y fuera del hogar recaen sobre ella. En otras palabras, potenciar a la mujer sienta las bases de una sociedad más próspera, libre y democrática.
Notas:
1 En las elecciones locales de 1991 y en las elecciones parlamentarias de 1992 se estableció una ley de “procuraduría” que daba el derecho a los hombres a votar por todas las mujeres de su familia. En las elecciones presidencialistas de 1995 se otorgó a la mujer el derecho a votar por si misma.
2 Las reivindicaciones de las asociaciones feministas son: la derogación o enmienda del Código de Familia, la consagración de la monogamia, el derecho incondicional de la mujer a trabajar, la igualdad en materia de divorcio y el reparto igualitario del patrimonio. 3 Según fuentes oficiales la participación alcanzó el 79,6 por ciento y de ellos el 97,3 apoyó el proceso para la paz y la reconciliación.
4 Tres personas fallecieron al día siguiente de la celebración del referéndum como consecuencia de dos atentados atribuidos al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). Esta organización islamista rechaza la propuesta de amnistía parcial lanzada por el Gobierno de Argel.
5 En base a la reforma del Código, los cónyuges deberán incluir esta cláusula en el contrato matrimonial.
6 Datos estimativos ya que no existen fuentes fiables. Las fuentes oficiales y no oficiales no coinciden.
7 Idem pie de pagina 4
8 Los partidos políticos no tuvieron representación femenina hasta 1997 pero en el 2002 gracias a la presión de las asociaciones de mujeres y otras organizaciones se logró que 19 mujeres fueran miembros de partidos políticos. De la misma manera, en el 2002, el número de mujeres en el Parlamento incrementó de 13 a 2.
9 Encuesta cualitativa sobre la sanidad de la familia, 2002
10 Argelia ha comenzado recientemente un flujo más constante e intenso de relaciones con los países donantes ya que durante la época de conflicto solo algunos donantes continuaron su actividad en el país. Esta situación ha supuesto que países como España, Bélgica, Alemania o Italia tengan una experiencia muy reciente con Argelia.


La Violencia Contra las Mujeres: Hoja de Datos



En EE.UU. una mujer es violada cada 6 minutos y cada 15 segundos una es golpeada. En África del Norte cada día 6,000 mujeres sufren la mutilación genital. Este año en China más de 15,000 mujeres serán vendidas como esclavas sexuales. En Bangladesh 200 mujeres serán desfiguradas horriblemente con ácido por esposos o pretendientes. En India, más de 7,000 mujeres serán asesinadas por familiares debido a disputas sobre pagos por matrimonios arreglados. La violencia contra las mujeres tiene raíces en una cultura global discriminatoria que les niega la igualdad de derechos y legitimiza la apropriación de los cuerpos femeninos para la gratificación personal o política. Cada año la violencia hogareña y comunitaria destruye las vidas de millones de mujeres. (Broken Bodies, Shattered Minds: Torture and Ill Treatment of Women, AI, 2001) 

Información de Fondo 

La violencia contra las mujeres nutre a la discriminación y la fortalece. Cuando las mujeres bajo custodia son abusadas, cuando son violadas por fuerzas militares que las consideran "trofeos de guerra", y/o cuando son aterrorizadas por la violencia en el hogar, las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres se manifiestan y fortalecen. 

La violencia contra las mujeres se complica debido a la discriminación racial, étnica, social, o la que experimentan por razones de identidad sexual, de clase o de edad. Esta multiplicidad de formas de discriminación restringe aún más las opciones que ellas podrían tener e incrementa su vulnerabilidad, haciendo más difícil que las mujeres puedan obtener justicia. 

La violencia que las mujeres sufren a manos de aquellos que tratan de controlarlas tiene un espectro muy amplio. El Estado tiene la obligación de prevenir, protegerlas de, y castigar la violencia que ellas sufren sin importar si es causada por actores privados o públicos. El Estado tiene la responsabilidad de mantener los estándares de diligencia debida y tomar los pasos adecuados para cumplir con sus obligaciones de proteger a las personas contra los abusos de derechos humanos. 

Los Fundamentos Internacionales sobre los Derechos Humanos de la Mujer 

La Declaración Universal de Derechos Humanos declara que "todos deben disfrutar los derechos y libertades incluídos en esta Declaración, sin distinciones de ningún tipo, tales como raza, color, sexo, lenguaje, religión, origen nacional, opinión política o cualquier otra, status económico, social, de nacimiento u otro tipo." (Artículo 2) 

La Declaración para la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres declara que "la violencia contra las mujeres es cualquier acto de violencia de género que resulta o puede resultar en daños o sufrimientos físicos, sexuales o sicológicos para ellas, y esto incluye amenazas de llevar a cabo dichos actos, coerción, o la privación arbitraria de la libertad, sin importar si suceden en la vida privada o pública." (Artículo 1) También agrega que el Estado tiene la obligación de "usar la diligencia debida para prevenir, investigar -de acuerdo a la legislación nacional- y castigar los actos de violencia contra las mujeres, sin importar si son causados por el Estado o personas privadas." (Artículo 4-c) 

La Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra las Mujeres (CEDAW), define a la discriminación contra las mujeres como cualquier "diferenciación, exclusión o restricción hecha por razones de género que afecta o intenta dañar o neutralizar el reconocimiento, ejercicio o derecho de las mujeres - sin importar su estado marital- y de acuerdo a las bases de igualdad entre los sexos a disfrutar sus derechos o libertades fundamentales en los campos políticos, eocómicos, sociales, culturales o cuaquier otro." (Artículo 1) 
La Violencia Contra las Mujeres : Una Violación a los Derechos Humanos 
La violencia contra las mujeres es rampante en varios rincones del mundo, es una violación de derechos humanos que se manifiesta en diferentes maneras, por ejemplo: 

1) La Violencia contra las Mujeres en Prisión 
El imbalance de poder entre prisioneras y guardias viene de la dependencia total en los guardias y oficiales de correcciones que tiene las prisioneras y la habilidad de los mismos para negarles privilegios, lo que se manifiesta en fuerza física directa y abusos indirectos. Debido a que las prisioneras son ignoradas por el público, poco se hace para resolver los problemas que complican el encarcelamiento, tales como los ultrajes, ataques sexuales, manoseos durante los registros físicos personales y los encadenamientos durante los partos. Con frecuencia las mujeres son forzadas a hacer el sexo a cambio de "favores" tales como más comida o productos higiénicos, o para evitar ser castigadas. Hay poco cuidado médico o sicológico disponible para las prisioneras. Aunque crímenes como los ultrajes son comunes en las prisiones, los perpetradores de la violencia contra las prisioneras son raramente castigados. En 1997, por ejemplo, en todo el sistema federal penitenciario solamente diez empleados fueron disciplinados por cometer abusos de conducta sexual. 

