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Las razones de mi voto por Henrique Capriles (la carta de Fabricio Ojeda)

En carta pública, el periodista Fabricio Ojeda, hijo del también periodista y dirigente revolucionario Fabricio Ojeda, asesinado en los años 60, explica los motivos que lo llevan a votar por Capriles Radonski, sin dejar de agradecer la iniciativa de las actuales autoridades de reabrir el caso.

¿Que los adecos mataron a mi padre? Es cierto, pero eso ocurrió hace 46 años, en una convulsionada etapa histórica en la que el gobierno apeló a la violación de los derechos humanos como estrategia de “defensa” de una incipiente democracia que ellos mismos pervirtieron. Fue un asesinato cometido por hombres específicos, con nombres y apellidos, quienes fallecieron o ya son ancianos, cuyos hijos y nietos no tienen por qué heredar la culpa de sus actos.
Agradezco la iniciativa de reabrir el caso, tomada por las actuales autoridades. Valoro ese gesto no por resentimiento, odio ni deseos de venganza, sino porque puede servir para rebatir la tesis oficial del suicidio y recuperar, si no su vida, al menos la dignidad del sacrificio de mi padre. Yo, por mi parte, los perdono.
La justicia divina se encargará de pasar facturas. Y si la justicia terrenal actúa y queda aún a alguien a quién sancionar, al menos moralmente, que se le castigue con todas las garantías, pero los venezolanos debemos asumir el futuro. No podemos pasar toda la vida enfrentándonos por lo que sucedió en los años 60.
Si alguna enseñanza nos debe quedar de estas últimas cinco décadas y media, es que ningún país avanza si una mitad busca dominar a la otra, si cada quien anda por su lado despotricando o persiguiendo al adversario, apostando sólo a intereses particulares o colectivos sectarios. La única manera de progresar es trabajando todos, sin distinciones, egoísmos, mesías o caudillos, sin imposiciones, dejando de lado los antagonismos políticos para construir como hermanos una Venezuela mejor.
Respeto la posición de cada quien, en especial de miembros de mi familia, y siempre defenderé su derecho a expresarla y actuar según sus principios y creencias. Para ellos, el cariño sigue siendo el mismo. Lo que aquí escribo es algo individual que no tiene por qué involucrarlos. No se trata de un “salto de talanquera”, pues jamás he creído conveniente que los militares, de derecha o izquierda, gobiernen, entre otras cosas porque su visión y formación cuartelaria los acostumbra a mandar u obedecer sin derecho a pataleo, y además, la historia enseña que por lo general se quieren quedar toda la vida en el poder.
Nadie me “calentó las orejas” (en este caso quedaría mejor decir “enfrió”) ni me pagó un céntimo. Prefiero subsistir con mi modesto trabajo, pero mantener la conciencia tranquila. Esto lo digo para adelantarme a las malas lenguas, y para quienes ven en el insulto y la descalificación una forma válida de ataque (impulsada por su máximo líder) contra quienes piensan diferente y tienen la osadía de expresarlo. Dicho esto, ahí van las razones de por qué yo, Fabricio Ojeda Díaz, votaré por Henrique Capriles y no por el teniente coronel Hugo Chávez:
En primer lugar, porque deseo elegir a una persona cuyo estado de salud no genere la incertidumbre de si podrá o no ocuparse de los asuntos concernientes al Estado. Alguien que no tenga una concepción militarista del poder ni militarizada de la sociedad, que no difunda un discurso de odio y confrontación, sino que por el contrario, promueva, respete y defienda el derecho a pensar diferente, como esencia de la democracia.
Quiero que se acaben las divisiones y enfrentamientos entre viejos amigos, entre hermanos, entre padres e hijos, entre parejas, entre venezolanos; que la violencia no esté a la vuelta de la esquina, y que de nuestro vocabulario se eliminen las palabras guerra, invasión y muerte.
Prefiero votar por un hombre de las nuevas generaciones, nacido en 1972 (seis años después de la muerte de mi padre), con ideas modernas, que no está contaminado con los vicios del pasado ni comprometido con los abusos y desviaciones que se cometieron durante la vieja democracia. Un hombre que en cada discurso llama a la inclusión, a la paz, a la hermandad, a la seguridad, a la inversión en un esquema de garantías jurídicas, a la unión de los sectores público y privado para lograr el desarrollo del país, con empleo digno, sin expropiaciones caprichosas, sin zozobra.
Un candidato que utiliza un lenguaje de respeto, de reconocimiento al adversario, que ha prometido mantener y mejorar los programas sociales ya existentes y crear otros, dentro de un clima de libertad de prensa y opinión, sin persecuciones, sin retaliación. Que siempre llama a la reconciliación de los venezolanos y promete utilizar nuestros recursos para solucionar los graves problemas que nos afectan, y no para financiar proyectos utópicos ni gobiernos y dictaduras extranjeras.
Un joven sencillo, sin poses, con un lenguaje claro, que ha dedicado su vida al estudio, al trabajo y la lucha política, en lugar de disfrutar de los privilegios inherentes al hecho casual de haber nacido -como Bolívar- en el seno de una familia pudiente.
Un venezolano que no se va a volver "loco con los reales" del tesoro público, pues ya lo ha demostrado en los cargos públicos que ha ejercido por mandato popular, como diputado, alcalde de Baruta y gobernador del estado Miranda.
En fin, un hombre que tendrá la responsabilidad de dirigir a Venezuela dentro de un esquema de no confrontación, de tolerancia y respeto hacia los ciudadanos, con servicios públicos eficientes, educación, seguridad, generación de empleo, en paz, pero con mano dura al delito y la corrupción. Eso es lo que necesitamos luego de una etapa traumática de la historia democrática que los venezolanos podemos concluir con los votos este 7 de octubre.