2) Quemaduras con Ácido y Asesinatos de Mujeres a Causa de Matrimonios Arreglados 
En muchos países la subyugación de la mujer al hombre es común en las esféras políticas, civiles, sociales, culturales y económicas. En dichas sociedades la mujer que rechaza a un pretendiente o no se lleva con sus suegros frecuentemente se convierte en víctima de una forma de venganza: los ataques con ácido. Le tiran ácido en la cara o el cuerpo, lo que la puede dejar ciega o con quemaduras fatales de tercer grado. Los gobiernos hacen poco para prohibir las ventas de ácido al público y castigar a los culpables de los ataques y asesinatos contra las mujeres. Las realidades que dominan la violencia existente en los matrimonios forzados ejemplifican lo que puede pasar cuando las mujeres son tratadas como propiedad. Las comprometidas a casarse que no pueden pagar el alto "precio" del matrimonio son castigadas con violencia, y frecuentemente con la muerte a manos de los suegros o sus propios esposos. 

3) Asesinatos de "Honor" 
En algunas sociedades las mujeres son consideradas como la representación del honor familiar. Frecuentemente, cuando se sospecha que tienen o han tenido relaciones extra-maritales, aún en casos de ultraje, las mujeres son sujetas a las formas más crueles de indignidad y violencia por parte de sus padres y/o hermanos. A las mujeres que son violadas y no lo pueden probar explícitamente algunas veces se les acusa de zina (el crimen de tener relaciones sexuales ilegales), o son castigadas (frecuentemente con la muerte por lapidación en público). Dichas leyes representan serios obstáculos que inhiben a las mujeres y les quitan el deseo de buscar la justicia contra sus violadores. Los familiares varones de la víctima, asumiendo que la mujer acusada es culpable, creen que no tienen medios o alternativas para remediar las percibidas violaciones al "honor", excepto matarla. 

4) La Violencia Doméstica 
La violencia contra las mujeres es una pandemia global. Sin excepción, el mayor riesgo de violencia contra la mujer proviene de alguien conocido. La violencia doméstica viola el derecho de la mujer a la integridad física, la libertad, y frecuentemente su mismo derecho a la vida. Cuando el Estado no toma las medidas básicas para proteger a la mujer de la violencia doméstica, o permite que dichos crimenes sean cometidos con impunidad, el Estado no cumple con sus obligaciones de proteger a la mujer de la tortura. 

5) La Mutilación Genital Femenina 
La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos. En los casos más severos a las mujeres o niñas les quitan los genitales y se los suturan juntos, y lo que queda es un pequeño orificio para el coito y la menstruación. La MGF se practica en 28 países africanos bajo pretextos de tradición cultural o higiénicos. Se estima que 135 millones de niñas han sufrido la MGF y sus complicaciones: infecciones (incluyendo el VIH), esterilidad y efectos sicológicos devastadores. Los países que practican la MGF tienen leyes que la hacen ilegal, pero no se implementan y los culpables no son castigados. Por eso, el uso de la MGF sigue creciendo. 

6) Las Violaciones de Derechos Humanos Basadas en la Identidad Sexual Real o Percibida 
La regulación de la sexualidad se basa en el género y se mantiene a través de restricciones impuestas por las normas culturales o las leyes que las fortalecen. La comunidad (la que puede incluir a las instituciones religiosas, la prensa y las redes familiares y culturales) regula la sexualidad de las mujeres y castiga a las que no se conforman. Entre esas mujeres hay lesbianas, aquellas con apariencias "demasiado masculinas," las que tratan de expresar libremente sus derechos y las que confrontan el patriarcado. Las lesbianas, o las que son sospechosas de serlo, son abusadas por el Estado en las prisiones, por la policía y actores privados tales como familiares y otros miembros comunitarios. Hay varios casos documentados de jóvenes lesbianas que han sido golpeadas, ultrajadas, o que han sufrido embarazos y/o matrimonios forzados, o que han sido atacadas por familiares que buscan castigarlas o "corregirles" la identidad sexual. En EE.UU. las mujeres lesbianas sufren temores constantes bien fundados de ser perseguidas por la policía debido a la identidad sexual, además la violencia contra las lesbianas ocurre con impunidad en forma regular. 

7) Asilo por Razones de Género 
La Alta Comisión de la ONU para Refugiados favorece que "las mujeres que temen la persecución o severa discriminación por razones de género debieran ser consideradas, para determinar su status como refugiadas, miembros de un grupo social." (Directrices sobre la Protección de Mujeres Refugiadas) Dicha persecución podría incluir daños limitados por razones de género tales como (pero no limitados a) la MGF, los abortos forzados, la violencia doméstica que el Estado se rehusa a combatir, y los asesinatos de "honor." Sin embargo, las mujeres que buscan asilo político en EE.UU. debido a la violencia de género raramente lo reciben, ya que los adjudicadores de asilo en el país aplican una interpretación restricta sobre la definición internacional del refugiado que tiene razones reales de protección. Las jóvenes lesbianas, en particular, que buscan asilo debido a la persecución que sufren en sus países por razones de identidad sexual frecuente y legitimamente temen hablar sobre su sexualidad con las autoridades. 

8) El Problema de la Impunidad 
Los perpetradores de la violencia contra las mujeres son raramente castigados. Frecuentemente las mujeres que sufren la violencia de género tienen pocas opciones porque las mismas agencias del Estado son culpables de practicas discriminatorias contra las mujeres. Muchas deciden no reportar los casos de violencia a las autoridades porque temen el ostracismo y las burlas de sus comunidades, las que con frecuencia consideran que las mismas víctimas son culpables de los abusos que han sufrido. Cuando las mujeres confrontan a los culpables, con frecuencia lo que logran es la humillación y largos procesos judiciales, y ninguna simpatía por parte de las autoridades o los medios de comunicación. La violencia contra las mujeres es tan prevalente que casi nunca es condenada o censurada. 

La violencia contra las mujeres viola los derechos humanos y no puede ser justificada por razones políticas, religiosas o culturales. La cultura global que discrimina contra las mujeres permite que la violencia ocurra a diario y en la impunidad. AI solicita su ayuda para erradicar la violencia contra las mujeres y ayudarlas a que logren vidas de igualdad y dignidad humana. 

Para más información sobre los derechos humanos de la mujer, visíte el sitio de Internet: http://www.amnestyusa.org/women o contáctenos escribiendo a AIUSA, 322 Eighth Avenue New York, NY 10001, o llamando al teléfono (212) 633-4292. 


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Un bozal para mi mujer


A partir de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, los estados civilizados, uno tras otro, abolieron la tortura —oficialmente—. Antes, ocurrían cosas como esta: “Una mujer molesta y enfadada, discute con sus vecinos y rompe la paz pública, aumenta la discordia y es intolerable para la vecindad”, explicaba una sentencia. En ese caso, había que castigarla con una brida de hierro (Scold’s Bridle), una máscara metálica, una jaula que encajonaba su cabeza, un bozal con un hierro que entraba en la boca y se apoyaba sobre la lengua, y que impedía que la mujer hablara. El bozal de hierro fue un invento británico, posiblemente escocés, fabricado para humillar y castigar el cotilleo y las disputas ocasionadas por mujeres, y se utilizó entre los siglos XVI y XIX. El hierro sobre la lengua solía ocasionar heridas, y algunos modelos llevaban una campanilla incorporada, para que se escuchara a la mujer cuando se acercaba. En la parte trasera podía anudarse una cuerda, para pasear a la castigada por la calle y que sufriera la humillación y burla de los vecinos. En algunas casas tenían un gancho en la pared, al lado de la chimenea, donde la esposa podía ser encadenada hasta que prometiera contener su lengua. Aunque el uso del bozal podía decidirlo el marido, normalmente era una sentencia ordenada por un magistrado. La condena podía durar de 30 minutos a varias horas. Hay más de 50 bridas de varios tamaños y estilos en museos, iglesias y ayuntamientos británicos. Una de ellas está expuesta en la Torre de Londres. Otra, de 1632, está en una vitrina en la sacristía de una iglesia junto al puente Walton, en el Támesis, con esta inscripción: “… brida para contener lenguas de mujer que mantienen conversaciones demasiado ociosas”.

La mujer sometida


La losa de los estereotipos, la falta de libertad, la negación de la igualdad de oportunidades, la exclusión de la vida política, la falta de acceso a la educación, la exposición a la violencia social y familiar, etc., a lo largo de la historia son constantes que gravitan sobre las mujeres. En muchos casos, estas agresiones o discriminaciones se han desarrollado bajo el cobijo de las leyes vigentes, y casi siempre bajo la justificación de las "costumbres sociales", alentadas por las distintas sociedades patriarcales. Para las jerarquías dominantes, civiles o religiosas, el papel subordinado de la mujer no se ha puesto en duda durante siglos; lo que ahora valoramos como atentados contra los derechos de las mujeres, históricamente, no han sido considerados como tales: no se podía vulnerar el derecho de alguien que, precisamente por el hecho de ser mujer, "no tenía derechos". Aunque se ha afirmado la existencia en el pasado de sociedades matriarcales, en las que las mujeres habrían gozado de un protagonismo social y familiar mayor al de los hombres, sin estar sometidas a su autoridad, lo cierto es que su existencia no se ha podido demostrar. Lo que sí han existido en distintas épocas históricas han sido sociedades matrilineales, es decir, sociedades en las que la descendencia se establece a partir de la línea materna en lugar de la paterna. Pero incluso en estos casos, al parecer, el modelo matrilineal ha coexistido con distintas modalidades de patriarcado, en la medida que los hombres han retenido las más importantes y determinantes esferas de poder.

De hecho, al margen de las teorías y las especulaciones sobre hipotéticos matriarcados, la realidad es que desde los más remotos tiempos las distintas sociedades y religiones nos han dejado testimonios de la condición subordinada que se ha adjudicado a las mujeres.

"Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará."
Antiguo testamento. Génesis, 3,16 (ca. 900 aC)

"Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer."
Pitágoras (582-507 aC)

"Es ley natural que la mujer esté sometida al marido."
Confucio (ca. 500 aC)

Las mayores o menores libertades y derechos que gozaban las mujeres en las distintas civilizaciones de la antigüedad estaban siempre supeditadas a la autoridad del hombre, ya fuera el marido, el padre o incluso el hermano. La situación social y familiar de la mujer se basaba en dos premisas, la fidelidad al esposo y una fecunda descendencia: una mujer estéril era despreciada y podía ser repudiada por el marido, mientras que una mujer infiel solía ser condenada a muerte. Por ejemplo, en la Biblia, que en muchos aspectos refleja también las costumbres de las otras culturas de aquella época y zona geográfica, se menciona la lapidación para la mujer adúltera. En cambio, el adulterio del varón sólo se penalizaba cuando se cometía con una mujer casada, y en este caso no se castigaba el adulterio en sí, sino la violación del derecho de posesión y exclusividad del marido: la mujer era considerada "una propiedad" del marido; concepción característica de aquellas sociedades y que más tarde alcanzará su concreción jurídica en la figura romana de la "patria potestas", ejercida por el "pater familias". La actividad de las mujeres estaba limitada al hogar, no tenían ningún protagonismo en la vida pública. En Grecia, el caso de Hiparquía (ca. 340-300 aC) es una excepción. Perteneciente a la escuela cínica, fue una de las primeras mujeres filósofas. Preguntada en una ocasión por Teodoro el Ateo que por qué no se dedicaba a las tareas propias de su sexo, a hilar y a tejer, respondió que le parecía una pérdida de tiempo ya que prefería dedicar su vida al estudio.