El Cambio está más cerca que nunca


Introducción del programa de gobierno de los primeros 100 días de la Unidad, a cargo de César Miguel Rondón

A continuación, presentamos la transcripción de las palabras que ofreció el locutor César Miguel Rondón durante la apertura de la presentación del programa de los primeros 100 días de gobierno de Henrique Capriles, en un texto intitulado ¿Por qué Capriles?:

Buenos días, amigas y amigos.

No suelo presentar este tipo de eventos. Creo que los que nos dedicamos a este oficio de comunicar, tenemos un lugar muy importante tras las cámaras, las teclas o los micrófonos. Somos testigos y cronistas, pero, a la hora de ejercer el oficio, no es nuestro el rol protagónico. Sin embargo, hoy he decidido cambiar y estoy ante ustedes en un papel que, sin duda, me honra. ¿Por qué hoy sí? Pues por dos razones fundamentales.

En primer lugar, porque nunca, en estos largos catorce años, el país había estado tan cerca de un cambio de gobierno por la vía de los votos. Y esta circunstancia tan extraordinaria, después de tantos años de desesperanza e impotencia, nos obliga a los que creemos en la paz, en la convivencia entre todos los ciudadanos, en el progreso. No es el momento para cálculos mezquinos y personalistas. Aquí hay que echar el resto y todos debemos meter el hombro.

Y, en segundo lugar, por una razón más sencilla y, sin duda, más importante: porque yo creo en Henrique Capriles Radonski.

A Capriles lo conocí, como tantos en Venezuela, en 1999, cuando se estrenaba, con escasos 26 años, como Presidente de la Cámara de Diputados del antiguo Congreso Nacional. Para alguien como yo, que venía de una formación política bastante ortodoxa y convencional, era ésta una circunstancia insólita, difícil de entender: ¿un muchacho presidiendo la Cámara? Definitivamente, el país estaba entrando en unos tiempos completamente distintos del quehacer político. Y había que aceptarlos y asumirlos.

Por eso me resulta absurdo ese cuestionamiento que ahora hacen algunos, señalando a Capriles como un representante de nuestro pasado político. Nada tengo, en lo personal, contra ese pasado; todo lo contrario: me honra y enorgullece porque de allí vengo. Pero, ante las trampas de cierto discurso político, hay que subrayar una y otra y otra vez, lo que para la inmensa mayoría es obvio y evidente: que nadie representa mejor el nuevo tiempo de nuestro país y su futuro –porque él es la encarnación de ese futuro- que Henrique Capriles Radonski.

Con una nueva Constitución, Capriles sale del Parlamento para buscar un nuevo destino político en la Alcaldía de Baruta, en la ciudad de Caracas. Destino al que llega, como al anterior, por los votos. Porque Capriles nunca ha llegado a nada sino es por los votos, por la decisión de las mayorías, por la voluntad popular. Él mismo lo dijo recientemente, en el Estado Sucre, marcando una distancia que nunca está demás: “Yo voy a ser Presidente porque el pueblo me va a elegir. Esos son otros que pretendieron llegar al poder por el Golpe de Estado. Yo todo lo que he logrado ha sido con votos”.