Siglos más tarde, otro caso excepcional es el de Hipatia de Alejandría (370-415). Hija del matemático y astrónomo Teón de Alejandría, éste le transmitió sus conocimientos y su pasión por la búsqueda de lo desconocido, algo verdaderamente insólito entonces tratándose de una mujer. Hipatia no era cristiana, y en un ambiente de creciente hostilidad hacia el paganismo, acusada de hechicera y de bruja pagana, finalmente murió de forma brutal, torturada y descuartizada, con un ensañamiento sólo comprensible por su osadía de haberse convertido en una mujer ilustrada y científica.

Durante la Antigüedad, para una mujer dedicarse a la filosofía o a la ciencia representaba una proeza, y por lo tanto es explicable que los casos que se dieron fueran aislados. Pero también hay que tener en cuenta, como afirma Umberto Eco, que "No es que no hayan existido mujeres filósofas. Es que los filósofos han preferido olvidarlas". La misoginia de las sociedades no sólo veía con malos ojos que la mujer tuviera otras ocupaciones que las del hogar, sino que además no tenían el menor interés en que quedara constancia de sus aportaciones al mundo del conocimiento y de la cultura (razón por la cual en muchos casos, entonces y a lo largo de toda la historia, fueron sus maridos u otros hombres de su entorno los que se apropiaron de sus creaciones).

Situándonos ahora en la Península Itálica, la Historia de Roma se inicia para la mujer bajo la concepción arcaica dominante en aquellos tiempos, negándosele cualquier autonomía, estando sometida por completo al pater familias; la Ley de las Doce Tablas (450 aC) vigente durante siglos reconocía al pater familias la "vitae necisque potestas" (el poder de la vida y de la muerte, sobre sus hijos, su esposa, y sus esclavos). Lentamente, la situación de la mujer en Roma ira evolucionando, arañando esferas de autonomía y libertad, alcanzando, durante los primeros siglos de la nueva era, unas prerrogativas desconocidas hasta entonces.

En el año 195 aC, la oposición a la Ley Oppia, promulgada el 215 aC con el objetivo de limitar el lujo en el aspecto de las mujeres (en la medida que no encajaba con la imagen de la "matrona" ideal sometida al pater familias) es quizás el primer momento histórico en el que las mujeres se organizan en contra del poder masculino dominante. Es un hecho especialmente relevante (más que por el contenido en sí de la reivindicación) en tanto que actitud colectiva por parte de las mujeres de activa oposición y reivindicación. Derogada finalmente la ley a causa de las protestas de las mujeres, la importancia de su derogación se puso de manifiesto por la repulsa e incomodidad que se produjo en el Senado durante los debates:

"Si cada uno de nosotros, señores, hubiese mantenido la autoridad y los derechos del marido en el interior de su propia casa, no hubiéramos llegado a este punto. Ahora, henos aquí: la prepotencia femenina, tras haber anulado nuestra libertad de acción en familia, nos la está destruyendo también en el Foro. Recordar lo que nos costaba sujetar a las mujeres y frenar sus licencias, cuando las leyes nos permitían hacerlo. E imaginad qué sucederá de ahora en adelante, si esas leyes son revocadas y las mujeres quedan puestas, hasta legalmente, en pie de igualdad con nosotros. Vosotros conocéis a las mujeres: hacedlas vuestros iguales. Al final veremos esto: los hombres de todo el mundo, que en todo el mundo gobiernan a las mujeres, están gobernados por los únicos hombres que se dejan gobernar por las mujeres: los romanos." Intervención en el Senado de Marco Porcio Catón, recogida por Tito Livio
Indro Montanelli. Historia de Roma. Plaza & Janés. Barcelona, 1961

Posteriormente, en Roma a aquella conquista siguieron otras de más calado, como la administración de la propia dote o el derecho a divorciarse.

La difusión del cristianismo y del Islam generará una situación contradictoria con relación al protagonismo de la mujer y el respeto de sus derechos. Por un lado, proclamando en las distintas sociedades por las que se expandieron la igualdad de todos los seres humanos, ambas religiones otorgarán a las mujeres una dignidad hasta entonces negada o puesta en duda. Pero por otro lado, en tanto que religiones patriarcales y prisioneras de prejuicios ancestrales, fomentarán también el papel subordinado de la mujer dentro del conjunto de la sociedad y, de forma especial, dentro de la familia.

"Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor."
Nuevo testamento, Epístola a los colosenses, 3,18 (ca. 50 dC)

"Las buenas mujeres son obedientes y guardan en secreto lo que Alá ha guardado. En cuanto a aquellas que temáis que se rebelen, amonestadlas, haced que duerman en camas separadas y azotadlas."
El Corán, 4,34 (ca. 650 dC)

A lo largo de los siglos, dentro de las respectivas tradiciones religiosas en general se hará una lectura de la Biblia y el Corán que justificará la subordinación de la mujer al varón, siendo minoritarias y marginales las lecturas liberadoras y progresistas. Tras la caída de Roma, en los nuevos reinos de tipo feudal que surgirán el derecho vuelve a formas más arcaicas, y en este contexto la libertad de la mujer se ve de nuevo restringida. Al mismo tiempo que la vida cultural se empobrece y se refuerza la concepción jerárquica y vertical de la sociedad, también se refuerza la subordinación de la mujer. Siglos más tarde, el declive del feudalismo y el nacimiento de la burguesía (y de los estados centralizados) tampoco propiciará una mejora sensible de la condición de la mujer.

No será hasta finales del siglo XVIII cuando empezará un movimiento de protesta que, tras plasmarse en el incipiente feminismo y en el sufragismo del siglo XIX, ya no dejará de avanzar, planteando progresivamente nuevas reivindicaciones.

Al proclamarse en 1789 en Francia la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ésta no contemplaba como sujetos de derechos a las mujeres, ya que con la palabra "hombre" no se refería a la humanidad, sino sólo a los varones. Esta discriminación motivó la actitud de protesta de Olimpia de Gouges (1748-1793): tomando como modelo el texto de la Declaración de 1789, publicó en 1791 La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. A causa de sus paralelas y constantes críticas contra la represión jacobina, Olimpia de Gouges fue acusada de reaccionaria y murió guillotinada dos años más tarde.

En 1792, la escritora inglesa Mary Wollstonecraft (1759-1797) publicó la Vindicación de los Derechos de la Mujer, donde argumentaba que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que tan sólo puede parecerlo debido a que no han tenido acceso a la educación apropiada:

"Fortalezcamos la mente femenina ensanchándola y será el final de la obediencia ciega; pero como el poder busca la obediencia ciega, los tiranos y los sensualistas están en lo cierto cuando tratan de mantener a la mujer en la oscuridad, porque el primero sólo quiere esclavos y el último un juguete."

Otras citas de la Vindicación de los Derechos de la Mujer

A mediados del siglo XIX en los Estados Unidos e Inglaterra empieza a cobrar fuerza el feminismo. Uno de los hitos de este nuevo movimiento es la Declaración de Séneca Falls (1848), en la que se resumían las conclusiones de la Convención sobre los Derechos de la Mujer celebrada en aquella localidad. El documento, inspirado en el texto de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, denunciaba las restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar, presentarse a elecciones, ocupar cargos públicos, afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas. "Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro. Que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del hombre, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni fuerza ni autoridad. Que la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador- y que por el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal."

Declaración de Séneca Falls, ampliación del fragmento

El naciente feminismo se centró inicialmente en la reivindicación del derecho al voto de las mujeres. En los Estados Unidos, sus principales líderes fueron Susan B. Anthony, Lucy Stone y Elisabeth Cady Stanton (una de las promotoras de la Declaración de Séneca Falls), encuadradas desde 1890 en la "Asociación Nacional Americana por el Sufragio de la Mujer". No obstante, ellas no vieron el resultado de su esfuerzo, ya que el derecho de las mujeres a votar no fue reconocido en los Estados Unidos hasta 1920. En Inglaterra, John Stuart Mill publicó El Sometimiento de la Mujer en 1869. Tres años antes había presentado al Parlamento inglés una demanda a favor del voto femenino que, al ser rechazada, provocó que en 1867 naciera el primer grupo sufragista británico: la "Asociación Nacional para el Sufragio de la Mujer".

"El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordinación legal del uno al otro- es intrínsecamente erróneo y ahora constituye uno de los obstáculos más importantes para el progreso humano; y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni pacidad para otros".
John Stuart Mill. El sometimiento de la mujer

El derecho femenino al sufragio se fue alcanzando lentamente a lo largo del siglo siguiente. Nueva Zelanda lo consiguió en 1893, Australia en 1901, Finlandia en 1906, Noruega en 1913, Dinamarca e Islandia en 1915... En España se consiguió en 1931, en Francia e Italia en 1945, mientras que en Suiza no se alcanzó hasta 1970. En los países árabes la adopción del sufragio femenino todavía fue más lenta, sin que se haya consumado totalmente (en Arabia Saudí y Brunei las mujeres seguían sin votar en 2007). Hasta el siglo XIX la defensa de los derechos de las mujeres no había sido nunca una tarea prioritaria, una tendencia que inicialmente también contaminará al naciente socialismo, que priorizará la reivindicación de la igualdad de clases antes que la igualdad entre hombres y mujeres.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en una época en la que las condiciones laborales en los complejos industriales eran muy precarias, con una gran presencia de mujeres y niños en las fábricas a causa de la gran demanda de mano de obra y de sus menores sueldos, en el marco de las reivindicaciones laborales del proletariado las mujeres adquieren progresivamente un mayor protagonismo. En 1910, durante la reunión en Copenhague de la Internacional Socialista, se proclamó el Día de la Mujer, como homenaje al movimiento en favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal. Al año siguiente, el 19 de marzo, se celebró el primer Día de la Mujer Trabajadora, que posteriormente se celebró en fechas distintas hasta la adopción definitiva del 8 de marzo.

El 25 de marzo de 1911, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas y judías, murieron en el incendio de la fábrica Triangle de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

Tras la Segunda Guerra Mundial y con el inició en de las actividades de las Naciones Unidas, en 1952 se aprobó la Convención sobre los derechos políticos de la mujer:

Artículo I. Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.

Artículo II. Las mujeres serán elegibles para todos los organismos públicos electivos establecidos por la legislación nacional, en condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación alguna.

Artículo III. Las mujeres tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la legislación nacional, en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.

Posteriormente, las Naciones Unidas han ido aprobando otros documentos relativos a los derechos de las mujeres: 

--La Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer (1967)

--La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979)

--La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer (1993)

Los documentos de las Naciones Unidas son la concreción de las normas de convivencia fundamentales (en el caso de las declaraciones) y de la suma de normas y mecanismos para verificar el cumplimiento de las primeras (en el caso de las convenciones, cuando estas son ratificadas por los estados). Con relación a los derechos de la mujer, durante el siglo XX las Naciones Unidas la ha definido, por primera vez en la historia y sin ningún tipo de reservas, como sujeto de derechos inalienables y como igual al varón.

No obstante, ni las declaraciones ni las convenciones no son sinónimo de un respeto efectivo de los derechos y libertades que proclaman. Salta a la vista que su cumplimiento es desigual y en muchos casos altamente insatisfactorio (la discriminación y subordinación de la mujer se sigue dando, bajo formas más brutales o sutiles, en todas las sociedades). Pero como mínimo ahora hay un marco teórico internacional que las ampara, y una hoja de ruta que señala el tipo de sociedad que se anhela: una sociedad, un mundo, en el que las mujeres no sean discriminadas ni agredidas.