Su gestión en la Alcaldía de Baruta fue por demás exitosa, tanto que hasta le valió la reelección. Y allí, entre tantos éxitos, le tocó vivir una de las experiencias más terribles: la cárcel. Fue, desde un primer momento, un preso político del poder más alto. Se pretendía rendirlo, humillarlo y desmoralizarlo. Pero nada de eso se logró. Todo lo contrario: a la calle salió un hombre más maduro y reflexivo, más lleno de valor, coraje y convicción. Y lo más importante: salió, a diferencia de tantos otros, libre de rencores y sin saber lo que es la sed de venganza. Y un líder así, libre de reconcomios, complejos y frustraciones, es lo que más necesitamos.

Luego se planteó nada menos que la Gobernación del Estado Miranda, en ese momento en manos de uno de los hombres más importantes del régimen. La tarea resultaba titánica y casi imposible: era enfrentarse a un poder sin límites y sin escrúpulos. Y por primera vez escuchamos una especie que, obstinadamente y sin sustento, se sigue repitiendo hasta estos días que corren: si Capriles gana sobrevendrá el caos, la inestabilidad, la ingobernabilidad, el desastre.
Pues bien, es necesario repetirlo y gritarlo todas las veces que sea necesario: en Miranda no sólo no sobrevino el caos, sino que, aún con recursos mermados, se impuso el orden, el progreso, la modernidad, el Gobierno honesto y franco, transparente; el Gobierno del bienestar y la igualdad para todos.

Y si así ocurrió en Miranda, pues digámoslo de una vez: así también ocurrirá en toda Venezuela una vez que Henrique Capriles sea elegido nuestro Presidente.

Este evento de hoy tiene una importancia muy especial. Venimos de un Gobierno muy largo que se ha caracterizado por hablar y hablar y hablar. Casi podríamos decir que se ha tratado de un Gobierno de puras palabras. Pero ya es hora de recuperar el tiempo perdido y entrar en la acción. Y es la convocatoria para esa acción la que nos reúne en esta mañana.

Uno de los elementos que más ha contribuido al éxito de Henrique Capriles como funcionario público, es que siempre se ha sabido rodear de un excelente equipo de colaboradores. Como no tiene complejos y no le amedrenta la sombra de los demás, puede buscar siempre el concurso de los mejores. Y esa es una diferencia importante. Nadie llega lejos solo. Todo se logra en equipo, y como el problema es de todos, tenemos que resolverlo todos juntos.

Hoy Henrique Capriles nos presentará lo que serán sus acciones en sus primeros cien días de gobierno. Plan que ha elaborado con múltiples colaboradores, de las más disímiles disciplinas; expertos todos, voces autorizadas en sus respectivos campos. Es, y no hay que ser modestos al decirlo, la reunión de los mejores, de la inteligencia nacional, como sólo la pudo convocar un auténtico líder.

Y es que, necesario es decirlo, Henrique Capriles no se nos presenta como un predestinado, como el superhombre que envió la Providencia. ¡Dios nos libre! Él es un venezolano de su tiempo, joven, vigoroso, sano –sobre todo de mente y espíritu-, jalado a esta causa sólo por el amor a sus semejantes, a sus conciudadanos, y al país que todos debemos construir para mejor herencia de nuestros hijos y nuestros nietos.

Por eso estoy esta mañana en este acto. Porque, como tantos compatriotas, me he reencontrado en Henrique Capriles con la Venezuela de mis mejores esperanzas. Porque, como esa Venezuela joven que representa Capriles, tampoco quiero rendirme. Porque, como él y la inmensa mayoría de venezolanos que lo siguen y lo apoyan, creo en el porvenir, en el progreso, en la paz, en la prosperidad, en la educación, en la salud, en la seguridad, en el bienestar, en la felicidad de todos y cada uno de nosotros como ciudadanos, y, sobre todo, creo en la democracia.

Muchas gracias.

César Miguel Rondón

"Buenos días, Capriles"


 "Buuuuenooos diiiiaass, " escribió en su cuenta de twitter la famosa actriz Norkys Batista, al momento que le enviaba por la red social esta imagen luciendo la no menos famosa gorra tricolor que identifica la candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonski.

Aunque no es una sorpresa que los actores y actrices que sufrieron en carne propia el cierre de RCTV apoyen políticamente al abanderado de la unidad, no dejar de ser un aliento para el candidato despertarse con este saludo y esta imagen tan bella.

Tres escenarios para Venezuela

ANDRÉS OPPENHEIMER

La admisión del presidente venezolano Hugo Chávez de que tendrá que “repensar su agenda” tras haber sido diagnosticado con una nueva “lesión” que podría ser cancerosa plantea dudas sobre el futuro de su modelo narcisista-leninista tanto en Venezuela como en otros países latinoamericanos.