La prostitución en Roma


Burdeles de Roma, las mujeres dedicadas al llamado oficio más viejo de la humanidad eran multitud en la Antigua Roma, donde el sexo mercenario se practicaba habitualmente y sin sanción.

Inicios en Roma

En época Romana, las niñas y jóvenes podían asegurar su futuro a través del matrimonio o ser explotadas sexualmente en beneficio de otra persona. Este segundo tipo de vida se adoptaba a menudo de forma involuntaria y resultaba peligrosa y denigrante. Sin embargo, tanto las condiciones de la esclavitud como la pobreza exigían algo productivo de las mujeres jóvenes. Su capacidad de ofrecer servicios sexuales cuadraba con las necesidades de los hombres, en una cultura que guardaba celosamente la castidad de las mujeres casadas. Esta situación creaba la posibilidad de un negocio rentable que muchos dueños de esclavas, e incluso mujeres libres y sus propias familias, no podían pasar por alto. No hay que idealizar la vida de las prostitutas. Por cada mujer que decidía llevar este tipo de vida, había muchas más que eran obligadas a ello. Los esclavos en particular eran seres indefensos y sufrían explotación sexual. Se veían afectados tanto adultos como niños, hombres y mujeres. Aunque los amos podían restringir la prostitución de un esclavo, estableciendo cláusulas en los contratos de venta, no hay motivos para pensar que lo hicieran con frecuencia. De hecho, no hay razón para creer que tuvieran en mente algo que no fuera obtener el máximo provecho a la hora de prostituir a los esclavos, algunos de los cuales se adquirían para ese fin.

Abusos y presiones

Las mujeres libres que se prostituían seguramente se encontraban en situación desesperada, e incluso presionadas por sus familiares para que obtuvieran algunos ingresos. Sin duda era común que sufrieran abusos físicos a manos de los clientes; el exceso de actividades sexuales causaba daños físicos y psicológicos profundos. Era una vida dura. Es muy importante tener esto claro cuando se piensa en las prostitutas, trátese de esclavas o de mujeres libres. Legales, pero estigmatizadas[editar · editar código]

El Derecho romano definía a las meretrices como “personas que abiertamente obtienen dinero con su cuerpo”. Pero las leyes no castigaban a las prostitutas, que no podían ser procesadas por su profesión. Eran probrosae, es decir, que según las leyes reguladoras del matrimonio decretadas por Augusto, no podían casarse con ciudadanos romanos nacidos libres. También sufrían la carga de la infamia por edicto pretorio: no podían redactarun testamento ni recibir herencias. Sin embargo, es probable que a menudo se desobedecieran o ignoraran estas restricciones y, en cualquier caso, el estigma desaparecía cuando se casaban.

Por tanto, el sistema legal romano dejaba en paz a las meretrices. Hasta donde se sabe, a las autoridades tampoco les importaban los aspectos morales; a fin de cuentas, tener relaciones con una prostituta no quebrantaba ninguna ley, ni siquiera las constricciones morales en lo que concernía a los hombres, ya que no constituía adulterio. Para las mujeres suponía cierta deshonra debido a su libertinaje sexual, pero, una vez más, no había prohibición o castigo de ningún tipo. Es poco probable que las prostitutas tuvieran que inscribirse en registros oficiales; como a la élite no le importaba un ápice su “control”, no había motivos para molestarse en registrarlas. Sin embargo, las autoridades cayeron en la cuenta de que estos servicios podían ser gravados. Ya mediados del siglo I d. C., las prostitutas ya pagaban una tasa. Este impuesto, como nos dice Suetonio, alcanzaba el montante de un servicio sexual, y no podía evadirse con el pretexto de haber abandonado la profesión. A pesar de que no existen detalles sobre cómo podrían mantenerse las cuentas de un producto tan móvil como el sexo, los romanos lo consiguieron. Es posible que las prostitutas que trabajaban de forma independiente presentaran un reto para los agentes fiscales. Por otro lado, las que trabajaban en burdeles privados podían ser registradas y fiscalizadas, lo que resultaría aún más fácil de hacer en los burdeles municipales, aunque esto no impedía a los funcionarios imperiales practicar la extorsión para obtener más dinero. Este impuesto, sin embargo, era la única intervención del Estado en la vida de las prostitutas, a menos que su trabajo se viera acompañado de escándalos. Los magistrados responsables del orden público local –los ediles de Roma, por ejemplo– vigilaban parcialmente sus actividades. Pero como el ejercicio de su profesión no era ilegal, sólo la alteración del orden público podría llevar a los funcionarios a tomar medidas. Tan poco interés despertaba el comercio de las prostitutas que nunca se intentó crear “zonas” de prostitución, o barrios chinos. Había burdeles repartidos sin orden por ciudades y pueblos. Como es natural, en algunas zonas habría más actividad que en otras –por ejemplo, en los alrededores del foro y de los templos, o en Roma, en la tristemente célebre sección de Subura–, pero en cualquier parte de la ciudad se podía encontrar una ramera. En cuanto a las consideraciones sanitarias, los círculos oficiales no se preocupaban en absoluto. La prostitución tampoco tenía muchas repercusiones prácticas, más allá del pago de impuestos y del estigma social que conllevaba la profesión. Es posible que la práctica de la prostitución resultara atractiva a las mujeres de edades “cotizadas”, o en situaciones desesperadas. Los ingresos podían ser considerables, y a las candidatas las engatusaban con las promesas de vestidos y otros incentivos. Estas mujeres no tenían ninguna otra habilidad ni productos que pudieran reportarles tanto dinero, como sin duda no lo hacía el trabajo de costurera o de nodriza, las otras principales ocupaciones remuneradas de las mujeres. Por tanto, no había escasez de prostitutas. Además, a muchas mujeres las obligaban a prostituirse, quizá familiares a punto de morir de hambre. Algunas escapaban de sus casas y se dedicaban a esta profesión. Otras crecían en régimen de esclavitud, y muchas eran esclavizadas para este fin. Un tema común de las novelas románticas era el secuestro de una niña por bandidos o piratas y su posterior venta como esclava. Otro tema común de la literatura es la crianza de expósitos para dedicarlos a la prostitución; varias pruebas antiguas corroboran estas fuentes. Había prostitutas literalmente por todas partes. Se ha estimado que una de cada cien personas de Pompeya–entre hombres, mujeres y niños– se dedicaba a la prostitución, cifra basada en el cálculo de cien prostitutas en una población de 10.000 personas. El porcentaje sería aún mayor entre las mujeres de entre 16 y 25 años. Algunos datos comparativos pre modernos sugieren que entre el 10 y el 20% de las mujeres “elegibles” se prostituían al menos de forma intermitente. Con una media de alrededor de diez clientes al día, lo cual no es una cifra elevada, según datos comparativos, esto suponía que en Pompeya se realizaban unos mil servicios sexuales al día. A primera vista, estos valores podrían parecer muy altos, pero lo cierto es que la combinación de una fuerte demanda, riesgos sanitarios relativamente reducidos, y la falta de alternativas de ingresos, empujaba a muchas mujeres a la prostitución.