Muchos de los que pensábamos que Chávez terminaría ganando las elecciones del 7 de octubre —gracias a una combinación del uso indiscriminado de fondos estatales para comprar votos, un casi monopolio de los medios de difusión y la intimidación de votantes opositores— deberemos repensar nuestros pronósticos. Chávez aún puede ganar, pero ya no es algo tan seguro.

La confesión de Chávez —tras meses asegurando que ya estaba curado e insultando a quienes especulaban lo contrario— de que el tratamiento del cáncer lo obligará a bajar el ritmo de sus actividades, sumada al masivo apoyo que recibió el candidato opositor Henrique Capriles Radonski en las elecciones primarias del 12 de febrero, son dos factores que indudablemente tendrán un gran impacto en la campaña electoral.

De repente, Chávez parece vulnerable. Los analistas políticos venezolanos ya no debaten si Chávez estará en el poder “más allá del 2019” — tal como el mismo presidente afirmó en fecha tan reciente como el 18 de febrero—, sino si seguirá siendo presidente a fines de este año.

TRES POSIBILIDADES

Hay tres grandes escenarios de lo que puede ocurrir en Venezuela durante los próximos meses:

• Escenario 1: Nada cambia. Chávez reduce su ritmo de actividades, pero sigue en carrera para las elecciones presidenciales de octubre.

Chávez podría ganar si, además del uso casi irrestricto de los medios electrónicos y la intimidación de opositores, su gobierno se beneficia de una escalada de los precios del petróleo en caso de un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán. Eso le daría al gobierno venezolano aún más recursos para ganar votos.

Además, Chávez se podría beneficiar del “efecto lástima”, que podría hacer que muchos venezolanos sientan simpatía por él debido a su enfermedad y lo apoyen en las urnas, aunque por otro lado muchos venezolanos resienten el hecho de que el presidente y sus ministros hayan mentido al negar airadamente rumores sobre su enfermedad que resultaron ser ciertos.

• Escenario 2: Chávez designa a un sucesor. Su salud se deteriora y el presidente venezolano designa a un sustituto para que compita en las elecciones de octubre, tal como lo hizo Fidel Castro en Cuba cuando anunció el 31 de julio del 2006 que se sometería a una operación y que cedía provisoriamente el poder a su hermano Raúl.

Cuba, cuya economía depende de los petrodólares de Chávez y es el país más interesado en mantener el status quo en Venezuela, será la primera en recomendarle a Chávez una sucesión como la de los hermanos Castro que mantenga vivo el gobierno, en la que Chávez seguiría siendo el “padre de la revolución” pero detrás de bambalinas.

Pero sin la presencia constante de Chávez en los medios, su sucesor podría perder las elecciones de octubre. El gobierno de Venezuela es notoriamente inepto y corrupto, y depende casi por completo de la popularidad personal de Chávez en algunos sectores de la población. Asimismo, el gobierno enfrenta tendencias electorales que han mostrado un constante aumento de los votos de la oposición: los candidatos anti-Chavistas obtuvieron el 52 por ciento de los votos en las elecciones legislativas del 2010, e inesperadamente conquistaron 3 millones de votos en las primarias de este mes.

• Escenario 3: Una intervención militar, o “el escenario egipcio”. Chávez queda incapacitado o muere durante los próximos meses, y los militares venezolanos toman el poder con la excusa de impedir una ola de violencia.

MILITARES ACUSADOS

Los generales de Chávez —algunos de los cuales, como el Ministro de Defensa Gen. Henry Rangel Silva, han sido acusados por Estados Unidos de estar involucrados en el narcotráfico, mientras que otros temen investigaciones por corrupción si la oposición llega al poder— son los que más tendrían que perder si el régimen de Chávez se derrumba.

“Para evitar perder el poder, los militares y las fuerzas radicales podrían buscar una salida militar para suspender las elecciones, alegando un supuesto peligro de guerra civil”, me señaló el consultor político y encuestador Alfredo Keller desde Caracas. “Si Chávez desaparece, es muy posible un escenario egipcio”.

Mi opinión: Cualquiera de estos tres escenarios es posible, pero para preservar lo que queda de democracia en Venezuela, la comunidad internacional debería advertir ya mismo a los militares venezolanos que no aceptará un “escenario egipcio” en Venezuela.

Lo último que necesita Latinoamérica tras la erosión de las libertades democráticas en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y otros países es un regreso de las juntas militares. Los dos primeros escenarios —gane quien gane— serían preferibles al tercero.

Twitter: @oppenheimera


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