Condiciones de trabajo

Los burdeles eran los locales más organizados para esta práctica, pero algunas prostitutas no ejercían en lupanares, sino en viviendas. Las tabernas y las casas de comida también eran lugares de trabajo de las prostitutas; una o dos habitaciones al fondo y en la segunda planta del establecimiento cumplían estas funciones. Existía la creencia de que los venteros eran personas honradas, mientras que las camareras no eran más que prostitutas que servían comidas y bebidas. Sin embargo, un grafiti de Pompeya quizá demuestra que no siempre se mantenían las diferencias entre venteros y camareras: “Tuve sexo con la dueña”, aparece escrito en una pared (CIL 4.8442 Futui coponam).

Los baños públicos eran también lugares habituales de las prostitutas. La desnudez –sobre todo si los hombres y las mujeres se bañaban juntos, como podía suceder–, que se ofrecía como la bebida en las tabernas, era un aliciente que conducía a los clientes a compañeras sexuales disponibles. Los baños también ofrecían comida y otros servicios, como masajes. De la misma manera que una masajista podía pasar con facilidad a proporcionar servicios sexuales, los empleados de los baños combinaban su trabajo rutinario, como vigilar la ropa mientras los clientes se bañaban, con el de proporcionar sexo a los clientes que lo deseaban. De hecho, en las termas suburbanas de Pompeya, las más excavadas, hay pinturas explícitas que muestran a personas participando en actividades sexuales cada vez más audaces (o divertidas), así como compartimentos sobre los estantes donde se guardaba la ropa antes de entrar en los baños. También había habitaciones en las plantas superiores, e incluso una entrada aparte desde la calle para los clientes que venían a los baños sólo a mantener relaciones sexuales. Un grafiti en la pared exterior dice lo siguiente: “Quien quiera que se siente aquí, lea esto antes que nada: si quiere sexo, busque a Attis; puede ser suya por un denario” (CIL 4.1751).

Sitios para fornicar

Además de trabajar en estos lugares concretos, las prostitutas podían hacerlo en la calle. También lo hacían en sitios públicos que dispusieran de zonas escondidas donde podían mantener relaciones sexuales rápidas. Los mercados y las zonas de edificios públicos ofrecían muchos posibles clientes. De ser necesario, se recurría a las tumbas situadas a las afueras de la ciudad. Los arcos (fornices) –palabra romana de la que proviene el término fornicación– de los grandes edificios públicos, como teatros y anfiteatros, eran con frecuencia lugares de encuentros sexuales. Al igual que en las termas, las actividades en estos escenarios –las actuaciones a menudo lascivas en los teatros, y en las arenas la excitación y la sed de sangre de la lucha entre gladiadores– provocaban un apetito sexual que aprovechaban las prostitutas de la zona. El teatro estaba relacionado con la prostitución tanto directa como indirectamente. Los alrededores estaban repletos de gente antes y después de las funciones, lo que proporcionaba oportunidades de trabajo a las prostitutas. Pero, más que eso, ciertas producciones teatrales eran tan provocadoras como los frescos de los burdeles. Se trataba de los mimos, un tipo de representación muy popular. En las paredes de la Taberna de la calle de Mercurio, en Pompeya, había pintada una serie de escenas sumamente eróticas de mimos. Está claro que estos despliegues teatrales inspiraban a los bebedores. No es de sorprender que los mimos no sólo estimularan la demanda de prostitutas, sino que, a modo de pluriempleo, las actrices se dedicaran también a la profesión.

Festival lascivo

El Floralia de Roma era un lascivo festival primaveral. Difícilmente podía ser de otra manera, en vista de que el nombre provenía de una famosa prostituta de antaño. En los escenarios, las prostitutas interpretaban aventuras de mimos con personajes del pueblo –sastres, pescadores, tejedoras– en situaciones comprometidas, pues el adulterio era uno de los temas favoritos. Estos despliegues teatrales, como era normal con los mimos, contenían diálogos, cantos, bailes y gestos obscenos, y los movimientos sugerentes de comedias subidas de tono. El acto final a menudo suponía la desnudez total de los actores, que complacían a los espectadores cuando gritaban “quitaros toda la ropa”. Un autor cristiano describe, horrorizado, estos tejemanejes: “Esos juegos se celebran tras lanzar todas las restricciones morales al viento, que es lo más adecuado para honrar la memoria de una ramera. Además de la falta de control, del lenguaje soez y de la lluvia de todo tipo de obscenidades, las prostitutas incluso van quitándose la ropa al ritmo de las exigencias del público, y así interpretan los mimos. Permanecen desnudas en el escenario ante un público agradecido, hasta que incluso las miradas desvergonzadas quedan saciadas con sus gestos escandalosos” (Lactantio, Institutos Divinos 1.20.10).

Templos y teatros eran lugares frecuentados por las prostitutas. Hay una prueba de estas actividades: al sur de Roma, en la 80 piedra miliar de la Vía Latina, en un antiguo santuario de Venus, cuatro mujeres establecieron una casa de comidas: “Flacceia Lais, mujer libre de Aulus; Orbia Lais, mujer libre de Orbia; Cominia Filocaris, mujer libre de Marcus, y Venturia Tais, mujer libre de Quintus, construyeron una cocina en el santuario de Venus, en un local alquilado” (AE 1980.2016). Todas ellas esclavas liberadas, tenían nombres típicos de prostitutas. Tais y Lais son nombres de famosas hetairas de la clase alta de Grecia; eran nombres magníficos para meretrices romanas. Esta combinación de prostitutas con tabernas y casas de comidas en zonas cercanas aun templo hacen irresistible pensar que este restorán de carretera, junto a un templo de Venus, también servía sexo a los comensales. Una de las principales razones por las que se empleaban los servicios de una prostituta es que el sexo que ofrecían era más emocionante, atrevido y variado del que cabía esperar de una esposa, o incluso de una amante discreta. Un ejemplo de estas destrezas sexuales se describe en la novela de Aquiles Tacio Leucipe y Clitofonte. Clitofonte, tras aclarar que su experiencia “se ha limitado a las transacciones comerciales con mujeres de la calle –la describe gráficamente–, cuando las sensaciones llamadas de Afrodita se acercan al punto álgido, la mujer cae en un frenesí de placer; besa con la boca muy abierta y se revuelca como una loca. Las lenguas a todo esto se superponen y hacen caricias, su contacto es como el de un beso dentro de otro beso (...) Cuando la mujer alcanza el fin de los actos de Afrodita, jadea instintivamente con un placer ardiente, y sus jadeos suben con rapidez a los labios con el aliento del amor, y ahí se encuentra con un beso perdido...” (Leucipe y Clitofonte 2.37).

Arte erótico

El arte erótico de Pompeya ofrece ejemplos gráficos de lo que ofrecían las prostitutas. Sin duda, no parece un accidente la elección, entre tantos temas posibles, de pintar escenas eróticas en los vestuarios de baños que al parecer disponían en la planta superior de habitaciones para mantener relaciones sexuales. Es posible que los clientes se rieran entre dientes al ver las posturas acrobáticas de algunas de estas figuras, pero quizá al final les hacía imaginar las posibilidades que ofrecía la planta superior, pues ésa era la intención de los frescos. Los precios de las prostitutas por un mismo acto sexual, o por solicitudes específicas, podían variar ampliamente. El precio acostumbrado era de alrededor de dos ases, un cuarto de denario, correspondiente al pago de media jornada de un trabajador. Algunas cobraban menos. Un insulto común, cuadrantaria, hacía referencia a una moneda pequeña, el cuadrán, la cuarta parte de un as. Equivalía a llamar a alguien “puta de cinco céntimos”. Algunas prostitutas pensaban que valían mucho más, tal como sostiene la mencionada Attis, quien podía ser “tuya por un denario” (es decir, ocho ases). Si el cliente decidía buscar una oferta mejor, esos ocho ases –una buena paga por un día de trabajo– podían proporcionar mucho más: comida, una habitación y servicios sexuales en una casa pública. Unos dos o tres ases diarios bastaban para apañarse durante buena parte de la época del Imperio romano. Sin embargo, una prostituta que pudiera trabajar con regularidad podía, aun cobrando las tarifas mínimas de dos ases por servicio, obtener 20 ases o más al día, Mucho más de lo que una mujer ganaba en cualquier otra ocupación remunerada, y el doble de lo que un trabajador bien pagado podía esperar. No obstante, la mayoría de las prostitutas seguramente trabajaban para un proxeneta, que se llevaba buena parte de sus ganancias. Las esclavas prostitutas probablemente entregaban todo o casi todo el dinero al amo, que veía en sus esclavas una fuente de ingresos y las enviaban a los burdeles o a las calles para que al final del día regresaran con dinero. En un documento de Egipto se lee: “Drimylos compró una esclava por 300 dracmas. Y todos los días salían a las calles y obtenían unos beneficios espléndidos”. Las prostitutas se preocupaban mucho de ciertas cuestiones prácticas. Por ejemplo, quedar embarazada era un gran inconveniente. Disponían de varios métodos anticonceptivos, algunos de los cuales quizá eran efectivos en ocasiones. En casos de embarazo, el aborto era una alternativa. Como procedimiento médico era poco frecuente, y en los escritos de medicina de la época no se recomienda por ser extremadamente peligroso. Sin embargo, había varias opciones que aseguraban provocar el aborto. Se administraban oralmente o se aplicaban en forma de supositorio vaginal. Ambos métodos eran de dudoso valor, debido a los escasos conocimientos de fisiología de la época, aunque es posible que algunos mejunjes fueran efectivos. Una vez que nacían los niños, se deshacían de ellos cometiendo infanticidio o abandonándolos.

Escaso peligro de contagio

Hoy, la prostitución conlleva el peligro real de la transmisión de enfermedades sexuales. En esto, las prostitutas grecolatinas tenían menos motivos de preocupación. El VIH-SIDA no existía en la Antigüedad y no se conocía la sífilis. Es posible que en el Imperio romano existiera la gonorrea, pero como no deja marcas en los huesos, la osteología no puede ayudarnos y los escritos médicos no son concluyentes. De modo que hasta cierto punto las prostitutas podían practicar su profesión sin peligros de contagio de enfermedades de transmisión sexual muy graves. En este apartado, la vida en la Antigüedad era más segura que en tiempos modernos. La prostitución estaba muy extendida. Quien caminara por cualquier ciudad, vería prostitutas en los alrededores del foro, haciendo señas desde las casas u ofreciéndose a la salida del teatro. En buenas circunstancias, las prostitutas podían llevar una vida incluso mejor que la del ciudadano medio, pero si las condiciones eran malas, una despiadada explotación podía dar lugar a una muerte temprana.